Chapultepec
Chapultepec viene de dos raíces aztecas Chapul y Tepec. Chapul o chapulín significa grillo, Tepec, cerro puede pues, definirse este nombre azteca como cerro del grillo.
En la antigua Roma de los césares los grillos se vendían en jaulas de oro a muy alto precio.
En el museo de Antropología e Historia de la ciudad de México se halla un cuadro muy interesante relacionado con las enseñanzas que se impartían a los nobles y sacerdotes aztecas en sus templos secretos.
En este cuadro vemos a dos seres flotando sobre el cerro de Chapultepec; en la cúspide del cerro aparece un grillo en actitud de estar cantando; a un lado del paisaje aparece flotando un rostro humano de cuya boca salen dos ondas de luz que simbolizan al canto del grillo o que las dos personas, en actitud de flotar sobre la falda del cerro, deben producir el agudo y monótono sonido del grillo para poder entrar al templo.
El canto del grillo es la voz sutil que Apolonio de Tiana utilizaba para poder salir en cuerpo astral. Este es el silbo dulce y apacible que escuchó Elías cuando salió de la cueva en el desierto. (Véase I-Reyes 19, 12).
El ser humano es un trío de cuerpo, alma y espíritu. Entre el cuerpo y el espíritu existe un mediador, ese mediador es el cuerpo del alma, el cuerpo astral. El alma se tiene, el espíritu se es.
El cuerpo astral tiene algo de humano y algo de divino y está dotado de maravillosos sentidos con los cuales podemos investigar los grandes misterios de la vida y de la muerte.
Dentro del cuerpo astral está la mente, la voluntad y la conciencia. En el cerro de Chapultepec existe un templo en estado de Jinas, es decir, dentro de la cuarta dimensión. A este templo se puede concurrir en cuerpo astral. El jefe del templo de Chapultepec es el Venerable Maestro Rasmussen.
Este templo está custodiado por celosos guardianes con espada desnuda. Durante las horas del sueño ordinario, todos los seres actuamos y viajamos en cuerpo astral, pero no todos recordamos al despertar lo que vimos, oímos o hicimos en este cuerpo.
Por las mañanas, al despertar de sus sueños, debe usted esforzarse por recordar lo que soñó. Sus sueños no son más que experiencias en el mundo astral. Anótelas cuidadosamente en una libreta.
Cuando haga sus prácticas, concéntrese en el agudo canto del grillo. El canto debe salir por entre sus celdillas cerebrales. Si la práctica es correcta, pronto estará usted en la transición que existe entre la vigilia y el sueño.
Adormézcase más y aumente la resonancia del canto del grillo por medio de su voluntad. Entonces, levántese de su lecho y con entera confianza salga de su cuarto rumbo al templo de Chapultepec, o a donde quiera. Trate de no perder la lucidez de su conciencia.
No se levante mentalmente de su cama, levántese realmente. La naturaleza se encargará de separar a sus cuerpos físico y astral. El físico quedará durmiendo en su lecho y el astral libre para que usted vaya donde quiera. Los aztecas usaban el peyote para enseñar a los neófitos a salir en cuerpo astral.
No recomendamos el uso de esta planta maravillosa que hace que se separe el cuerpo astral del físico y que quién la toma conserve la lucidez de su conciencia mientras actúa en astral. Recomendamos, sí, práctica, mucha práctica, y pronto usted actuará y viajará en cuerpo astral.
Yo obedecí la orden y salí de casa rumbo a este bosque maravilloso del cual habla el Maestro Huiracocha en su Novela Rosacruz. El Castillo de Chapultepec resplandecía maravillosamente con sus millares de lucecitas. Las avenidas y gradería central estaban solitarias y las puertas herméticamente cerradas.
Del libro El Matrimonio Perfecto Samael Aun Weor
Añadir un comentario