La región del Avitchi
La región infernal del Avitchi está dentro de las capas minerales de la tierra. El Avitchi está por debajo de los límites de la percepción sensorial externa. El Avitchi no podría jamás ser descubierto con los sentidos físicos, porque pertenece a las regiones de la Ultra.
El Avitchi tiene nueve regiones terriblemente densas. El Avitchi está simbolizado por los infiernos de las grandes religiones. Infierno viene de infernus, región inferior. Infiernos atómicos de la naturaleza, éstos son los mundos sumergidos situados dentro del interior de la Tierra.
Cuando un ser humano se ha vuelto demasiado materialista, demasiado perezoso, entonces, después del juicio, entra en el Avitchi.
El Libro Tibetano de los Muertos dice: Al caer ahí tendrás que sufrir padecimientos insoportables, y donde no hay tiempo cierto de escapar.
Aquellos que en cada retorno se volvieron más y más densos y malvados, terminan por entrar en el reino que les es afín. Este es el reino de las rocas, donde viven los restos fósiles petrificados de los que fueron criaturas vivas. Estas son las gentes de corazón de piedra, corazón de pedernal, etc.
Estas gentes ya no responden a ningún tipo de castigo, y cada vez que retornan lo único que hacen es trabajar en el mal y para el mal. Aman el mal por amor al mismo mal. Por la persistencia en el crimen, por su exagerado materialismo, se han hecho, en alguna forma, minerales, han entrado en el reino mineral dispuestos a correr la misma suerte del mineral.
Este es el crisol de fundición cuyo propósito es liberar una fracción del principio causal, la materia prima, el producto psíquico, especie de embrión de Alma encerrado del fantasma diabólico mineralizado.
En el Avitchi involucionan, en el tiempo, los perdidos; del estado humano pasan, involucionando, hasta el estado animal, regresan luego al reino vegetal, y por último al mineral. Después, se desintegran se reducen a polvareda cósmica. Cuando estos tenebrosos se desintegran, algo se escapa hacia adentro y hacia arriba; ese que se escapa es el embrión para el Alma, la materia prima que regresa al mundo del Espíritu.
Recordemos la visión de ER, que dice así: Y dijo que todas, conforme llegaban, se volvían con alegría hacia la pradera y acampaban ahí como en una congregación... y así discutían entre ellas algunas gimiendo y llorando, cuando recordaban todas las cosas terribles que habían sufrido y visto en su viaje debajo de la tierra decían que su viaje había sido de mil años... pues de acuerdo con el número de errores que cada hombre había cometido y el número de aquellos a quienes había hecho daño, sufría un castigo por todo, sucesivamente, diez veces por cada uno.
Ahora bien, cada cien años pagaban, pues cien años se cuentan como la vida de un hombre, y así sucedía que el precio del obrar mal se pagaba diez veces.
Samael Aun Weor El Libro de los Muertos Capitulo 4º Los Cuatro Círculos
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