Valores y principios
Todos los padres buenos del mundo, sin distinción de cultura, etnia o estatus social, procuran una buena educación para sus hijos. Una educación basada en valores positivos, como el respeto, la tolerancia, la amabilidad, la rectitud, la compasión, etc.
Y en contraparte, fomentan en ellos, la erradicación de los valores negativos del ego, como el odio, los celos, la envidia o la ira, que invariablemente producirán análogos efectos.
Todos los buenos padres enfatizan la idea de que la puesta en práctica de cualquiera de estos dos principios, les llevará ora, al éxito ora, al fracaso tanto en lo personal como en lo social.
Para conseguir una buena educación, se han escrito multitud de libros con métodos más o menos exitosos, en donde para el desarrollo de valores y principios-se asegura, la educación de “niños felices”; con autoestima, confianza en sí mismos y la capacidad de fomentar e impulsar su talento innato.
Esto se logra dicen gracias a que, desde pequeños, los niños están en contacto con sus sentimientos, tienen seguridad en sí mismos y la capacidad para ver el lado positivo de las cosas Los métodos sugieren varios aspectos en la educación que no deben pasarse por alto; como el juego y el tiempo necesario de convivencia familiar; la honestidad para que aprendan a afrontar los retos de la vida con responsabilidad; el ejemplo como guía de seguridad; la empatía como complicidad y comprensión; y cambiar las críticas destructivas y las negaciones por decreto, a favor del diálogo, sin ultimátum ni luchas de poder.
Efectivamente todos estos parámetros pueden augurar óptimas consecuencias. No cabe la menor duda. Es una disciplina de la conciencia. Pero no debe olvidársenos que existen tres componentes en el individuo que pueden alterar los mejores planes educacionales.
Estos son: el GENOTIPO o las cualidades innatas que tiene la persona. Su humor, su carácter, su predisposición genética, su propia peculiaridad, diferente a la de sus hermanos con la misma educación.
El segundo componente sería el PARATIPO, que alude directamente a la educación, al ejemplo paternal, a la relación familiar y a los valores adquiridos.
Y el tercero sería el FENOTIPO, que combina a los dos anteriores. De manera que la persona actuará conforme a su manera de ser y con aquello que se identifique de la sociedad y de los productos ambientales que le circundan. Visto desde esta perspectiva, no podemos “llevarnos las manos a la cabeza”, cuando a pesar de darles una buena educación a nuestros hijos ellos hacen lo que les viene en gana.
La influencia de la educación paterna, es tan solo un tercio de la vida y características del individuo. Y es él, quien de modo libre dentro de su propio condicionamiento optará por el modo de vida que crea más adecuado, que invariablemente se inclinará por su forma de ser y por las tendencias sociales del momento.
No es que los padres hayan dejado de tener en cuenta los factores básicos de la educación, sino que la sociedad, el individuo, los valores humanos en general, lamentablemente, se han deteriorado.
Los padres pueden y deben plantar una semilla buena; pueden y deben crear situaciones favorables para que tal semilla germine, y si la tierra es fértil dará buenos frutos pero si es estéril, sencillamente no dará los frutos buscados.
Sagrario G. E., M.G.
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