La palabra
La Consciencia duerme en nuestra laringe, somos inconscientes de la palabra. Necesitamos hacernos plenamente conscientes de la palabra. Hay veces que hablar es un delito, hay veces que callar es un delito. Dicen que el silencio es oro.
Nosotros decimos que hay silencios criminosos. Es tan malo hablar cuando se debe callar, como callar cuando se debe hablar.
Semejantes a una flor, llena de colorido pero falta de aroma, son las palabras hermosas (pero estériles) de quien no obra de acuerdo con lo que dice. Semejantes a una bella flor, llena de colorido y de aroma, son las palabras hermosas y fecundas de quien obra de acuerdo con lo que dice.
Es urgente terminar con la mecanicidad de la palabra, es necesario hablar con precisión, en forma consciente y oportuna; necesitamos hacernos conscientes del verbo.
Hay responsabilidad en las palabras, y jugar con el verbo es un sacrilegio. Nadie tiene derecho a juzgar a nadie, es absurdo calumniar al prójimo, es estúpido murmurar de la vida ajena.
Las palabras injuriosas caen sobre nosotros, tarde o temprano, como un rayo de venganza. Las palabras calumniosas, infames, siempre retornan sobre quien las pronunció, convertidas en piedras que hieren.
Los eventos exteriores jamás serían tan importantes como el modo de reaccionar frente a los mismos. ¿Permanecísteis sereno frente al insultador? ¿Recibísteis con agrado las manifestaciones desagradables de vuestros semejantes?.¿De qué manera reaccionásteis, ante la infidelidad del ser amado? ¿Te dejaste llevar por el veneno de los celos? ¿Mataste, estáis en la cárcel?.
Los hospitales, los cementerios o panteones y las cárceles, están llenos de equivocados sinceros que reaccionaron en forma absurda frente a los eventos exteriores... La mejor arma que un hombre puede usar en la vida, es un estado psicológico correcto. Uno puede desarmar fieras y desenmascarar traidores, mediante estados interiores apropiados. Los estados interiores equivocados, nos convierten en víctimas indefensas de la perversidad humana.
Aprended a enfrentaros, a los sucesos más desagradables de la vida práctica, con una actitud interior apropiada. No os identifiquéis con ningún acontecimiento, recordad que todo pasa. Aprended a ver la vida como una película y recibiréis los beneficios.
No olvidéis que acontecimientos sin ningún valor podrían llevaros a la desgracia si no elimináis, de vuestra psiquis, los estados interiores equivocados. Cada evento exterior necesita, incuestionablemente, del billete apropiado, es decir, del estado psicológico preciso.
La palabra debe salir del corazón, no de los distintos agregados psíquicos que poseemos. Con profundo dolor me doy cuenta de que cuando alguien habla, la palabra sale desgraciadamente, no de las profundidades del Ser, sino del fondo de cualquier agregado psíquico inhumano.
La palabra brotada exclusivamente de la Esencia, no habría nada que objetarle: sería pura, perfecta, pero las gentes tienen distintos agregados psíquicos, muy desarrollados. Así es que, cuando algunos utilizan la tribuna de la elocuencia, lo hacen casi siempre con el propósito de lanzar una ironía contra alguien, de humillar a alguien, de insultar a alguien, etc.
Es decir, no nace la palabra de la Esencia pura, no brota del Ser, sino que deviene del fondo de algún yo, y por ello no es espontánea, no es pura, no produce un efecto creador.
Por lo común, la palabra de las gentes tiene su origen entre las entrañas de tal o cual agregado psíquico, ya sea este de envidia, ya sea de ira, ya sea de amor propio, ya sea de orgullo, de egoísmo, de autosuficiencia, de autoimportancia, de engreimiento, de ambición, etc.
Con dolor veo que nunca la palabra brota de las entrañas del Ser, y esto es lamentable!. La Consciencia duerme en nuestra laringe, somos inconscientes de la palabra.
Cuando la palabra surge de entre las profundidades del Ser, está llena de plenitud y de belleza interior. Más cuando la palabra surge de las entrañas de tal o cual agregado psíquico, está condicionada por el mismo, no tiene elasticidad, no tiene ductibilidad, no goza de plenitud, no es íntegra, y produce en el ambiente discordias y problemas de toda especie...
Los devotos concurren a sus sitios de reunión, para recibir un bálsamo, un consuelo para su adolorido corazón. ¿Pero qué alivio podrían tener? ¿Cómo haríamos para que progresara cualquier institución, si proseguimos con esa conducta?
Esa tendencia que tienen unos y otros a reaccionar, me parece horripilante, absurda, no son dueños de sus propios procesos psicológicos; si se les puya, reaccionan, siempre reaccionan ante todo.
Samael Aun Weor corresponde a la conferencia "La palabra y las impresiones"
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