La bella Helena

La bella helenaPlaticaremos un poco sobre la bella Helena. Dice Homero que ésta era la esposa de Menelao, y afirma que se fue con París, que ese gran guerrero y príncipe, la trajo a Troya.

Sucedió que hubo una gran guerra, que duró 20 años. Mucho es lo que dice La Iliada sobre aquella guerra, en la que Troya fue asediada por los griegos, “los Aqueos melenudos”, de “hermosas grebas y obscuras faces”, como dijera Homero, etc., etc., etc.

Describe “La Iliada”, a Agamenón, “el que desde lejos manda”; a Ulises, el astuto guerrero, destructor de ciudadelas; a Héctor, el troyano; al anciano Príamo, a Eneas, a Helena, y muchísimos personajes que en el fondo, resultan más atlantes que griegos o troyanos.

Homero obviamente, fue un gran Iniciado. Afirman que era ciego y que vivía, pues, de la limosna pública, cantando sus versos de pueblo en pueblo en toda la tierra helénica. Obviamente, la ceguera de Homero es meramente simbólica. Realmente, él no poseía ninguna ceguera, tenía sus ojos muy buenos.

Con esto de la ceguera, únicamente se quería afirmar que no solamente veía las cosas del mundo físico, sino además, las cosas de los mundos internos. Es decir, que era un gran Iniciado, un gran clarividente. Bien vale la pena, pues, pensar un poco en esa “Iliada” y en esa “Odisea”.

En los tiempos de Homero, ya de Troya quedaban solo las ruinas. Y este hombre, basado únicamente en las tradiciones y en su potente clarividencia, escribió sus obras maravillosas. En cuanto a la bella Helena, no quiero negar que físicamente no haya existido, pero encaja dentro de un drama simbólico extraordinario.

Hace algún tiempo, un alemán logró descubrir las ruinas de la vieja Troya en Grecia, como antes se suponía; se le encontró en Turquía. Lo más curioso del asunto fue que se descubrieron siete Troyas en el subsuelo, lo que indica que siete veces fue destruida la ciudadela. Tan pronto era arrasada, volvía a ser reedificada en el mismo lugar; por eso se pudieron catalogar, claramente, las siete Troyas.

Prueba fundamental de que sí existió la bella Helena, está en el tesoro del anciano Príamo. Se dice que, entre las riquezas halladas está la corona de la bella Helena, así como su vajilla de oro y de plata y de piedras preciosas. De manera que, tiene realidad la bella Helena.

El arqueólogo que hizo tan magno descubrimiento, no se sabe a donde llevó tan ricos tesoros. El gobierno turco quiso oponerse a que aquellas riquezas fueran sacadas de Turquía, pero el arqueólogo logró negociar pues, con el gobierno aquél. Entiendo que esas riquezas fueron llevadas a algún museo importante, tal vez al de Londres, tal vez al de París, al Louvre, esto último no lo sé exactamente. Lo que sí sé, es que fue descubierto, pues, el tesoro del anciano Príamo, y eso de por sí, es bastante interesante.

Resulta encantador todo ese relato que Eneas, el troyano, hace sobre su salida furtiva de aquella ciudadela: cómo sacó él sus Dioses Penates, cómo salvó a su padre, ya anciano; cómo sacó de entre el humo y el fuego de aquella ciudadela que ardía a todos sus familiares; su viaje, luego, hacia la antigua Hesperia. No hay duda de que todo eso es encantador. Quien haya leído “La Eneida”, no puede menos que sentir un gran placer, al saborear, dijéramos, aquéllos versos. Y Virgilio, que es el autor de “La Eneida”, se manifiesta allí, pues, como un gran poeta. Un lenguaje muy rico, es el que usa también el poeta Virgilio.

Y así llegamos a la tierra de Calixto, donde la cruel maga Circe, con sus yerbas, ha convertido a los hombres en cuerpos de bestias, de fieras. Bueno, pero para no ir tan lejos en todo este terreno de la literatura, porque no nos alcanzaría esta noche, se nos iría platicando sobre la literatura de Homero, de Virgilio, etc., nos concretaremos a la cuestión de la bella Helena.

Digo que, ciertamente, existió como mujer de carne y hueso, pero que esotéricamente, es simbólica. Y claro, todo esto merece una explicación.

Fausto, por ejemplo, en alguna ocasión hizo aparecer a la bella Helena. Algunos jóvenes muy curiosos, de aquélla época, manifestaron el anhelo de conocer a la bella Helena; lo vieron por ahí, y le dijeron que ellos querían verla físicamente. ¡Calcule usted: ya, después de muerta, hace tanto tiempo, y ellos querían verla! Bueno, Fausto era un gran mago y no tuvo inconveniente alguno en invocar a la bella Helena.

Dicen que salió de un recinto, y al volver a entrar otra vez, en el mismo, los jóvenes que aguardaban se sorprendieron al verlo de brazos con la bella Helena de Troya. Allí estaba, materializada físicamente; parecía una mujer de carne y hueso. La describen con una belleza inefable, inconcebible. Afirman que la bella Helena que apareció ante los jóvenes, e invocada por el doctor Fausto, tenía un cabello rubio que parecía una cascada de oro, que llegaba hasta sus pies; amplia frente, nariz recta, labios finos y delicados, ojos azules que parecían contemplar la aurora; de talle esbelto y delicado, de mediana estatura. Bueno, miró a los jóvenes y ya ellos sintieron que sus corazoncitos se les “derretían”; quisieron pues, que hubiera sido ella, realmente, de carne y hueso.

El doctor Fausto la presentó ante los jóvenes y después salió, otra vez, de brazos con ella del recinto. Claro, ellos le solicitaron al doctor Fausto, como no había aparatos de fotografía en aquélla época, la dejara pintar, pues algunos sabían pintar. El doctor Fausto se negó a ello, pero les prometió una fotografía, de la misma para después. Y ciertamente, cumplió su palabra.

Era, pues, un gran esoterista el doctor Fausto. Tiempo atrás, él había realizado otro prodigio semejante: había invocado nada menos que ante Carlos V, al Emperador Carlo Magno y a su esposa, y ambos aparecieron físicamente, visibles y tangibles. Era pues, a todas luces, un gran teurgo, poseía poderes extraordinarios.

Así pues, como he dicho, el simbolismo sobre la bella Helena reviste las más diversas versiones. Porque tenemos el caso de Simón el Mago. Este, a pesar de que era gnóstico, y que muchos lo consideran como “el padre de los gnósticos”, cosa que no es verdad, se desvió por el camino de la magia negra. Afirmaba, Simón el Mago, que él estaba casado con la bella Helena; pero ciertamente, la que acompañaba a Simón el Mago no era la bella Helena: era una prostituta que él había encontrado por ahí, muy hermosa y de apariencia majestuosa, y se llamaba Helena, y afirmaba el Mago, que esa era la bella Helena.

Vean ustedes todos estos simbolismos magníficos. Los griegos decían que la bella Helena era hija de Zeus Tempestuoso, “el que amontona las nubes” y de Leda, la Vestal griega. Nosotros no podríamos negarlo.

Examinando, pues, este asunto a la luz de la mitología griega, descubrimos que Zeus Tempestuoso “el que amontona las nubes”, no es otro que nuestro Padre que está en secreto, y que Leda, la Vestal griega, no es sino nuestra Divina Madre Kundalini. En cuanto a la bella Helena, pues ciertamente es el Alma Espiritual de todo hombre que viene al mundo.

Pero el doble aspecto de las Polaridades, es una tremenda realidad. El Budhi, en relación con nosotros, está polarizada, pues, en la forma de la bella Helena, pero en relación con las mujeres, ya cambia la cosa: en relación con ellas, ya es el Bienamado. En todo caso, el Budhi es el Alma Espiritual, y eso es obvio.

La bella Helena de Troya, pues, viene a simbolizar al Alma-Espíritu, y nos toca luchar para conquistar a esa Alma-Espíritu, a ese Budhi de los teosofistas, a esa Alma Inmortal, a esa Walkiria. Uno se asombra, en los mundos internos, cuando encuentra dentro del Templo, no a una sola bella Helena, sino a muchas bellas Helenas, a las Walkirias. Uno ya sabe que esas Walkirias, cada una, corresponde a un Maestro. Cada Maestro, pues, es doble: cada quien tiene su Alma Humana, que es masculina; cada quien tiene su Alma Espiritual, que es femenina, a su Walkiria. Esa es la bella Helena.

El mismo doctor Fausto, pues, estaba casado con la bella Helena. Las gentes tomaron eso “a la letra muerta”, ¿no? Pero esotéricamente, quiere decirse que el doctor Fausto había logrado ya ese desposorio con su Walkiria.

Antaño vemos, con Simón el Mago, una profanación a la bella Helena. Una prostituta que había conseguido él mismo, y dijo que “esa era la bella Helena”. Con esto vemos perfectamente, en Simón el Mago, la profanación, la magia negra; porque la bella Helena, en sí misma, no es otra cosa sino la hija de Zeus Tempestuoso, “el que amontona las nubes” y Leda, la Vestal griega.

Zoroastro se desposó con la bella Helena, el día de la Resurrección. Nietzche, en su obra titulada “Así hablaba Zaratustra”, le menciona. Zaratustra y Zoroastro, es el mismo. Recuerdo como comenzaba esa obra Nietzche, refiriéndose a Zaratustra, diciendo. “Vengo a hablaros del Super-Hombre.” Y ese fue el error de Nietzche: creer que ya había llegado la edad del Super-Hombre, cuando todavía no se ha llegado al estado humano, al estado de hombre verdadero, un error grave.

Nos habla Nietzche de la caverna donde Zaratustra meditaba. Dice que Zaratustra vivía en una cueva de ermitaño, y que una mañana mirando al Sol naciente dijo: “¡Oh Rey Astro grandioso, hace 10 años llegas diariamente a mi caverna. Si no fuera por tí, por mi Aguila y por mi Serpiente, ya me habría cansado de vivir en este lugar!” Y luego bajó de la montaña, Zaratustra, y encontró a un Santo que le dijo: ”¿A donde vas, Zaratustra?”

”Voy a la ciudad”. ”¿Y por qué vas allá?” ”Por amor a la Humanidad”. Entonces le responde el Santo:

”¿No es acaso por amor a la humanidad que yo estoy aquí, en este lugar? Yo entono cantos, los canto, y así alabo a Dios, que es mi Dios”. Zaratustra dijo: ”¡Me voy, no quiero quitar nada!” Y aquél Santo envolvió un látigo y se lo regaló a Zaratustra. “Toma le dijo, te doy este pequeño consejo: si vais donde la mujer, no olvidéis el látigo”.

Muchos lo tomaron así, “a la letra muerta”, ¿no? Pero la cruda realidad de los hechos, es distinta: hay que tener un poquito de fuerza de voluntad, cuando se quiere trabajar en la “forja de los Cíclopes”. Pero los que no entienden de esoterismo, lo interpretan “a la letra muerta”.

Bueno, lo cierto fue que llegó a la ciudad Zaratustra, y dijo: Vengo a hablaros del Súper-Hombre. El hombre no es más que un puente en el camino, un peligroso mirar atrás; todo le es peligroso, ha llegado la hora del Súper-Hombre. He ahí, pues, la gran equivocación de Nietzche: hablándonos del Súper-Hombre, cuando ni siquiera hay hombres sobre la faz de la Tierra. Porque lo que hay son “humanoides”, es decir “mamíferos intelectuales”, pero no hombres, en el sentido completo de la palabra.

Bueno, en todo caso, Zaratustra cumplió una bellísima misión en la antigua Persia. Cuando resucitó, se fusionó o integró completamente con su Walkiria, con su Alma-Espíritu. ¿Por qué? Porque ese Budhi, o Alma Espíritu, como dice la Blavatsky en “La voz del Silencio”: “es un vaso de alabastro, fino y transparente, a través del cual arde la llama de Prajna”. Ese Budhi es, pues, la Walkiria, y obviamente, el Logoi Interior se reviste con el Budhi, está contenido en el Budhi el Alma-Espíritu.

Al integrarse, pues, el Alma Humana de Zaratustra con su Budhi o Alma-Espíritu, es decir, al fusionarse con su bella Helena, en la cual estaba ya completamente manifiesto el Logoi Divinal, quedó Resurrecto, mirando a través de los ojos de ella, platicando con la palabra de ella: íntegro, unitotal.

¿Qué se hizo Zaratustra? Eso nadie lo sabe; desapareció de aquélla caverna, es un Maestro inmortal.

Así pues, es bueno que ustedes vayan entendimiento lo que significa la bella Helena, en términos rigurosamente esotéricos. Cuando uno logra la integración con su Alma-Espíritu, dentro de la cual está el Logoi Divinal contenido, como en un vaso de alabastro, queda en uno constituida, en sí misma, la Piedra Filosofal, y eso es bastante interesantes.

Samael Aun Weor 

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