Introducción
Los antiguos alquimistas se sirvieron del símbolo para enseñar la preparación secreta de su antimonio. Este es una parte de nuestro Ser que se encarga de ir fijando los átomos de oro a nuestros cuerpos existenciales hasta convertirlos en oro puro. Es nuestro alquimista particular interior.
Los Egipcios lo representaban bajo el símbolo del ojo solar. Entre los Masones figura éste mismo símbolo rodeado de una gloria en el centro de un triángulo, así mismo la letra G en medio de una estrella radiante, hace alusión al antimonio de todos los Adeptos.
Basilio Valentín quien escribiera todo el secreto de la Gran Obra en su manuscrito Azoth, da el sobrenombre de peregrino o viajero al Mercurio hermético.
Icon peregrini representan al Mercurio hermético bajo la imagen de un peregrino que asciende por un sendero abrupto y rocoso, en un paraje de peñas y grutas. Tocado con un ancho sombrero plano, se apoya con una mano en su bastón, y con la otra sostiene un escudo en el que figura el sol y tres estrellas.
Unas veces joven, alerta y vestido con cuidado, y otras viejo, cansado y miserable, es seguido siempre por un perro fiel que parece compartir su buena o mala fortuna. El viejo alquimista, artesano de la fortuna de los Vallois y señores D´escoville vivió como un sabio, según los preceptos de disciplina y de moral filosóficas.
Le decía a su hijo en el año 1.445 que no podía seguir el ejemplo ni llevar la vida de los poderosos sin traicionar sus convicciones. Es probable, que a los setenta años, sin otra preocupación material que sus obras, acabara en el castillo de Flers una existencia de labor, de calma y de simplicidad en compañía de los dos amigos con quienes había realizado la Gran Obra. Sus últimos años, fueron consagrados a la redacción de las obras destinadas a la educación científica de su hijo, conocido con el epíteto del “Piadoso y noble caballero”. Allí decía: En el nombre de Dios todopoderoso, sabe, hijo mío bienamado cuál es mi intención por los extremos que a continuación declaro:
Cuando, en los últimos días de mi vida, mi cuerpo esté presto a ser abandonado por mi alma y no haga sino esperar la hora del Señor y del último suspiro, es mi deseo dejarte como testamento y última voluntad estas palabras, por las cuales te serán enseñadas muchas cosas hermosas relativas a la muy digna transmutación metálica... Por eso te he hecho enseñar los principios de la filosofía natural, a fin de hacerte más capaz para esta santa ciencia.
Es muy común en estos tiempos materialistas y consumistas, tener un desconocimiento total del uso correcto de la ciencia de la alquimia, es por eso que nos proponemos ser poste orientativo de “Como y para qué ser alquimista”. Es bien cierto que hemos perdido mucho tiempo mendigando y buscando la verdadera enseñanza como dijera Nicolás Flamel: La alquimia se escribió veladamente, para los que conocen de éstos trabajos. ¿Que tanto de oro hay en nosotros? ¡Si tenemos oro podremos fabricar más oro!, o dicho de otra manera, ¡si tenemos conciencia sobre nuestra realidad, podremos seguir desarrollando nuestros valores espirituales!.
La alquimia se practicaba en China, según algunos documentos fechados en el año 4.500 a de C.; así mismo existen textos Védicos y Budistas en donde mencionan a un misterioso compuesto llamado “líquido hataka” capaz de transformar el bronce en oro puro. En el camino hacia el Ser, nuestro Dios interior, la única fórmula válida ya fue dada en su día por el Maestro de Maestros, siendo hoy tan actual como lo fue entonces.
“Niéguese así mismo, tome su cruz y sígame”. Será éste axioma junto al camino estrecho el que nos lleve a franquear la puerta angosta, indicados por El Salvador, Jesús, hijo de María y José, nacido en un establo entre animales y anunciado su venida por un Ángel así como por una estrella, que guiara a cuantos quisieron conocer al niño de oro, o Rey de Reyes.
En toda época la fórmula de la alquimia ha sido muy bien escondida develándose solamente a quien diera pruebas de su anhelo hacia la comprensión de los misterios de Dios. Es así como lo atestigua un manuscrito conservado en la Biblioteca Marciana de Venecia, donde figura la fórmula del juramento, según la leyenda, por Ammael a Isis, esposa de Osiris: Juro por el cielo, por la tierra, por la luz, por las tinieblas; juro por el fuego, por el aire, por el agua y por la tierra, juro por la altura del cielo, por la profundidad de la tierra y por el abismo del Tártaro, juro por el Mercurio y por Annubis, por los ladridos del dragón Chercurobos y del can tricéfalo cerbero, guardián del infierno, juro por el barquero del Aqueronte, juro por las tres parcas, por las furias y por la maza, que nunca revelaré estas palabras a nadie más que a mi hijo noble y encantador.
Y ahora ve busca al agricultor y pregúntale qué es el grano y que la cosecha, de él aprenderás que quien siembra trigo recibirá trigo, y quien siembra cebada recogerá cebada. Ello te conducirá a la idea de la creación y de la generación; recuerda que el hombre hace nacer al hombre que el león hace nacer al león, que el perro reproduce al perro. Del mismo modo el oro produce oro, he aquí todo el misterio.
Esta enseñanza que ponemos al servicio de la humanidad, tiene el propósito de entregar la clave que nos permita, sin diferencias de credos, educación o de cualquier otra índole, conocer el Gran Arcano, tal como lo hiciera el alquimista y difusor por excelencia de éstos misterios, Samael Aun Weor. Has de saber que eres un privilegiado por conocer la clave del arcano (alquimia); o por estar en puertas de recibir la develación, así mismo, única vía para llegar al Absoluto y conseguir la liberación de toda atadura materialista.
Todo el secreto se esconde en las siglas V.I.T.R.I.O.L.; que quiere decir: Visita Interiora Terra Rectificando Invenies Ocultum Lapidem. Visita el interior de la tierra, rectificando descubrirás la piedra escondida. No cabe duda que para quien conoce la clave del gran arcano, éstos datos son suficientes para descender los nueve escalones que se requieren para así templar la espada con el fuego que arde, pero que no quema.
Sin embargo, no es menos cierto que por muchos años ha estado a la luz éste enigma y la humanidad no lo ha sabido interpretar correctamente, por lo mismo se ha sumido, en la medida que pasaba el tiempo, en una oscuridad total, alejándose de todo principio ocultista que le acercara a su realidad Espiritual. Distintos alquimistas del medioevo hacen énfasis en señalar que el arte de la alquimia no se aprende en los libros, sino a través de la develación de un Maestro perteneciente al circulo solar de la Blanca Hermandad.
La ciencia alquímica no se enseña. Cada cual debe aprenderla por sí mismo no de manera especulativa, sino con la ayuda de un trabajo perseverante... así afirma Fulcanelli. Y añade Nicolás Flamel: “No se escriben más que para quienes ya saben esos principios, los cuales no se encuentran jamás en ningún libro”. Paracelso, nos enseña de manera velada el misterio alquímico o el sendero del amor: “El principio es uno en el varón, otro en la mujer”. Los opuestos se fusionan para poder crear, una fuerza positiva y una fuerza negativa, uniendo ambas da como resultado la fuerza neutra, la que las concilia y así se crea...
En la segunda epístola de San Pablo a Timoteo, C. II, 20 podemos leer: En una casa grande no hay sólo vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y los unos para usos de honra, los otros para usos viles. Siendo Fulcanelli quien nos devela esta epístola. “Los grandes maestros la llaman trabajo de mujer y juego de niño, y le aplican el viejo axioma hermético: una re, una vía, una dispositione.
Una sola materia, una sola vasija, un solo horno. Tal es nuestro vaso de barro, menospreciado, vulgar y de empleo común, que todo el mundo tiene ante los ojos, que no cuesta nada y que se encuentra en las casas de todas las gentes, pero que nadie, sin embargo, puede conocer sin revelación”. Así mismo Salomón Trismosin, en su libro “La toyson d´or” dice: Busca pues, con la luz de tu espíritu la luz que está envuelta en tinieblas, y aprende de ello que el sujeto más vil de todos según los ignorantes es el más noble según los sabios. Jacques le Tesson afirma: Si la técnica reclama cierto tiempo y demanda algún esfuerzo, como contrapartida es de una extremada simplicidad. Cualquier profano que sepa mantener el fuego la ejecutará tan bien como un alquimista experto.
Como podemos comprobar no siempre ha sido fácil reconocer el elemento con el cual se debería trabajar, y tenemos un ejemplo bien elocuente, en el caso de Trevisán, pues gastó toda su fortuna buscando la Piedra Filosofal y logró descubrir el secreto a los setenta y cinco años de edad, ya demasiado tarde. Si tuviésemos que citar a partir de cuando toma su máximo esplendor la práctica alquimista, habría que responder, en el siglo XIV.
En esa época distintos alquimistas empiezan a dar señales de su arte, haciendo demostraciones públicas del poder de la transmutación, también emergen a la luz los libros donde se entregaban la manera de operar en el laboratorio alquímico, pero siempre de manera velada. Médicos, monjes, artistas, científicos, políticos, aristócratas, etc., eran los alquimistas, un amplio abanico de la clase social de esa época. Los árabes fueron los responsables de entregar la antorcha de la alquimia a los europeos, en ese viaje de Oriente a Occidente, siguiendo la ruta del sol.
Donde se crearon las escuelas de regeneración en un régimen totalmente hermético. Pero si buscamos el origen de la ciencia alquímica, tendríamos que remontarnos a los tiempos más antiguos de la humanidad. Y para ello acudimos al conocimiento del V.M. Samael Aun Weor. “Cuando la mujer y el hombre formaban el Andrógino Primordial, el Adam Kadmon del génesis, es decir el hombre Protoplasmático de la primera raza que pobló la tierra.” Y añade:
“La transmutación pertenece al laboratorio del alquimista. El laboratorio del alquimista es el laboratorio de la naturaleza y el laboratorio de la naturaleza está dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, está constituido por todos esos utensilios que se simbolizan claramente en los viejos textos de alquimia.” Desde que el Maestro Samael Aun Weor, develara el arcano, muchos hemos puesto en práctica sus enseñanzas y hoy somos los mismos alquimistas de antaño, que proseguimos en éste trabajo intentando superar las limitaciones que nosotros mismos hemos creado.
Es hora de tomar conciencia del valor que tiene para nuestras vidas el conocer el significado del Arcano o Gran Arcano, no podemos quedarnos pasivos con un dato intelectual más en nuestra vieja memoria, es preciso que nos decidamos a seguir la senda de la castidad, (virtud del que se abstiene de todo goce sexual ilícito) entendiendo por ilícito la adulteración, fornicación así como toda perdida de la energía seminal. Siendo castos podremos convertirnos en verdaderos hijos de Dios. Lamentablemente se confunde la palabra castidad con la de celibato, ya hemos definido que es ser casto. Ahora definiremos celibato; (es el estado de soltero o soltera).
Como podemos comprobar entre una palabra y la otra hay un abismo, por lo que deducimos que no necesariamente un soltero o célibe es casto, ya que ser casto implica una actitud de regeneración y sobre todo de lucha contra las pasiones desordenadas y luciferinas que habitan en los instintos de todas las criaturas que están en el estado animal, como por ejemplo; el animal intelectual el hombre.
La atracción que sufrimos por nuestro complemento en vías de recuperar el Androginismo es algo natural, e incluso completamente normal y máxime que en tiempos remotos éramos seres disfrutando de esa doble polarización del sexo, la Arcadia fue el escenario de aquella raza Solar, donde el sentimiento por lo opuesto estaba totalmente controlado. Platón nos hace reflexionar con su comentario:
En otro tiempo la naturaleza humana era muy diferente de lo que es hoy. Primero había tres clases de hombres; los dos sexos que hoy existen, y uno tercero, compuesto de estos dos, el cual ha desaparecido conservándose sólo el nombre. Este animal formaba una especie particular, y se llamaba andrógino, porque reunía el sexo masculino y el femenino; pero ya no existe y su nombre está en descrédito.
Las leyes involutivas entraron en el escenario de la vida y comenzó a degenerarse la raza humana, sufriendo la espantosa salida del Edén; desde entonces la atracción por el sexo opuesto, sigue siendo una fuerza instintiva que hay que dominarla, comprenderla y finalmente destruirla, para que así nazca la virtud de la Castidad. Hoy en día la humanidad está actuando de manera inconsciente, en contra de su naturaleza, dando por bueno, lo que no es y negando la virtud, ya que ha perdido la facultad de la sabiduría...
De la misma manera que los bosques se están quemando, las tierras están quedando desérticas, ríos y mares así como nuestro aire contaminados, debido a diversos motivos se puede decir, que nuestro planeta está enfermo; por lo mismo nosotros también lo estamos. No hay vida pura, es más bien la misericordia de nuestra Madre naturaleza, que nos permite seguir existiendo. Estamos acabando con nuestro medio ambiente; así como con nuestra naturaleza interior, se requiere de un cambio radical, para poder sanar.
La alquimia nos permite desarrollarnos sanos y fuertes, para poder disfrutar de la vida en toda su manifestación, y así vivirla de manera consciente y plena. Hoy a los momentos de dicha llamamos felicidad, cuando la humanidad en su mayoría desconoce por completo que es la felicidad...; Así siguen su camino hacia la vejez de manera mecánica, más sin embargo, se consideran que son capitanes de su propio barco, pero la verdad es que son leños en alta mar, arrastrados según la fuerza de las mareas.
Es muy triste ver como todo se consume, y aún piensan de sus vidas que es producto de la evolución del hombre...; más bien tenemos que decir que estamos viviendo de manera involutiva, siendo el comportamiento del ser humano, cada vez más despiadado, grosero e intolerante y ¿esto es evolución? Es tarea ardua y poco reconocida la del alquimista, no en vano en la edad media trabajaban en secreto, ya que sus vidas corrían peligro por la intransigencia de la época, así como del fanatismo corrupto de quien tenía el poder.
Hoy en día no estamos en esos momentos, para bien de la humanidad, pero de alguna manera quien quiera trabajar en la alquimia, seriamente, tendrá que nadar contra corriente y someterse a las leyes Divinas, que distan mucho de las terrenas. El pago a nuestro trabajo será en justicia a nuestros méritos, de eso podemos estar bien seguros, ya que la Ley objetiva o divina, no se queda con nada que no le pertenezca. “Busquemos a Dios y su justicia y lo demás se dará por añadidura.”
En el Evangelio según Tomás, apócrifo gnóstico, podemos leer: Jesús ha dicho. Hay muchos que están cerca de la puerta, pero son los aislados los que entrarán en la cámara nupcial. Si quienes os guían os dicen mirad, el Reino está en el cielo, los pájaros del cielo os aventajarán; si os dicen que está en el mar, entonces los peces os aventajarán. El Reino está en vuestro interior y fuera de vosotros. Cuando os conozcáis, seréis conocidos y sabréis que sois los hijos del Padre que está vivo. Pero si no os conocéis, estaréis en la pobreza y seréis la pobreza. En el libro de las Mutaciones se dice: El cielo engendra al agua por medio del UNO.
Esto es justamente la verdadera fuerza del Gran UNO. Si el hombre alcanza ese UNO se vivifica; si lo pierde, muere. Los adeptos han enseñado a la gente a tener firme lo primordial y a preservar el UNO; ése es el curso circular de la luz y la preservación del Centro. Si se preserva esta legítima fuerza, puede uno alargar su tiempo de vida y aplicar luego el método para crear un cuerpo inmortal, fundiendo y mezclando.
La bula Spondet Pariter, lanzada en 1317 contra los alquimistas por parte del Papa Juan XXII trata de desacreditarlos, mencionamos algunos de ellos que supieron trascender los impedimentos de las distintas épocas. “Artefio, hacia 1130; en el siglo XIII vive el ilustre monje inglés Roger Bacon, 1214; en Francia con Alain de I´sle doctor por París y monje del Císter (muerto hacia 1298); Cristóbal el Parisiense, hacia 1260; Arnaldo de Villanova entre 1245 y 1310; en Italia brillan Tomás de Aquino, Doctor Angelicus 1225 y el monje Ferrari en 1280; en el siglo XIV, Raimundo Lulio, Doctor iluminatus, Franciscano Español entre 1235 y 1315; Juan Daustin filósofo inglés, Juan Cremer, abad de Westminster; Roberto el Inglés, autor del Correctum alchymiae, hacia 1330; el Italiano Pedro Bon de Lombardía; Guillermo de París, patrocinador de los bajorrelieves herméticos del atrio de Notre Dame.
Entre otros hombres y mujeres que supieron transmutar el plomo en oro...
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