Moisés
Incuestionablemente; podemos y debemos aseverar con gran énfasis, la existencia trascendental y trascendente de dos tipos clásicos de ocultismo.
De todo el variado conjunto de procesos históricos y prehistóricos, relacionado con la Tierra y sus humanas razas, nos es dable inferir dos modalidades ocultistas, a saber: 1º Ocultismo Innato y 2º Ocultismo Escolástico.
La primera de estas dos corrientes, es ostensiblemente antidiluviana; la segunda es completamente postdiluviana.
Las paralelas exactas de estas dos formas Ocultistas, claramente enunciadas, debemos descubrirlas clarividentemente en las dos modalidades de la ley: ley Natural y Paradisíaca, Sabiduría de los Dioses. Ley Escrita Deuteronomio, Ley Segunda y más Inferior.
Escrito está con caracteres de fuego, en el Libro de la Vida, que cuando los Hijos de Dios, es decir los Elohim o los Jinas, conocieron a las hijas de los hombres, devino espantosa la terrible catástrofe Atlante o Diluvio Universal Génesis, VI, I Entonces concluyó el imperio formidable de la Primera Ley y llegó el tiempo del Deuteronomio, o Segunda Ley.
Es demasiado palmaria y evidente la imperfección terrible de la Ley Escrita: tormento de los grandes hombres, por las espantosas limitaciones de la misma y férrea tutela de los pequeños.
Moisés, el insigne caudillo sagrado del pueblo de Israel, congregando a su gente en la llanura de Moab, expone a la vista de todos, los prodigios extraordinarios que el Señor había obrado en su favor, desde que en el Monte Sinaí había sido establecida la Primera Alianza, y repite la Ley con nuevas ilustraciones, pronunciando espantosas advertencias contra sus transgresores y prometiendo justas recompensas y felicidades de todo género a quienes las guarden fielmente.
Moisés, transfigurado en el Monte Nebo, después de haber bendecido a las doce tribus de Israel, contempla la Tierra Prometida los Campos Elíseos o Mundo de los Jinas, la tierra cuyos ríos manan leche y miel: el Mundo Etérico, la Cuarta Dimensión.
Moisés no murió como los demás hombres: desapareció en el Monte Nebo, nunca se encontró su cadáver. ¿Qué se hizo? Moisés retornó a la tierra feliz de los cantos nórdicos y druidas, se hizo Jina, se convirtió en habitante del Paraíso.
Con plena lucidez hemos podido verificar, en forma íntegra, el hecho contundente, claro y definitivo, de que es precisamente ahí, en el Mundo Superliminal, en la Cuarta Dimensión, donde otrora moraban las gentes dichosas de la antigua Arcadía, quiero referirme, en forma específica, a las humanidades paradisíacas de los antiguos tiempos.
Cuando Juan el Bautista fue degollado, el Gran Kabir Jesús se retira en un barco a un lugar desierto y apartado es decir, a las Tierras de Jinas, a la Cuarta Coordenada de nuestro planeta Tierra, y es allí donde opera con la multitud el milagro de los cinco panes y los dos peces, de los que comieron nada menos que cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, sobrando además doce cestos llenos de pedazos.
Es ostensible que el Gran Sacerdote Gnóstico, Jesús, hubo de meter también a las multitudes dentro de la Cuarta Dimensión, con el evidente propósito de realizar el milagro.
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