La vida y la muerte
Entremos ahora en el problema de la vida y de la muerte.
Óyeme, lector: cada vez que te pones un nuevo vestido de carne, sois un poquito menos bellaco, un poquito menos asesino, un poquito menos envidioso, porque es muy cierto que en la vida se aprende a garrotazos y realmente a fuerza de sufrir se va perfeccionando el alma, el potro cerrero se amansa a latigazos, y llega el día en que el alma se fusiona con el Íntimo y se convierte en ángel.
Esto se realiza naciendo y muriendo millones de veces pero es también muy cierto que en una sola vida bien aprovechada se puede llegar a la unión con el Íntimo.
También es muy cierto que nos podemos conservar jóvenes y no morir por medio del elíxir de larga vida.
Megnour vivió siete veces siete siglos con su cuerpo de carne y hueso. Zanoni también vivió millones de años, siempre Joven.
El conde San Germán vive actualmente en el Tibet con el mismo cuerpo que tuvo durante los siglos XVII, XVIII y parte del XIX en Europa.
Nosotros los gnósticos, nos reímos de la muerte. Nosotros tenemos el secreto para burlarnos de la muda calavera, y como ya dijimos en el primer capítulo, con la espada de Democles haremos huir a la inoportuna huésped.
Nos sentimos omnipotentes y con un gesto de rebeldía soberana desafiamos a la ciencia. Médicos estultos, biólogos ignorantes, físicos pedantes, ¿Dónde está vuestra sabiduría? La muerte barre con todos, ricos y pobres, creyentes y descreídos.
A todos los vence la muerte menos a nosotros los gnósticos. Nosotros, los gnósticos, nos reímos de la muerte y la ponemos a nuestros pies, porque somos omnipotentes. Enciende tus nueve místicas lámparas, ¡oh! Lanú.
Recuerda que cada una de las nueve iniciaciones de misterios menores tiene una nota musical y un instrumento que la produce.
Tres son las condiciones que se necesitan para adquirir el elíxir de larga vida: magia sexual, santidad perfecta y saber viajar conscientemente en cuerpo astral. Muchos pueden empezar viajando con su propio cuerpo físico por entre el astral, porque esto es más fácil.
Más tarde se ponen prácticos en el uso y manejo del astral. Otros van adquiriendo la santidad poco a poco: para el efecto, lo mejor es hacer una suma de los defectos propios y luego ir acabando en sucesivo orden con cada defecto, dedicando dos meses a cada uno.
El que intente acabar con varios defectos a la vez, se parece al cazador que quiere cazar diez liebres al mismo tiempo. Entonces no caza ninguna.
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