El descenso al tártarus
El descenso intrépido al viejo tártarus del undécimo planeta de nuestro sistema solar se hizo urgente, inaplazable, impostergable, antes del ascenso al Padre.
Abrupto, quebrado y desigual camino descendente me condujo fatalmente hasta las horrendas tinieblas de la ciudad de Dite.
Mi Nereo o mejor dijéramos mi Guruji, maestro o guía, pacientemente me enseñó todos los peligros.
Y fue ciertamente en esos horripilantes abismos del dolor, en aquel planeta que está más allá de la órbita de Plutón donde encontré a Anteo, el gigante descomunal más espantoso que el desmensurado Briareo.
Anteo, alegórico personaje Magistra, representativo Titán de las Hordas Tenebrosas abismales.
Libradas muy cruentas batallas contra los demonios de la ciudad de Dite; hubo de ser libertado Lucifer-Prometeo.
Yo vi abrirse la acerada puerta del horripilante calabozo; el guardián le cedió el paso.
Lucifer es el Guardián de la Puerta y de las llaves del Santuario, para que no penetren en él sino los ungidos que poseen el secreto de Hermes.
Doctrina Gnóstica develada por Samael Aun Weor
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