Reencarnación en Egipto
Yo (Samael Aun Weor) estuve reencarnado en la tierra sagrada de los faraones durante la dinastía del faraón Kefren. Conocí a fondo todos los antiguos misterios del Egipto secreto y en verdad os digo que jamás he podido olvidarlos.
En estos precisos momentos vienen a mi memoria acontecimientos maravillosos. Una tarde cualquiera, no importa cual, caminando lentamente por las arenas del desierto, bajo los ardientes rayos del sol tropical, atravesé silente como un sonámbulo una calle misteriosa de esfinges milenarias ante la mirada exótica de una tribu nómada que desde sus tiendas me observaba.
A la sombra venerada de una antiquísima pirámide, hube de acercarme un momento para descansar brevemente y arreglar con paciencia las correas de una de mis sandalias. Después diligente, busqué con ansia la augusta entrada; anhelaba retornar al camino recto.
El guardián como siempre, estaba en el umbral del misterio. Imposible olvidar aquella figura hierática de rostro de bronce y salientes pómulos. Ese hombre era un coloso... En su diestra empuñaba con heroísmo la terrible espada, su continente era todo formidable y no hay duda de que usaba con pleno derecho el mandil masónico.
El interrogatorio fue muy severo: ¿Quién eres? Soy un suplicante que vengo ciego en busca de la luz. ¿Qué deseas? luz. (Muy largo seria transcribir aquí dentro del marco de este capítulo, todo el ya consabido examen verbal) Después en forma que yo califico violenta, se me despojó de todo objeto metálico y hasta de las sandalias y de la túnica.
Lo más interesante fue aquel instante en que aquel hombre hercúleo me tomó por la mano para meterme dentro del santuario; inolvidables fueron aquellos instantes en que la pesada puerta giró sobre sus goznes de acero produciendo ese DO misterioso del viejo Egipto. Lo que sucedió, el encuentro macabro con el HERMANO TERRIBLE, las pruebas de fuego, aire, agua y tierra, puede ser encontrado por cualquier iluminado en las memorias de la naturaleza.
En la prueba de FUEGO hube de controlarme lo mejor que pude, cuando atravesé un salón en llamas; el piso aquel estaba lleno de vigas de acero encendidas al rojo vivo; muy estrecho era el paso entre aquellos tirantes de hierro ardiente, apenas si había espacio para poner los pies; por aquellos tiempos muchos aspirantes perecieron en este esfuerzo. Todavía recuerdo con horror aquella argolla de acero enclavada en la roca; al fondo solo se veía tenebroso el horroroso precipicio; sin embargo salí victorioso en la prueba de aire; allí donde otros perecieron, yo triunfé.
Han pasado muchos siglos y todavía no he podido olvidar a pesar del polvo de tantos años, aquellos cocodrilos sagrados del lago; si no hubiera sido por las conjuraciones mágicas, habría sido devorado por esos reptiles como siempre sucedió a muchos aspirantes. Innumerables desdichados fueron triturados y quebrantados por las rocas en la prueba de tierra, mas yo triunfé y vi con indiferencia dos moles que amenazaban mi existencia cerrándose sobre mi, como para reducirme a polvareda cósmica.
Ciertamente ya no soy más que un mísero gusano del lodo de la tierra, pero salí victorioso. Así en verdad fue como retorné al sendero de la REVOLUCIÓN DE LA CONSCIENCIA después de haber sufrido mucho. Fui recibido en el COLEGIO INICIÁTICO, se me vistió solemnemente con la túnica de lino blanco de los Sacerdotes de ISIS y en el pecho se me colocó la Cruz TAU Egipcia.
¡Salve, oh Ra! Semejante a TUM, te levantas por encima del horizonte; y semejante a HORUS, culminas el cielo. Tu hermosura regocija mis ojos y tus rayos iluminan mi cuerpo en la tierra. Cuando navegas en tu barca Celeste, la paz se extiende por los vastos cielos. He aquí que el viento hincha las velas y alegra tu corazón; con marcha rápida atraviesas el cielo. Tus enemigos son derribados y la paz reina en torno tuyo. Los genios planetarios recorriendo sus órbitas cantan tu gloria. Y cuando desciendes en el horizonte detrás de las montañas del oeste, los genios de las estrellas fijas se prosternan ante ti y te adoran.
Grande es tu hermosura al alba y por la tarde, ¡Oh! Tú, Señor de la vida y del orden de los mundos. ¡Gloria a ti, oh Ra, cuando te levantas en el horizonte y cuando por la tarde, semejante a TUM, te acuestas!. ¡Pues en verdad tus rayos son hermosos cuando desde lo alto de la bóveda, celeste te muestras en todo tu esplendor!. Allí es donde habita NUT, que te trajo al mundo. He aquí que eres coronado Rey de los Dioses. La diosa del océano celeste NUT, tu Madre, se prosterna en adoración ante ti. El orden, el equilibrio de los mundos de ti emana. Desde la mañana, cuando partes, hasta la tarde, a la llegada,, a grandes zancadas; recorres el cielo".
Tú corazón se alegra y el lago celeste queda pacificado... Derribado es el demonio. Sus miembros son cortados, sus vértebras seccionadas. Vientos propicios empujan tu barca hasta el puerto. Las divinidades de las cuatro regiones del espacio te adoran, ¡oh tu sustancia divina de la que proceden todas las formas y todos los seres!.
He aquí que acabas de pronunciar una palabra y la tierra silenciosa te escucha... Tu divinidad única, Tú reinabas ya en el cielo en una época en que la tierra con sus montañas no existía aún... ¡Tú el rápido! ¡Tú, el Señor! ¡Tú, el Único! ¡Tú, el Creador de cuanto existe!. ¡Al alba de los tiempos Tú modelaste la lengua de las jerarquías divinas! Tú arrancaste los seres del primer océano y los salvaste en una isla del lago de Horus. ¡Pueda yo respirar el aire de las ventanas de tu nariz y el viento del norte que envía Nut, tú Madre!. ¡Oh Ra! ¡Dígnate santificar mi espíritu! ¡Oh Osiris!, Devuelve a mi alma su naturaleza divina.
¡Gloria a ti, ¡OH Señor de los dioses! Sea alabado tu nombre. ¡Oh creador de obras admirables!, Aclara con tus rayos mi cuerpo que reposa en la tierra, para toda la eternidad. (Esta oración es textual del libro egipcio de la morada oculta).
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