Cagliostro
Cagliostro el gran iniciado del siglo XVII, no murió, desapareció sin dejar huella.
Él dijo: “Yo no soy de ninguna época, no soy de ningún lugar.
Más allá del tiempo y del espacio mi ser espiritual vive su existencia eterna.
Y si me sumerjo en el pensamiento siguiendo el curso de la edad, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia, lejano del que vosotros percibís, me convierto en aquél que anhelo.
Participando conscientemente con el Ser absoluto, regulo mis acciones, según el ambiente que me circunda. Mi nombre es el de mi función; y, como mi función, la elijo porque soy libre; mi país es aquél en el que temporalmente establezco mi morada.
Vosotros podéis consideraos nacidos ayer, si lo queréis, atribuyéndoos los años vividos por antepasados que os fueron extraños; o de mañana, con el ilusorio orgullo de una grandeza que quizás nunca será vuestra pero yo soy aquél que es.
Dice El V.M. Samael Aun Weor Cuando Franz Hartmann visitó el templo de Bohemia se encontró con Paracelso, Juana de Arco y muchos otros adeptos, viviendo en carne y hueso en ese monasterio sagrado.
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