Castillo Templario
El castillo templario está ubicado en la zona más elevada del peñón que domina Peñíscola, al norte de la Comunidad de Valencia. Peñíscola es conocida como "la ciudad en el mar" y se encuentra en la llamada “Costa de Azahar” La altura del castillo es de 64 m sobre el nivel del mar. Su periferia es de unos 230 m con una altura media de 20 m. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931.
Los Templarios construyeron esta obra románica sobre restos de la antigua alcazaba árabe entre los años 1294 y 1307. Es de arquitectura gótica y de fuerte estilo románico. Puro y clásico cisterciense nacido como réplica a la ostentación. Los árabes se instalaron en España desde el año 700 de la era cristiana, tras conquistar el reino a los visigodos. En solo quince años los árabes ocuparon España y Portugal.
Al castillo le falta una cuarta parte, destruida en 1814 por la guerra de la Independencia en donde las tropas españolas lucharon por rescatar el territorio de la ocupación francesa. Un fuerte bombardeo asoló un sector de las casas cercanas al castillo y de la fortaleza, dejando marcas en las murallas.
Hasta la disolución del Temple en 1312, las construcciones templarias (más de 800) se distribuyeron por toda Europa, y a lo largo de toda la geografía española, en donde establecieron sus asentamientos. Durante casi 2 siglos los templarios se instalaron en lugares con características geodésicas como Chakras o Centros Magnéticos terrestres que poseen un tipo de energía, utilizable para impulsar el Proceso Interior de Desarrollo Espiritual. A partir de 1130 el Temple ya contaba con patrimonio propio, pero su presencia en España fue mucho antes, pues las raíces del Temple se pierden en el secreto del esoterismo, manifestándose según la época:
Antes de la era cristiana se manifestó como la Orden de los Esenios; luego como los Caballeros de la Mesa Redonda; después como los Caballeros del Santo Grial y finalmente como los Templarios medievales. Los Templarios extendieron la Gnosis externamente plasmándola en el Arte Gótico y románico de sus construcciones, allí abundan las claves gnósticas en las alusiones alquímicas y en los sellos y símbolos decorativos.
Como el “Sello de los Soldados del Cristo” que muestra a dos caballeros sobre un caballo, alusión al Íntimo quien se desdobla en sus dos almas, la divina y la Humana. También refleja la labor interna y la externa. El “Signo Militar del Temple” que encierra en un círculo el escudo de la fe en el campo de la milicia divina, está anclada en el mundo físico como un puñal defensor e implícito en la cruz. Otro símbolo es “La Cruz Paté” que tenía un ángulo de 40 grados siendo la novena parte de la medida angular del círculo (360º) donde se manifiestan los aspectos esotéricos del n.º 36. Y que sumado nos da el n.º de la 9.º esfera. Este número se empleó como módulo arquitectónico en los Templos Góticos. En las catedrales más importantes del Gótico se halla la constante del n.º 9 como piedra angular.
La Cruz Tau posiblemente era el emblema de las altas jerarquías, al no tener cabeza indica un desprendimiento total de la materia, un ser que vive por y para el espíritu, siendo guardia de sí mismo. Egipcios, hebreos y escandinavos compartieron este símbolo. El “Sello del Templo de Cristo” recordaba al caballero militante que su deber era crear el templo interior, con los cuatro cuerpos existenciales del Ser: físico, astral, mental y causal. La planta con tres frutos o flores y dos hojas, indica la Trinidad y también el fruto de los chakras, unas veces colocados en grupos de a tres, de a cinco o más. La triple base indica el ascenso de las energías por la columna vertebral. Ida, Pingalá y Sumsunah. Y el barco con la cruz que aludía al gran arcano alquímico.
Cuando el Temple se disolvió, el castillo templario estuvo abandonado muchos años, hasta que, en 1411, lo habitó Benedicto XIII. La fortificación árabe y sede templaria del mar Mediterráneo completó así en su recinto amurallado para la defensa militar y la religiosa. Peñíscola es una peña grande imbuida en el plácido litoral que, antaño era un islote desprendido. Pero que poco a poco, por la incesante sedimentación de arena, quedó unida a la costa. Rocas e imponentes murallas rodeaban la fortaleza, constituyendo un excelente refugio. El castillo construido como fortaleza por los árabes sobre el año 718, pasó a manos del rey Jaime I en 1233; y después a Jaime II. Fue entonces cuando los Templarios hicieron de él, su última gran fortaleza, modificándolo según sus necesidades.
Se mantuvo operativo para los Templarios hasta el año 1307. En su arquitectura destaca la sobriedad y la solidez románica de los muros de piedra labrada y las bóvedas de cañón. Severidad y austeridad para la construcción reflejo de sus habitantes, tanto en las estancias templarias como en las estratégicas e intrincadas dependencias pontificias que realizó después el Papa Luna. El mayor interés arquitectónico del castillo se encuentra en la solución abovedada del Cuerpo de Guardia y en la proporción de la Basílica templaria.
El zaguán, las caballerizas y el cuerpo de guardia fueron templarias. Le sigue el salón del trono donde se recibían embajadas y recepciones; luego el salón del cónclave y el estudio con ventanas al mar, además de las habitaciones pontificias y las terrazas superiores. El patio de armas cumplió su función y también como claustro. Desde el Patio de Armas se accede al magnífico Salón Gótico para recepciones. La estancia de la “Casa del Agua” parece el lugar donde debió de estar la botica. A las características constructivas del resto de las estancias se une el presbiterio formando un ábside semicircular cubierto con una media cúpula sobre un arco toral y un pequeño ventanal situado en el centro del ábside que ilumina el espacio. El recinto amurallado dispone de tres puertas.
El parque de artillería y los jardines del castillo unen las murallas medievales con las renacentistas. En este complejo destaca el polvorín y el escondido acceso que conduce hasta el embarcadero, situado al otro lado de la muralla. Pedro Martínez de Luna o Benedicto XIII de Aviñón, el llamado Papa Luna, nació en una familia aragonesa acomodada en el año 1328, cuando ya el Temple había sido disuelto. Su primera profesión fue la milicia.
En el año 1348 estudió derecho en Montpelier, impartiendo clases allí mismo con gran dedicación. En el año 1375 fue nombrado cardenal por la corona de Aragón. En 1379 fue elegido “legado papal” para la península ibérica y para Europa En el año 1408 el Papa Luna convocó el concilio de Perpiñán que lo declaró legítimo en su jerarquía. Benedicto XIII se instaló en 1411 en el castillo de Peñíscola convirtiéndolo en palacio y biblioteca pontificia. La obstinada lucha que mantuvo el Papa Luna contra sus adversarios dio lugar a que surgiera la frase popular de "mantenerse en sus trece" en referencia a la negativa de dimitir de Benedicto XIII, de su autoridad de papa.
El castillo se convirtió en la tercera sede papal mundial junto con Roma y Aviñón. El Papa, por su recio carisma pudo haber sido un digno maestre templario. Sus adversarios le llamaban el anti-papa, y el hereje. Por su vida aguerrida, austera, generosa y sacrificada. En una época de corrupción él, en cambio era un hombre íntegro, honesto y virtuoso. Que consagró su puesto de Papa para la Iglesia Católica, pese a las confrontaciones belicosas y la degradación de las altas esferas de la misma Iglesia romana.
En las dependencias del castillo se entregaba al estudio y a la meditación. Emitió las bulas para la refundación de la Universidad de Salamanca, así como la apertura de diálogos entre rabinos y católicos. Mantenía correspondencia con reyes, eclesiásticos y fieles. Dentro del dolor de la incomprensión y la soledad, escribió el “libro de las consolaciones humanas” Que es un sumario de reflexiones sobre cómo superar las dificultades que se convirtió en un ensayo filosófico y religioso de gran valor.
Su vida y su estricta moral son los frutos de una ideología más allá de lo dogmático, libre pensador, una vida en donde se enfrentó a la ignorancia y al error que, sin tenerlo, se sentían con el derecho y la razón. Una tarde de julio, del año 1418 fue envenenado con arsénico en su propio comedor privado. Durante cuatro meses padeció de fuertes dolores y su doctor le recetó una composición de yerbas como el tomillo, la canela, el hinojo y otras… Aunque logró recuperarse, su salud menguó considerablemente.
Frente al mar, su amoroso diálogo con el Creador calmaba sus dolores mientras oraba: “No te perturbe si tuviste alguna pérdida, súfrelo pacientemente, pues tu galardón es Dios, que trocará lo terrenal por lo celestial y lo perecedero por lo eterno” El día 23 de mayo del año 1423 desencarnó a los 94 años en el mismo castillo de Peñíscola, siendo enterrado en su propia capilla. El castillo aún fue la sede papal de su sucesor Clemente VIII. Su epitafio exhorta: “Es Dios la original circunferencia, de todas las esféricas figuras; Pues cercos, orbes, círculos y alturas,
En el centro se incluyen de su esencia; De este infinito centro de la ciencia, Salen inmensas líneas de criaturas; Centellas vivas de las luces puras, De aquella inaccesible Omnipotencia”
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