El castillo del Alma
Un día, el rey invitó a José a un banquete, al cual asistieron también príncipes del más alto rango. Y comieron, bebieron y se regocijaron todos en la mayor medida. Y el rey dijo a José: Anciano, voy a hacerte una petición, para que la ejecutes.
José dijo: Ordena, señor. Y el rey dijo: Quiero que me construyas un palacio espléndido, con un salón muy elevado y de puertas a dos batientes.
Le darás, alrededor, lámparas y asientos; lo adornarás con formas, contornos, figuras y dibujos elegantemente esculpidos; representarás, sobre los capiteles, toda especie de animales; con el escoplo pulirás las superficies, y con el cincel formarás ornamentos entrelazados; lo harás accesible por una escalera sólidamente enclavijada; derrocharás todos los recursos del arte deportivo; emplearás profusión de maderas macizas de todas clases; y, por encima, colocarás una cúpula cimbrada, que establecerás sobre el plano de un templo, lo que sabes hacer de maravilla.
Y por tu trabajo, te daré el doble de lo que necesitas para tu subsistencia. José dijo: Sí, rey, ejecutaré tus ordenes. Pero manda que me traigan maderas incorruptibles, para que las examine. Y el rey dijo: Se hará como quieres.
Y el rey, con los príncipes de alto rango y con José, se dirigió a un sitio pintoresco, en que había hermosas praderas, numerosas fuentes, un estanque en forma de anfiteatro y una elevada colina al borde del agua. Y el rey ordenó a José que midiese el emplazamiento. Y José lo midió a lo largo y a lo ancho, como el rey le había mandado, y se puso a construir.
Más, cuando quiso rematar la labor de la cúpula, halló que una pieza de madera no se ajustaba, por ser demasiado corta. José, contrariado, no sabía que hacer. Y, en aquel instante, el rey sobrevino, y advirtiendo la turbación de José, le preguntó: ¿Por qué estas preocupado y sin trabajar?
Respondiéndole José: He laborado en este maderamen con gran esfuerzo, y salió fallida mi obra. Y el rey dijo: Mandaré que te traigan madera más larga...
Y Jesús preguntó: ¿por qué estáis aquí tristemente sentados, desocupados y silenciosos? Y el monarca repuso: Todo está acabado, como ves, y, sin embargo, falta algo. Jesús dijo: ¿De qué se trata? El rey dijo: Mira esta madera esculpida, y comprobarás que es demasiado corta, y que no encaja en la otra bien.
Y Jesús, cogiendo el otro extremo de la madera, dijo a José: Tira en línea recta, para que no se note que esta madera es demasiado corta. Y los allí presentes creyeron que el niño bromeaba. Mas José tuvo fe en la voluntad de Jesús, y, extendiendo la mano, se apoderó de la madera, y ésta se alargó en tres palmos.
Y, cuando el rey vió el prodigio que había hecho Jesús, temió a este, se prosternó ante él, y le abrazó. Y le cubrió con un vestido real, le ciñó la cabeza con una diadema, y lo envió a su madre, Y José terminó todo el trabajo de la construcción. Y el rey, a quien contentó en extremo, gratificó a José con mucho oro y con mucha plata, y le remitió a su casa lleno de alegría.”
El Castillo del Alma es la “Fortaleza Púrpura del Rey”, del Intimo. El trabajo con las Serpientes de Fuego, nos confiere El Traje de Bodas del Alma; el trabajo en la Luz convierte los Cuerpos Solares en oro puro. Este es un trabajo superior, realizado por el Cristo Intimo dentro del Alma Humana.
Este Castillo, Fortaleza del Rey Intimo está realizado con todos los recursos del arte deportivo, es decir el “Ars Regis”, el trabajo con el Mercurio y el Azufre. “El Mercurio debe ser purificado incesantemente mediante la ciencia transmutatoria y desintegrando los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos”.
Pulir, adornar y perfeccionar este Castillo significa dar forma a la Piedra bruta, haciendo del trabajo alquímico un acto de oración, plasmando formas, figuras y dibujos, creando cuerpos, dando disponibilidad a las distintas Partes del Ser, desarrollando virtudes. Esta creación interna, el Alma se la entrega al Intimo, para que el Espíritu tome posesión de su nueva naturaleza, que no es carne de pecado, no viene de Adán, son los cuerpos de Oro, incorruptibles.
Solo el Cristo Intimo puede completar el trabajo final de la construcción del Castillo del Rey, porque él en sí mismo viene del Padre de la parte de arriba, del Primer Misterio, y de la parte de abajo nació del Espíritu Santo. Las Tres Fuerzas Primordiales de la Naturaleza están reunidas en El. El viene a completar este trabajo, toma posesión de su Vestidura, el Cuerpo Causal Cristificado.
Todo aspirante a realizar en sí mismo la Gran Obra del Padre, comienza a prepararse, a través del Sacrificio. Pero existen distintos tipos y niveles de sacrificio; existe el sacrificio, unido al esfuerzo que requiere la lucha diaria por ganarse el sustento y a la vez no perder los valores espirituales. Existe sacrificio cuando renunciamos a la pasión animal, transformando el Fuego en Luz. Existe sacrificio cuando desinteresadamente ayudamos y nos esforzamos por nuestros semejantes.
Existe sacrificio en el estudiante de la Gnosis que compagina equilibradamente su mundo exterior de relaciones humanas y su universo interno, ciudad del alma. Existe sacrificio en el misionero que renuncia a una vida cómoda y se esfuerza por ayudar a otros. Todos estos niveles de sacrificio son necesarios para empezar a caminar en el sendero de la Iniciación, más sin embargo, para la encarnación del Hijo del Hombre se requiere un sacrificio mayor, muchas veces no entendido por aquellos que no están dispuestos a dejarlo todo por la encarnación de este Niño de Oro.
El Cristo Intimo requiere dedicación absoluta, amor incondicional al Ser, es muy exigente con el Alma. El ha venido a cumplir la voluntad de su Padre, restituir la luz primordial a las distintas Partes del Ser y necesita que el Alma tenga disponibilidad al Ser. El es el punto de conexión entre la Tierra y el Cielo.
Con la encarnación del Verbo Solar, se introducen en el Alma los Atributos del Ser, las diversas Partes del Ser, en la medida que el Cristo las va rescatando. Conforme el Cristo Niño entra en contacto con cada una de las Partes del Ser, una virtud, una facultad, un poder, un valor, un atributo del Ser se deposita en el Alma. Esta es la verdadera Revolución de la Conciencia, la milagrosa transformación interna que está sufriendo en silencio y en secreto, desconocido para el mundo, revelado solo para el Alma y la Madre Divina.
“Y, al día siguiente, José se levantó temprano, tomó al niño y a su madre, y fue al pueblo de Nazareth, a la casa en que moraban antes, y en la que permanecieron dieciocho años. Y Jesús tenía doce, cuando llegó a Nazareth, lo que da la suma de treinta años”.
Esta peregrinación íntima de La Sagrada Familia de ciudad en ciudad en nuestro país psicológico, en secreto, protegiendo al niño de todos los peligros, las realiza el Cristo Intimo mientras va creciendo y levantando las Serpientes de Luz, con las Iniciaciones Venustas. Después entrará en un periodo de muerte, trabajando por la desintegración del ego en la Segunda Montaña.
Solo se revelará al mundo cuando la fortaleza, virtud, perfección, extraordinaria pureza, voluntad y amor del Padre residan en Él constantemente y tenga que completar la Obra de Sacrificio y Muerte que requiere la Resurrección. Entonces vivirá la Pasión por el Señor, será alabado por unos pocos y condenado por muchos y de esa manera salvará a esa Alma, y volverá al Padre.
Sin sacrificio no florece la rosa, sin dolor no hay reflexión, sin muerte no hay resurrección. Esta es la Primera Purificación a base de hierro y fuego.
Doctrina Gnóstica develada por Samael Aun Weor
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