Kali Yuga
El rito más poderoso de la Atlántida fue el del Dios Neptuno; aquel culto duró muchos años; pero ocurrió que los atlantes se degeneraron; poseían tremendos poderes durante la Edad del Kali Yuga.
Aún me viene a la memoria el caso de Getzabel, la de los tristes destinos. Era extraordinaria, fue una reina que se hizo inmortal; cuando alguna glándula se le envejecía o trataba de atrofiársele, los científicos la extraían y la reemplazaban por otra.
Pero no solo manejaban la endocrinología, sabían también que las glándulas estaban relacionadas con los tattwas, es decir, con las fuerzas sutiles de la naturaleza; conocían esas vibraciones y las manejaban.
Getzabel, la de los tristes destinos, vivió miles de años; desgraciadamente estableció en la Atlántida la antropofagia.
Se inmolaban niños, mujeres, jóvenes en aras de sus cultos religiosos a las potestades de la Tierra, y después las multitudes se lanzaban sobre los cadáveres, a los cuales se les había extraído el corazón, y naturalmente trataban de devorar sus carnes, pero antes de ser arrojados a las multitudes, los cadáveres eran llevados a los laboratorios donde se les extraían las glándulas para servicio de Getzabel.
Adviene a la memoria en estos momentos el caso de las multitudes que invadieron ciertos templos entre los terremotos, el fuego y las inundaciones. Las gentes desesperadas clamaban al gran sacerdote Ramú “¡Sálvanos!”. Ramú apareció ante todos exclamando:
"Ya os lo había dicho, pereceréis con vuestras mujeres, vuestros esclavos y vuestros hijos, y la futura raza, si va a seguir vuestro ejemplo, también perecerá".
Cuentan las tradiciones que las últimas palabras de Ramú fueron ahogadas por el humo y las llamas. El continente Atlante se hundió en medio de fuertes terremotos. Concluida aquella gran catástrofe se inició la nueva raza. Obviamente de entre aquellas multitudes que perecieron, antes de que la catástrofe se sucediera, se escapó un pueblo.
Sostienen las tradiciones que un gran maestro llamado Vaivasvata, el Noé bíblico, advirtió a las gentes sobre lo que iba a suceder, pero éstas se mofaron de él, y en vísperas del gran cataclismo comían, bailaban, se divertían y daban en casamiento. Los santos que rigen el destino de la humanidad exhortaron al Manú Vaivasvata para que saliera con su pueblo antes de que el continente Atlante se sumergiera, y éste supo escaparse oportunamente al frente de su pueblo.
Tuvo que huir de noche, y como quiera que los señores de la faz tenebrosa, los reyes y dueños de esos poderosos robots tenían aviones maravillosos con los cuales podían fugarse a través del espacio, los líderes del selecto pueblo del Manú Vaivasvata se apoderaron de aquellas naves y las destruyeron.
Entonces los perversos moradores de aquellas tierras despertaron de su sueño, porque el viaje fue nocturno, con gran asombro notaron que las aguas estaban invadiendo sus tierras. Inmediatamente fueron en busca de sus naves aéreas; comprendieron lo sucedido y trataron de perseguir al pueblo selecto, pero sólo lograron matar unos pocos.
Aquellos señores de la faz sombría, los atlantes, murieron, fueron devorados por las aguas.
Doctrina Gnostica develada por Samael Aun Weor
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