¿Qué es la mente?
Obviamente, tenemos realmente muchas mentes, porque tenemos muchos yoes. Ya saben ustedes que los yoes personifican a nuestros defectos de tipo psicológico. Cada uno de esos yoes demonios tiene su propia mente.
Así pues, cuando se habla de una mente no se está hablando con entera claridad. Mejor es pensar en las muchas mentes y así la comprensión se hace evidente.
Ciertamente cada uno de nosotros parece un barco cargado de mucha tripulación, de mucho pasajero. Cada uno de esos yoes es un pasajero y cada pasajero tiene su propio criterio, su propia mente, sus propias ideas, sus propios conceptos, etc., etc., etc.
Cuando cualquiera de esos yoes, por ejemplo, se entusiasma con la Gnosis, jura lealtad; desafortunadamente, mucho más tarde es desplazado por otro yo que no le interesa la Gnosis, y entonces, como es natural, el sujeto se retira de nuestro Movimiento.
Cuando uno de esos yoes jura amor eterno, por ejemplo, a una mujer, parece como si todo marchara bien, ¿verdad? Pero más tarde sucede que otro yo desplaza al que juró y a ese nuevo no le interesa absolutamente tal juramento, entonces se retira de la pobre mujer y esta queda defraudada.
Así pues, mis caros hermanos, comprendiendo que la mente es múltiple porque tenemos muchas mentes, ahondemos un poco más en esta cuestión.
¿Qué es lo que necesitamos realmente para poder llegar a experimentar lo real, la verdad a través del éxtasis, del Shamâdi? ¿Cómo llegar a tal estado de arrobamiento místico, trascendental?
Es muy interesante, mis caros hermanos, muy interesante; reflexionen por favor, reflexionen. Se trata ante todo de conseguir la quietud y el silencio de la mente. Solo así se puede llegar al éxtasis, al Shamâdi. Empero, ¿como podríamos llegar a tal quietud, a tal silencio? Dentro de nosotros tenemos multitud de yoes que viven disputándose la supremacía.
En estas condiciones, obviamente, se hace difícil conseguir ese silencio y esa quietud, pues los yoes pendencieros y gritones realmente no lo permiten. Entonces, ¿qué hacer? Pues se necesita, mis caros hermanos, primero que todo colocarse en una postura cómoda. Entiendo que en el Lumisial, en sala de meditación, conviene estar sentado, sí, pero con el cuerpo relajado, ningún músculo debe hallarse en tensión.
En la casa es diferente, allí puede uno acostarse en su cama con la estrella flamígera, posición de cinco puntas, es decir piernas y brazos abiertos, cuerpo relajado y entrar en meditación. O posición de hombre muerto, la famosa Shavasana oriental: la postura de un cadáver, los talones juntos, brazos a lo largo del costado, el cuerpo completamente relajado, etc., lo repito, dispensen ustedes que repita: en el Lumisial, en sala de meditación debemos estar sentados, obviamente sí, pero con el cuerpo relajado.
Entendido esto, mis caros hermanos, entonces entramos en la técnica, propiamente dicha, de la meditación: cerremos los ojos, conviene que los tengamos cerrados para que las sensaciones del mundo exterior, percepciones, en fin todos los objetos del mundo físico, las personas, las cosas, no nos distraigan. Ahora, conviene poner atención, tener la mente quieta, en silencio, por dentro y por fuera.
Repito, esto solamente es posible estando atento a lo que estamos haciendo, ¿verdad? Porque si ustedes no están atentos, como van a tener la mente quieta y en silencio.
Les viene un pensamiento, les viene otro, un deseo, cualquier cosa de esas y ya la mente no está quieta ni en silencio.
Para ampliar el tema acceder al siguiente enlace, que corresponde a la conferencia titulada "Los muchos yoes"
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