Parla Santo silencio
¡Parla! Santo Silencio de mi vida, oquedad recóndita de mi espíritu, donde una nota mística pugna por dar el brote de aquella Melodía que presiento…
¡Parla! Dulce Nota, en el santo silencio de mi Silencio Santo, en la santa oquedad de mi callado espíritu. Allá en las profundidades de Thule lejana que mora en mí, para que yo te escuche y oiga tu voz, tu sonido, tu melodía y sienta el gozo inefable de sentirme infinito…
¡Parla! Santo Espíritu, Divinidad oculta, Mágico Loto que te abres en mitad de mi existencia, para sentir el dulce Shámadi, el divino transporte de aquellos que han vivido en olor de Santidad ¡Parla!
Y libre de mis pecados porque fueron pecados de inconscienciarozaré la cima de Francisco de Asís… y será Teresa y será Juan de la Cruz, los dos Guardianes de mi sendero dentro de la noche oscura y procelosa de mi alma.
¡Parla! Porque advierto y veo más allá, de no sé qué caminos, como una vida extraña… ¿Es acaso mi misma vida? Tal vez. Pero, ¿qué fui? Sin embargo, sé que es mi vida. Y fui en ella, pequeño o grande, mísero ignorante o genio inmortal, mendigo o potentado…
Yo no sé. Sólo observo, tras esa ruta clara, una gran inmensidad, un gran pueblo, un gran río y un algo infinito y eterno. ¡Un algo infinito y eterno donde yo he vivido! … Y quiero recordar y es tan grande, tan máximo el recuerdo, que tiemblo de emoción.
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