El Éter
Escrito esta que el Cuerpo vital, o asiento de la vida orgánica en cada uno de nosotros, tiene cuatro éteres.
Los éteres Químico y de vida, se relacionan con los procesos químicos y de reproducción sexual. El éter Químico es el fundamento específico de los fenómenos Químico orgánicos.
El éter de vida es el fundamento de los procesos sexuales, reproductivos y transformativos de la Raza.
Los dos éteres superiores: Luminoso y reflector; tienen más elevadas. El éter Luminoso se relaciona con los fenómenos calóricos, luminosos, perceptivos, etc.
El éter Reflector sirve de medio de expresión a la voluntad y a la Imaginación.
Mediante la Iniciación, se desligan los dos éteres superiores para formar el soma puchicon. Es necesario saber que el soma puchicon es el Cuerpo Etérico del hombre celestial. Con el cuerpo Celestial Etérico, Cristificado y estigmatizado, podemos viajar a través del Infinito.
Las virtudes celestiales cristalizan en la Esencia. La Esencia, cargada de virtudes, poderes, leyes, etc. se viste con el soma puchicon.
El Alma, vestida con el soma puchicon, es el hombre de la Quinta Ronda, el Hombre Liberado. En la Quinta Ronda, la Tierra será azul, etérica, transparente, inefable. El Hombre Etérico Cristificado, el hombre-cristo, puede entrar y salir del cuerpo físico a voluntad, conscientemente, perfectamente.
En el Hombre etérico, la Verdad y la virtud se han unido totalmente. El hombre etérico es el Bodhisita perfecto. Quien no posee bodhisita, aún cuando haya creado los cuerpos existenciales superiores del ser, es todavía inconsciente.
Solo poseyendo el bodhisita, es posible visitar las tierras búdhicas a voluntad, conscientemente. Las tierras búdhicas san los mundos superiores.
Quien quiera descubrir las leyes de la Naturaleza, debe encontrarlas dentro de sí mismo. Quien dentro sí mismo no encuentra lo qué busca, no lo encontrará fuera de si mismo jamás. Los antiguos dijeron: Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses.
Todo lo que existe en la naturaleza y en el Cosmos, debemos encontrarlo en nuestro mundo interior.
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