El alimento

Cuando Adán y Eva fueron expulsados del paraíso, se cerraron las puertas del Edén, esto aconteció por haber comido del fruto prohibido, simbolizado por una manzana, el sexo. El V.M. Samael Aun Weor, en su libro “Las tres montañas” nos dice lo siguiente:

La undécima hazaña de Hércules, el héroe Solar, tuvo lugar en el dominio trasatlántico, consistiendo en apropiarse de las Manzanas de las Hespérides, las ninfas, hijas de Héspero, vivísima representación del planeta Venus, el lucero delicioso del Amor...

El Alimento También se suele relacionar con esta undécima hazaña al viaje y liberación de Prometeo-Lucifer, tras dar muerte al águila que lo atormentaba. O al famoso Atlas, cargando el mundo sobre sus espaldas titánicas, para conseguir el consorcio de los dioses.

Finalmente, las simbólicas Manzanas de Oro le son entregadas por la misma Hespérides, matando previamente al dragón que las guardaba. Matando al ego de la lujuria, el amor se entrega pacíficamente, se convierte en alimento supersubstancial.

Es evidente que esta hazaña, tiene estrecha relación con el relato bíblico de los frutos del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, en el jardín edénico, en el que, sin embargo, el dragón está sustituido por una culebra. La culebra invita a recoger y probar los frutos maravillosos del árbol, que Hércules después entrega a Atenea, la diosa de la sabiduría y su divina protectora.

Los alquimistas árabes relacionan al árbol con la materia prima y así en el libro de Abul Qasim, se puede leer: “Esta materia prima, que es apropiada para la forma de elixir, se toma de un único árbol que crece en las tierras de Occidente... Y este árbol crece en la superficie del océano, así como las plantas crecen en la superficie de la tierra. Y es éste árbol de tal condición que quien quiera que coma de él será obedecido por hombres y jinas; Es pues el árbol del cual Adán (¡qué la paz sea con él!) Tenía prohibido comer, de manera que cuando comió de él quedó transformado de su forma angélica en forma humana. En Mateo C. 21, V. 19 podemos leer: Y viendo una higuera cerca del camino vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente. Y le dijo: “Nunca más para siempre nazca de ti fruto”. Y luego se secó la higuera.

De donde deducimos que, si hacemos un mal uso de nuestro alimento, iremos perdiendo toda potencia sexual, siendo inútiles para un trabajo de tipo Superior (espiritualmente hablando). Ya que sin la energía del Tercer Logos no queda otra que vegetar, con el solo aliciente de ver pasar el tiempo, sin poder el modificar sus efectos. El Génesis nos ilustra de manera muy elocuente sobre el destino de nuestra humanidad después de la caída edénica.

En su C.3, V.7 el Génesis narra: cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido, fueron abiertos los ojos de entrambos y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Observemos la referencia que se hace en el Evangelio de Mateo, anteriormente comentado y la coincidencia con el Génesis en cuanto al símbolo de la higuera...

Tampoco es fortuito que Gautama el Budha, pasó sentado cuatro días con sus noches, en profunda meditación a la sombra de la higuera, en donde alcanzó la iluminación final. En el antiguo Egipto de los Faraones, la higuera fue siempre venerada como símbolo viviente de la energía creadora del Tercer Logos. Según los libros de Zoroastro, el primer hombre y la primera mujer, fueron creados puros y sometidos a Ormuz, su hacedor. Ahrimán los vio y se sintió celoso de su felicidad. Los abordó en forma de culebra, les presentó unos frutos y los convenció de que era él mismo el creador del universo entero. Le creyeron, comieron y desde entonces, su naturaleza se corrompió totalmente.

Los monumentos y las tradiciones de los hindús con su peculiaridad, confirman la historia de Adán, de Eva, y de su caída. Esta tradición existe también entre los budistas tibetanos y era enseñada por los chinos y los antiguos persas. En el Génesis se nos habla ampliamente sobre el alimento prohibido y sobre el otro alimento que les permitía vivir en el Paraíso sin enfermar.

El Maestro Samael, nos dice que Adán y Eva son un símbolo de los hombres y mujeres de la Lemuria, (el continente Mu anterior a la Atlántida), de esto hace más de 18 millones de años. Los seres de aquella época (antes de la caída) eran como Ángeles, vivían en el Edén, conocido también como la Arcadia. Allí gozaban de plena felicidad, pero llegó un día en que los ángeles de aquel lugar se rebelaron contra Dios y empezaron a fornicar (derramar el semen), por lo que fueron expulsados del Edén y quedaron a partir de ese momento, como simples mortales.

Platón mismo revela un conocimiento antiquísimo al asegurar que: “Nuestra naturaleza primitiva era una, y que éramos un todo completo, y se da el nombre de amor al deseo y prosecución de este antiguo estado. Primitivamente, como he dicho, nosotros éramos uno; pero después en castigo de nuestra iniquidad, nos separó el dios como los arcadios lo fueron por los lacedemonios”

Es un hecho, que fuimos expulsados de la Arcadia, Paraíso, Edén o como queramos llamarlo, por haber comido de la fruta prohibida, es decir por haber desobedecido a Dios permitiendo que de nuestro organismo fuera expulsada la energía del Tercer Logos o Espíritu Santo, aquella que es capaz de dar la vida. Aclaro por consiguiente que, la única manera de regresar al mencionado lugar edénico, será viviendo junto a la fruta prohibida. Aceptando que la manzana o fruta prohibida simboliza al sexo, tendremos que vivir junto al sexo, relacionándonos con él, pero sin fornicar, sin derramar el semen.

Por lo tanto, es lícito disfrutar del aroma de la manzana, o disfrutar del sexo más sin embargo no será permitido el comer la manzana. Indicado por demás en las tablas de la Ley, en su sexto mandamiento, de no fornicar. Hoy más que nunca estamos necesitados de un alimento espiritual, separado de toda contaminación... Juan en su C. IV, V. 32 dice: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.

Justamente el que no sabe, ignora su alto valor. En este caso la ignorancia no es una enfermedad incurable, solo el punto de partida. Si conociéramos éste alimento, hace tiempo que hubiéramos entrado a degustar de la comida que viene de lo alto. Ella hace que nuestra ignorancia desaparezca. Ella nos da el goce de la eterna juventud, consecuencia de la alimentación primordial. Necesitamos también discernir entre las distintas bebidas. “Y dijo Dios: haya expansión en medio de las aguas y separe las aguas de las aguas.”

La satisfacción que produce el trabajo bien hecho, solo puede ser comparada a la dicha inefable que proporcionan las experiencias espirituales, más allá de los sentidos físicos. Lo que es inmaculado, lo que es virgen, lo que no se ha degenerado en la carne mortal, aquello que conserva los valores más exaltados de lo perfecto, lo que está más allá del justo proceder, lo que se encuentra en la parte más sagrada, en síntesis, lo que es Divino, es el obsequio de quien trabaja alimentándose del maná.

Hermes Trimegistro, en la tabla de Esmeralda dice: “Asciende de la tierra al cielo y de nuevo desciende a la tierra y recibe la fuerza de las cosas superiores e inferiores. Tendrás por éste medio toda la gloria del mundo y toda oscuridad se alejará de ti. Separa lo sutil de lo espeso, suavemente y con gran industria”. Allá donde busquemos, con el fin de tener más clara la fórmula o el medio de operar en el laboratorio alquímico, veremos que la separación de las aguas (caóticas y turbulentas) es necesaria. Mal navegaríamos en un mar embravecido, si la barca de Ra, no pudiera ser guiada con precisión bajo todas las condiciones.

Debemos seleccionar por donde navegar, y si nuestro rumbo nos encauza hacia aguas limpias, no dudemos que seremos guiados. Cierto faro luminoso nos avisará de los peligros y nos conducirá a buen puerto. Allí podremos alimentarnos con la quinta esencia. Si bien es cierto que estamos formados por agua, aire, tierra y fuego, es el quinto elemento que también engloba sintéticamente a los otros cuatro, con el que debemos nutrirnos.

El ritual tántrico hindú, llamado Ritual Pancatattwa, revela la sabia combinación de los cinco: Madya (vino, elemento aire); Mansa (carne, elemento fuego); Matsya (pescado, elemento agua); Mudra (cereales, elemento tierra) y Maithuna (magia sexual, elemento éter) para el despertar del Kundalini. Cada uno de estos elementos es portador de principios necesarios en el ritual mismo, además de la imagen simbólica respectiva de: pensamiento (aire); paroxismo (fuego); secreciones sexuales (agua); cuerpo físico (tierra) y transmutación (éter). Nos dice el Maestro Samael Aun Weor: Nuestra agua fortifica, emblanquece, limpia y da vida”.

En el apócrifo Apocalipsis de Esdrás se puede leer lo siguiente: “Al día siguiente la voz llegó y me llamó; Esdrás abre tu boca y bebe lo que te haré beber. Abrí la boca. Me tendió una copa llena de agua cuyo color parecía de fuego. La cogí y la bebí. Mi corazón se llenó de sabiduría, la inteligencia pesó en mi pecho, mi espíritu conservó el recuerdo y se acordó”. Esta agua prisionera dice Nicolás Valois grita sin cesar: “Ayúdame y te ayudaré, es decir, libérame de mi prisión, y si puedes hacerme salir una vez, te convertiré en el dueño de la fortaleza donde me encuentro”. El agua, pues, que se halla en este cuerpo encerrado, es de la misma naturaleza que el alimento llamado Mercurio Trimegisto, del que habla Parménides cuando dice: “Naturaleza se regocija en Naturaleza, Naturaleza supera a Naturaleza, y Naturaleza contiene a Naturaleza”.

Pues esta agua encerrada se regocija con su compañero, que acude a liberarla de sus hierros, se mezcla con él y por fin, convirtiendo dicha prisión en suya y rechazando lo que les es contrario, (implícito en la preparación), se convierte en agua mercurial y permanente. Legítimamente nuestra agua divina es llamada: llave, luz o Diana, que aclara la oscuridad de la noche. Pues es la clave de toda la Obra y la que ilumina a todo hombre.

No se está hablando del agua de la lluvia, ni del agua del río, ni del mar, aunque así se la ilustre. Se está hablando del preciado líquido que está en nuestra micro cósmica caverna. Líquido que hemos dejado escapar por miles de años... ya es hora que remediemos la fuga. Debemos conseguir que nuestra agua bendita, suba hasta lo más alto de nuestra anatomía, y posteriormente que penetre en nuestro templo corazón. Allí donde está la fuente que aguarda en silencio, el momento preciso de hacer brotar las bendiciones apostólicas.

Es necesario ser propagadores de la Fe consciente. Iluminar el camino esotérico-gnóstico. Para que no se siga en la sombra, ni sometidos al yugo de la ignorancia. ¿Acaso no nos mueve a reflexionar la sentencia de Jesús a Pedro, cuando caminaba sobre las aguas recogida en San Mateo, C. XIV, V. 31?: ¿Por qué has dudado, hombre de poca fe? Agua limpia, alimento puro, que nos da la fuerza ante cualquier adversario, justamente lo que el alquimista busca; El alimento supersubstancial. El hombre auténtico, el alquimista, recibe un alimento espiritual completamente sacratísimo. Libre del mundo animal, del vegetal o del mineral. Pues el agua viva nos concede la eterna bienaventuranza.

Plutarco, escribe lo siguiente: La finalidad del matrimonio es la generación, es decir; una marcha progresiva de las tinieblas hacia la luz. El agua hay que saber fijarla para que proceda a la curación del órgano enfermo y genere luz. Artegio dice: Oh cuan preciosa y magnífica es ésta agua. Los Maestros de la Logia Blanca, por medio de Meurois-Givaudan, en “Shambala” nos dicen:

“El papel de aquel a quien llamáis Lucifer es complejo; su explicación requeriría, poner a punto numerosas nociones. No obstante, la confusión reinante ha frenado de manera considerable nuestro trabajo en la tierra. El temor, la ignorancia y el odio disfrazado que suscita, erigen las barreras de un terrible egrégor.

En Francia, en la Iglesia del pueblo de Rennes le Chateau, se encuentra la figura de Lucifer, sosteniendo la pila bautismal. El agua del bautizando que, está en la pila será su primer alimento. Nos preguntamos; ¿por qué el diablo sostiene sobre sus hombros una pila llena de agua? Todo está en clara luz, a la vista general, pero pocos lo entienden. En la catedral de Notre Dame en París, los peregrinos y devotos apagan sus velas en las fauces de otro diablo. En los dos casos es Lucifer, el caído ángel de la Luz y del fuego. En el primero entregándonos el agua y en el segundo, devorándose la luz.

Tenemos que recordar que las figuras aparentemente tenebrosas que podemos encontrar en las distintas Iglesias o Catedrales, construidas normalmente por Templarios, no se pusieron por capricho, sino para mostrar el camino y enseñar al alquimista, el trabajo que debe realizar, pues las sociedades secretas, sabían muy bien cuáles eran las claves. El Maestro Samael, nos dice: “Lucifer es nuestro entrenador psicológico y debemos vencerle, para poder disponer de las llaves que nos permitan entrar en el paraíso. Lucifer es el guardián del templo, es la tentación que puede convertirse en escalera para subir o para bajar.

En la medida que vayamos superando las pruebas a las que seamos sometidos, será el propio Lucifer interior, quien nos conduzca hacia niveles más elevados de nuestra Iglesia Interior. Hoy la humanidad, viendo no ve lo esencial. La piedra es un libro abierto que habla en silencio, pero solo pueden leerlo quienes están dispuestos a seguir a su Íntimo y pocos son los que lo siguen. Fulcanelli en “Las moradas filosófales” da una magistral cátedra: “Esculpida sobre el grupo de hombre del grifo, advertiréis una enorme cabeza que hace un visaje y que adorna con una barba en punta.

Las mejillas, las orejas y la frente se estiran hasta tomar el aspecto de llamas. Esta máscara llameante, de rictus poco simpático, aparece coronada y provista de apéndices cornudos adornados con lazos, los cuales se apoyan en el funículo de la base de la cornisa. Con sus cuernos y su corona, el símbolo solar adquiere la significación de un verdadero Bafomet, es decir, de la imagen sintética en la que los iniciados del Templo habían agrupado todos los elementos de la alta ciencia y de la tradición. Figura compleja, en verdad, con apariencia simple, figura parlante, cargada de enseñanzas, pese a su estética ruda y primitiva.

Si se encuentra en ellas en primer lugar la fusión mística de las naturalezas de la Obra que simbolizan los cuernos del creciente lunar colocados sobre la cabeza solar, no se sorprende uno menos de la expresión extraña, reflejo de un ardor devorador que desprende este rostro inhumano, espectro del Juicio Final. Incluso hasta la barba, jeroglífico del haz luminoso e ígneo proyectado hacia la tierra, no se justifica el conocimiento exacto que poseía el sabio acerca de nuestro destino... Obviamente, nos hallamos ante la evidencia esencial, de un sabio afiliado a las sectas de aquellos iluminados rosacruces, que descendían de los viejos templarios.La teoría cíclica, paralelamente a la doctrina de Hermes, está allí expuesta con tanta claridad que (como no fuera por ignorancia o mala fe), nadie podría dudar del saber de nuestro adepto.

“En cuanto a nosotros, (prosigue Fulcanelli) ya nos hemos hecho nuestra idea, y estamos ciertos de no equivocarnos ante tantas afirmaciones categóricas; lo que tenemos ante nuestros ojos se trata con seguridad de un bafomet, renovación del de los Templarios”. Esta imagen, sobre la cual no se poseen más que vagas indicaciones o simples hipótesis jamás fue un ídolo, como algunos lo han creído, sino tan sólo un emblema completo de las tradiciones secretas de la Orden, empleado sobre todo exteriormente como paradigma esotérico, sello de caballería y signo de reconocimiento. Se reproducía en las joyas, así como en el frontón de las residencias de los comendadores y en el tímpano de las capillas templarias, no había en ello, nada negativo.

Se componía de un triángulo isósceles con el vértice dirigido hacia abajo, jeroglífico del agua, primer elemento creado, según Tales de Mileto, que sostenía que Dios es ese Espíritu que ha formado todas las cosas del agua. Un segundo triángulo semejante, invertido con relación al primero, pero más pequeño, se inscribía en el centro y parecía ocupar el espacio reservado a la nariz en el rostro humano. Simbolizaba el fuego y, más concretamente, el fuego contenido en el agua o la chispa divina, el alma encarnada, la vida infusa en la materia.

En la base invertida del gran triángulo de agua se apoyaba un signo gráfico semejante a la letra H de los latinos, en estenografía hermética, este signo indica el Espíritu universal, el Espíritu creador, Dios. En el interior del gran triángulo, un poco por encima y a cada lado del triángulo de fuego, se veía, a la izquierda, el círculo lunar con el creciente inscrito y, a la derecha, el círculo solar de centro aparente. Estos circulitos se hallaban dispuestos a la manera de ojos. Finalmente, soldada a la base del triangulito interno, la cruz rematando el globo completaba así el doble jeroglífico del azufre, principio activo, asociado al mercurio, principio pasivo y disolvente de todos los metales.Así presentado, el bafomet afectaba una forma animal grosera imprecisa y de identificación problemática.

Eso explicaría, sin duda, la diversidad de las descripciones que de él se han hecho, y en las cuales se ve el bafomet, como una cabeza de Hapi egipcio, de buco y, mejor aún, el rostro horripilante de Satán en persona. Simples impresiones, muy alejadas de la realidad, pero imágenes tan poco ortodoxas que, por desgracia, han contribuido a lanzar sobre los sabios caballeros del Templo la acusación de satanismo y brujería, que se convirtió en una de las bases de su proceso y en uno de los motivos de su condena. Una vez más recurrimos a las revelaciones del V.M. Samael Aun Weor: El Baphomet de los Templarios debe leerse al revés: TEM O H P AB. Símbolo de las palabras latinas “Templi Omun Hominun Pacis Abbas”. Que quiere decir: “El Padre del Templo, Paz Universal de los Hombres”.

El ignorante se identifica con una mente sensual y dogmática, cree saberlo todo porque, -como decía Sócrates- no es consciente de su ignorancia. Sin el alimento necesario se da respuesta intelectiva a todo, viviendo hipnotizado por un supuesto conocimiento, tan limitado como pueden ser las paredes de la casa. En tal sueño, no se percata que el diablo de la mente lo tiene completamente engolosinado, impidiéndole, recibir y comprender las enseñanzas de tipo superior, reservadas para los que han puesto a su mente al servicio del Íntimo.

Solo destruyendo a Lucifer, aparece el Arcángel de Luz, y al integrarse en nosotros, nos convertimos en Arcángeles. Él se convierte en hacedor de Luz. Él está negro como el carbón y hay que blanquearlo. “Quema tus libros y blanquea el latón”, nos dicen los adeptos. El latón es de cobre y el cobre está relacionado con Venus, la estrella de la mañana. Venus representa al Amor, por lo que podemos deducir que, para trabajar con el amor, no es preciso aportar datos intelectuales, y sale sobrando también, cualquier guía metódica, materialista o moralista.

Es menester alimentarse de manera callada, secreta y paulatinamente, para que así se plasme en el físico la cristalización de la energía, la quinta esencia que nos dé: inteligencia, memoria, felicidad, fortaleza, etc. Nuestro alimento es real y solo lo recibe quien está dispuesto, mediante su trabajo de transmutación. Pues nadie recibe lo que no lucha por adquirir, ni quiere, ni merece. El alquimista se convierte por anhelo propio, no por imposición o curiosidad. Muy pocos son los que de verdad aspiran al alimento eterno, al Maná de los israelitas peregrinos del desierto...

La práctica alquímica en sí, es un acto de amor, y su alimento engrandece el alma de quien lo recibe. San Pedro en su epístola primera, C. II, V. 11 dice: “Por esto, queridos míos, os suplico que como extranjeros y peregrinos que sois en este mundo, os abstengáis de los deseos carnales, que combaten contra el alma. Nunca sería posible fijar el mercurio mientras la lujuria, ese deseo sensual desordenado, esa lascivia, pueda estar en continuada batalla contra nuestra esencia o conciencia. Cerebro contra sexo... sexo contra corazón...corazón contra cerebro...

El animal intelectual, se diferencia del iniciado básicamente, por el alimento que recibe. El iniciado se nutre de los principios resultantes de una transformación o transmutación en su manera de pensar y de sentir, así como de la transformación de alimentos físicos y del aire que respira. El iniciado-alquimista, tiene en cuenta, que sus alimentos no estén contaminados, así como sus bebidas. No debe llegar jamás a cometer excesos con el alcohol.

El Prana o aire que respira, será limpio y puro, huyendo (en la medida de lo posible) de los locales cerrados y contaminados por el humo del tabaco u otros tóxicos. Se procura mantenerse en espacios abiertos y bien ventilados, donde el sol, pueda bañarlo todo con sus iones negativos. Así mismos sus pensamientos han de ser libres de maldad y resentimiento. Adorando la bondadosa creación del Padre Celestial.

Este es básicamente, el alimento con el cual forma la materia prima, el llamado mercurio de los sabios. Pero para el profano... “Sería una locura alimentar a un asno con lechugas u otras hierbas raras”, dicen los filósofos,” puesto que los cardos le bastan”. Según Harmonie Chymique, el secreto de la Piedra es lo bastante precioso como para hacer de él un misterio. Todo lo que puede volverse perjudicial para la sociedad, aunque de por sí sea excelente, no debe ser divulgado sin prudencia y solamente debe hablarse de ello en términos misteriosos, para no profanarlo.

Si adulteramos nuestra alimentación, así será su cristalización. Es por eso, que se hace muy importante para trabajar y conseguir los logros anhelados, que seleccionemos de manera escrupulosa todo aquello con lo que nos nutramos. La materia prima de la Obra, el alquímico elemento con el cual podemos fabricar el cuerpo astral (o nacimiento segundo), es el Hidrógeno Sexual Sí 12. Obviamente, el citado Hidrógeno representa el producto final de la transformación de los alimentos ya mencionados, dentro del maravilloso laboratorio del organismo. Por lo que ésta es la materia más importante con la que trabaja el centro sexual.

La elaboración de esta sustancia se desarrolla en consonancia rítmica con las siete notas de la escala musical. No está de más comprender que el “ens- seminis” y su peculiar Hidrógeno Si 12, es semilla y fruto a la vez. Transmutar este Hidrógeno portentoso para darle inteligente cristalización en una octava superior, significa, de hecho, crear una nueva vida dentro del organismo existente. Dar forma evidente a los cuerpos existenciales del Ser o cuerpos siderales del alquimista: astral, mental, causal, búdico y atmico.

“Deben Ustedes entender (nos dice el M. Samael) que el cuerpo astral nace del mismo material, de la misma sustancia, de la misma materia de que nace el cuerpo físico; lo único que difiere es el procedimiento.” Con el alimento del trabajo, el cuerpo físico queda impregnado por las emanaciones de la materia del hidrógeno Si 12 y cuando éstas lo han saturado, la materia “Si 12” comienza a cristalizar. La cristalización de esta materia constituye la formación de los cuerpos existenciales.

La transición de la materia “Si 12” a una condición de emanaciones y, la gradual saturación de todo el organismo con estas emanaciones, es lo que se llama en Alquimia, transmutación o transformación. Justamente esta transformación del cuerpo físico, es lo que la Alquimia denomina transformación de los metales groseros en metales finos, o sea, la obtención del oro, de entre los metales ordinarios. Los seres humanos, en última instancia somos la transformación del alimento que comemos, lo que respiramos y lo que pensamos.

Esto se materializa de igual manera en nuestro interior como en el exterior, reflejando la carga psicológica o energética íntima que cargamos. A pesar nuestro, en un momento dado, se expresa la mencionada carga psicológica para mostrarse ante los demás de manera natural y sin ningún enmascaramiento, exponiendo así nuestra realidad más cruda (la sombra, según Jung).

Esta realidad en cada uno de nosotros, es muy evidente, y sin embargo no le prestamos atención o pasa desapercibida. Por el contrario, necesitamos recurrir al trabajo de auto-observación y purificación, para lograr un mercurio (llamado el tercer mercurio) de la mejor calidad, libre de impurezas, que pueda fijarse en nuestra anatomía metafísica para proceder al nacimiento segundo. Veamos lo que a este respecto dice el Corán en sus versículos del 11 al 36 del capítulo LVI:

“Los elegidos estarán más próximos al Eterno. Habitarán en el jardín de las Delicias. Gran número de ancianos y algunos jóvenes, serán huéspedes dichosos. Reposarán en lechos adornados de oro y piedras preciosas. Se mirarán con afecto. Serán servidos por niños dotados de una juventud eterna. Y ofrecerán vino exquisito en copas de forma diferentes. Su vapor no se subirá a la cabeza ni obscurecerá la razón.

Tendrán a discreción las frutas que deseen; y las carnes de las aves más raras. Junto a ellos se hallarán los Huríes de hermosos ojos negros. La blancura de su tez será igual al brillo de las perlas. Sus favores serán el premio a la virtud. Las conversaciones frívolas serán desterradas de esta mansión. En el corazón no se albergará el mal. No se escuchará allí más que el dulce nombre de Paz. Que felices los que ocuparán la derecha, se pasearán entre nebos que no tienen espinas, y entre plátanos artísticamente dispuestos.

Gozarán de su espeso follaje. Junto a las aguas cantarinas. Allí una multitud de frutos diversos, se ofrecerán a la mano que desee cogerlos. Reposarán en lechos elevados. Sus esposas serán de una creación especial. Serán vírgenes. Les amarán y gozarán de la misma juventud que ellos. Con semejante esperanza de vida futura que muestra el libro sagrado, bien merece la pena esforzarse por alcanzar tan elevado premio alimentándose con lo sustancial.

Así mismo, no podemos pasar por alto las palabras contenidas en el Apocalipsis, C.18, V. 3: “Porque todas las gentes han bebido del vino del furor de su fornicación, y los reyes de la tierra han fornicado con ella... ¿Acaso hemos olvidado las siguientes palabras? “Yo soy el pan de vida, yo soy el pan vivo, el que coma mi carne y beba mi sangre tendrá la vida eterna y yo le resucitaré. El que coma mi carne y beba mi sangre, en mí mora y yo en él.”

Quienes se entregan en cuerpo y alma a éste alimento, reservado para los pocos, podrán conseguir una felicidad constante, por la consumación de la Gran Obra. Y prosiguiendo con el Corán en sus versículos del 39 al 47 del capítulo XXXVII, dice así: “Los verdaderos servidores de Dios gozarán de la felicidad. Tendrán alimentos escogidos y frutas exquisitas, y serán servidos con honor. Los jardines de la voluptuosidad serán su Asilo. Llenos de mutua bienaventuranza, reposarán en el lecho nupcial. Se le ofrecerán copas de agua pura. Limpia y de un sabor delicioso. Ella no ofuscará sus rostros ni les harán insensibles. Junto a ellos habrá vírgenes intactas. Y bajarán humildemente los ojos”

En los versículos del 22 al 28 en el capítulo LXXXIII, podemos leer: “Los justos serán los huéspedes de la mansión de las delicias. Acostados en el lecho nupcial, se dirigirán sus miradas por doquier. Brillará en su frente la alegría. Beberán un vino exquisito y sellado. El sello será el Almizcle, que quienes deseen la dicha se esfuercen en merecerla. Este vino estará mezclado con agua de Tasnin. Preciosa fuente donde apagarán la sed los que estén más cerca del Eterno.

La vía del alquimista nos ofrece el cuerno de la abundancia, pero debemos saber, que es necesario realizar un esfuerzo consciente para conseguirlo. La imagen de los cuernos de la abundancia en forma de X, aseguran las riquezas materiales. Misma que la posesión del mercurio asegura a los trabajadores en la Gran Obra. En hebreos, C.V; V.12; podemos leer lo siguiente: “Que tengáis necesidad de leche y no de manjar sólido” En el V. 13 está escrito: “Que cualquiera que participe de la leche, es inhábil para la palabra de la justicia, porque es niño. En el V. 14; Más la vianda firme es para los perfectos, para los que por la costumbre tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

Hoy en día, la humanidad como niño inhábil para la alquimia, necesita leche, es decir, el primer alimento, el más básico que todo mamífero recibe al nacer. Pero esto hay que entenderlo. Esta humanidad, en su mayoría, no está preparada para digerir una información o enseñanza más trascendental o “una vianda más firme”, pues la ilusión en la que está inmersa, la hace inmadura ante el perfecto desarrollo de los Maestros autorrealizados.

Buscar en uno mismo no es fruto de un vago consejo, al contrario, es la praxis de una necesidad imperiosa de crecimiento interior, que corresponde a la propia realidad. Contrario a lo que pareciera “Crecer es encogerse hasta el pasado original, para reencontrar el Átomo inicial”.

Entonces los alquimistas aconsejan sabiamente: “Acepta la energía de tus bajezas, no te niegues a verlas”. Porque saben muy bien que: “El sol de tu alma empieza allí donde intentas invertir la polaridad del plomo”. Y prosiguen contumantes: ¡El odio no es más que amor que aún no ha pasado al estado de piedra filosofal! Místicos, cabalistas, tántricos o Filósofos como Platón en “el Banquete” coinciden: “Para conseguir un bien tan grande, la naturaleza humana difícilmente encontraría un auxiliar más poderoso que Eros. Todo hombre debe honrar a Eros. Y Sta. Teresa de Jesús dice: “Ha de haber cruz mientras vivimos. No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho y así lo que más os despertare a amar, eso haced. Así pues, no tenemos más capacidades que el más humilde de los hombres”.

Los hermanos mayores también nos dicen: “Nunca hemos sido designados por lo que llamáis Dios, para desarrollar presuntos poderes. Solo somos nosotros mismos, mientras los habitantes de la tierra aún no son ellos mismos(..) Nuestra fuerza radica en el hecho de haber comprendido que no debemos esperar nuestro desarrollo de una fuerza externa a nosotros.

Así es que la verdad primera y última, es el motor de todo avance espiritual. Por lo que se hace necesario comprender que nada es externo a nosotros mismos, todo está en el interior. Microcosmos implica “desde lo más ínfimo hasta lo más grande, desde la bóveda estrellada que contemplamos por las noches, hasta la célula observada a través del microscopio”. Los verdaderos esponsales siempre serán sagrados, fueron creados por la divinidad, cualquiera que sea su forma o el reino en que ven la luz.

Por ello son los elementos arquitectónicos de la construcción del alma o elevación de las conciencias. El acoplamiento del espíritu y la materia es un acto de alquimia suprema. La ascensión de la Kundalini a lo largo de la columna vertebral ilustra esta búsqueda de fusión o acoplamiento.

Jesus, S.G., M.G. Capítulo 6º El alimento.

Añadir un comentario