El Santo Grial

El Santo Grial resplandece en la noche profunda de todas las edades. Los Caballeros de la Edad Media en la época de las Cruzadas buscaron inútilmente el Santo Grial en la tierra Santa más no le hallaron.

Cuando Abraham el Profeta volvía de la guerra contra los reyes de Sodoma y de Gomorra, dicen que encontró a Melquisedec el Genio de la Tierra. Ciertamente ese Gran Ser vivía en una fortaleza ubicada exactamente en aquel lugar donde más tarde se edificó a Jerusalén, la ciudad querida de los Profetas.

Dice la leyenda de los siglos y esto lo saben los divinos y los humanos, que Abraham celebró la Unción Gnóstica con el compartimiento del pan y del vino en presencia de Melquisedec.

No está demás afirmar que entonces Abraham entregó a Melquisedec los diezmos y primicias tal como está escrito en el Libro de la Ley.

Abraham recibió de manos de Melquisedec el Santo Grial; mucho más tarde en el tiempo esta copa fue a dar en el templo de Jerusalén.

No hay duda de que la Reina de Saba sirvió de mediadora para este hecho. Ella se presentó ante Salomón Rey con el Santo Grial y después de someterle a rigurosas pruebas le hizo entrega de tan preciada joya.

El Gran Kabir Jesús bebió en esa copa en la ceremonia sagrada de la última cena tal como está escrito en los Cuatro Evangelios. José de Arimatea llenó el Cáliz con la sangre que manaba de las heridas del Adorable en el Monte de las Calaveras.

Cuando la policía Romana allanó la morada del citado Senador no halló esta preciosa joya. El Senador Romano no solo escondió la tan preciosa joya sino que, además, junto con ella guardó bajo tierra la lanza de Longibus con la cual el centurión Romano hiriera el costado del Señor.

José de Arimatea fue encerrado en una horrible prisión por no haber querido entregar el Santo Grial. Cuando el citado Senador salió de la cárcel se marchó para Roma portando el Santo Grial. Al llegar a Roma José de Arimatea encontró la persecución de Nerón contra los Cristianos y se fue por las orillas del Mediterráneo.

Una noche en sueños se te apareció un ángel y le dijo: "Este cáliz tiene un gran poder porque en él se encuentra la sangre del Redentor del Mundo." José de Arimatea obedeciendo órdenes del ángel enterró tal cáliz en un templo ubicado en Montserrat, Cataluña, España.

Con el tiempo tal cáliz se hizo invisible junto con el templo y parte de la montaña. El Santo Grial es el vaso de Hermes, la copa de Salomón, la urna preciosa de todos los templos de misterios. En el Arca de la alianza no faltaba nunca el Santo Grial en la forma de la copa o gomor, dentro de la cual se hallaba depositado el maná del desierto.

El Santo Grial categoriza en forma enfática al YONI femenino, dentro de esta santa copa está el néctar de la inmortalidad, el Soma de los místicos, la suprema bebida de los Dioses Santos. El Cristo Rojo bebe del Santo Grial en la hora suprema de la Cristificación, así está escrito en el Evangelio del Señor.

Nunca falta el Santo Grial en el altar del templo. Obviamente el Sacerdote debe beber el vino de la luz en la Copa Santa. Sería absurdo suponer un templo de misterios dentro del cual faltara la bendita copa de todas las edades. Esto viene a recordarnos a Ginebra La Reina de los Jinas aquella que a Lanzarote escanciara el vino en las copas delicias de SUFRA y de MANTI.

Los Dioses inmortales se alimentan con la bebida contenida en la Copa Santa; aquellos que odian a la Bendita Copa, blasfeman contra el espíritu santo. El Súper-hombre debe alimentarse con el néctar de la inmortalidad contenido en el cáliz divinal del templo. Transmutación de la energía creadora es fundamental cuando se quiere beber en el Vaso Santo.

El Cristo Rojo siempre revolucionario, siempre rebelde, siempre heroico, siempre triunfante, brinda por los Dioses bebiendo en el cáliz de oro. Levantad bien vuestra copa y cuidad de verter ni siquiera una gota del precioso vino. Recordad que nuestro lema divisa es THELEMA (voluntad).

Del fondo del cáliz simbólica figura del órgano sexual femenino, brotan llamas que resplandecen en el rostro encendido del Súper-Hombre. Los Dioses inefables de todas las galaxias beben siempre de la bebida de la inmortalidad en el cáliz eterno. El frío lunar produce involuciones en el tiempo; es necesario beber del vino sagrado de la luz en el vaso santo de la Alquimia.

La púrpura de los reyes sagrados, la corona real y el oro flamígero solo es para el Cristo Rojo. El Señor del Rayo y del Trueno empuña en su diestra el Santo Grial y bebe el vino de oro para alimentarse. Quienes derraman el Vaso de Hermes durante la cópula química, de hecho se convierten en criaturas infrahumanas del sub-mundo.

Samael Aun Weor del libro La Gran Rebelión Capitulo 29

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