Hormigas y Abejas
Cuando examinamos un panal de abejas o un hormiguero nos quedamos asombrados ante dos cosas: la primera es la tremenda lógica, la absoluta exactitud y el orden maravilloso de estas sociedades comunistas de tipo marxista; la segunda es la falta de inteligencia individual en estas criaturas comunistas.
Realmente, estas sociedades de abejas y hormigas son de tipo comunista. Si un clarividente ejercitado investiga cuidadosamente a estos animales, puede descubrir con asombro que son los cuerpos físicos de seres que figuran en todas las tradiciones y cuentos folklóricos de la humanidad antigua.
Estos son los titanes o genios primitivos, ángeles caídos, etc., que existen en la tierra antes de que apareciera la primera raza humana.
Es natural que tuvieron que crear estados comunistas haciendo un tremendo esfuerzo intelectual y a base de espantosas dictaduras. Es también cierto que combatieron a todas las religiones y que únicamente se propusieron convertir al individuo en un autómata, en a rueda de una gran máquina social.
El resultado fue fatal. Los individuos perdieron iniciativa individual, la mecánica social se hizo rígida y severa, la inteligencia se atrofió en los individuos y la herencia se encargó de transmitir a los descendientes este automatismo, esta mecánica social para la cual la inteligencia ya no se necesita, sale sobrando y hasta resulta perjudicial.
Es urgente saber que a través de millones de años estas sociedades prehumanas fueron empequeñeciéndose y degenerándose pero conservando siempre, por herencia, los mismos movimientos automáticos involuntarios de su mecánica social. Este es pues, el origen de las abejas y las hormigas.
Este es el peligro del comunismo. La naturaleza quiere hacer individuos auto-conscientes, no autómatas. La pérdida de la iniciativa individual trae el automatismo y la pérdida de la inteligencia.
No debemos asombrarnos del pequeño cuerpo de las abejas y hormigas. Herodoto y Plinio nos hacen recordar en sus libros de Historia las leyendas de las hormigas gigantescas del Tibet.
Recordemos también que el lagarto es un cocodrilo enano. Así, pues, la reducción del tamaño es completamente normal en la Naturaleza. El hombre actual desciende de los gigantes antediluvianos.
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