El espacio
El espacio Abstracto Absoluto es la causa causorum de todo lo que es ha sido y será. El Espacio profundo y dichoso es ciertamente la incomprensible Seidad, la mística raíz inefable de los siete cosmos, el origen misterioso de todo eso que conocemos como Espíritu, materia, universos, soles, mundos, etc.
Eso, lo Divinal, el Espacio de la felicidad, es una tremenda realidad más allá del universo y de los Dioses. Aquello no tiene dimensión alguna y, en verdad, es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será; es la vida que palpita interiormente en cada átomo y en cada sol.
Hablemos ahora sobre el Gran Océano del Espíritu. ¿Cómo poder definirlo? Ciertamente él es Brahama, la primera diferenciación o modificación de Aquello ante lo cual tiemblan los Dioses y los hombres.
Aquello ¿es espíritu? En verdad os digo que no lo es. Eso ¿es materia? Ciertamente no digo que no lo es. Aquello es la raíz del espíritu y de la materia, mas no es lo uno ni lo otro. Aquello trasciende las leyes de número, medida y peso, lado por lado cantidad, cualidad, delante, atrás, arriba, abajo, etc.
Aquello es eso que tiene realidad más allá del pensamiento, del verbo y del acto. Aquello no es del tiempo, y está más allá del silencio y del sonido y de los oídos para percibirlo. Aquello es lo inmutable en profunda abstracción divinal, luz que jamás ha sido creada por ningún Dios ni por ningún hombre, Eso que no tiene nombre. Brahama es Espíritu, pero Aquello no es espíritu.
El Absoluto, el inmanifestado, es luz increada. ¿En dónde estaba la materia prima de la Gran Obra? Es evidente que ella reposaba antes de la aurora de la Creación, entre el seno profundo del Espacio Abstracto Absoluto. Esa materia primordial viene a ser realmente como el alma del único, el número viviente de cualquier substancia, materia cósmica indiferenciada.
La sabiduría antigua dice que Brahama, el Padre, el Océano del Espíritu Universal de Vida, al llegar la gran noche (eso que los Indostanes llaman pralaya o disolución del universo) se sumerge entre el Espacio Abstracto Absoluto durante siete eternidades.
El Espacio está lleno de universos, mientras algunos sistemas de mundos salen de la noche profunda, otros llegan a su ocaso; Aquí cunas, más allá sepulcros. Antes de que amaneciera este gran día en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, ¿qué existía? El Rig Veda contesta diciendo: No existía algo, ni existía nada. El resplandeciente cielo existía; Ni la inmensa bóveda celeste se extendía en lo alto. ¿Qué cubría todo? ¿Qué lo cobijaba? ¿Qué lo ocultaba? ¿Era el abismo insondable de las aguas? No existía la muerte; pero nada había inmortal.
No existían límites entre el día y la noche, Sólo el Uno respiraba inanimado y por sí, Pues ningún otro que El jamás ha habido. Reinaban las tinieblas y todo el principio estaba velado En obscuridad profunda; un océano sin luz; El Germen hasta entonces oculto en la envoltura, Hace brotar una naturaleza del férvido calor.
¿Quién conoce el secreto? ¿Quién lo ha revelado? ¿De dónde, ha surgido esta multiforme Creación? Los Dioses mismo vinieron más tarde a la existencia, ¿Quién sabe de dónde vino esta Gran Creación? Aquello de donde toda esta Creación inmensa ha procedido, Bien que su voluntad hay creado, bien fuera muda,
El más elevado vidente, en los más altos cielos, Lo conoce, o quizás tampoco, ni aún Él lo sepa. Contemplando la Eternidad. Antes que fuesen echados los cimiento de la tierra. Tú eras. Y cuando la llama subterránea, Rompa su prisión y devore la forma, Todavía serás tú, como antes eras, Sin sufrir cambio alguno cuando el tiempo no exista. ¡Oh, mente infinita, divina Eternidad!
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