Las tres mentes
Ustedes están aquí para escucharme, y yo estoy aquí para hablarles; pero es necesario que entre nosotros haya una comunicación de Almas, que nos propongamos inquirir en sí mismos; indagar, buscar, tratar de SABER ESCUCHAR, con el objetivo evidente de lograr una orientación en el camino de la Auto-Realización Íntima del Ser...
Saber escuchar es muy difícil, saber hablar es más fácil. Sucede que cuando se escucha, se necesita ESTAR ABIERTO A LO NUEVO, con mente espontánea, libre de preconceptos, de prejuicios, etc., mas sucede que el EGO, el "YO", el "mí mismo", no sabe escuchar, todo lo traduce en base a sus prejuicios, todo lo interpreta de acuerdo a lo que tiene almacenado en el CENTRO FORMATIVO.
¿Cuál es el CENTRO FORMATIVO? La memoria. ¿Por qué se llama "CENTRO FORMATIVO"?. Porque allí tiene lugar la formación intelectual de los conceptos. Entendido esto, se hace urgente aprender a escuchar con mente nueva, y no repitiendo lo que está almacenado en la memoria.
Después de este preámbulo, vamos a tratar de ponernos de acuerdo, ustedes y yo, sobre conceptos, ideas, etc. Ante todo, es imprescindible saber si el intelecto, por sí mismo, puede llevarnos alguna vez, a uno, a la experiencia de LO REAL.
Existen brillantes intelectos (eso no lo podemos negar), pero éstos nunca han experimentado ESO que es LA VERDAD. Ante todo, no está de más saber que existen tres mentes en nosotros. A la primera podríamos denominarla "MENTE SENSUAL"; a la segunda la calificaremos de "MENTE INTERMEDIA", y a la tercera como "MENTE INTERIOR"...
Existen por doquiera muchos bribones del intelecto, sin orientación positiva y envenenada por el asqueante escepticismo. Ciertamente el repugnante veneno del escepticismo contagió a las mentes humanas en forma alarmante desde el siglo XVIII. Antes de aquel siglo, la famosa isla Nontrabada o Encubierta, situada frente a las costas de España se hacía visible y tangible constantemente. No hay duda de que tal isla se halla ubicada dentro de la cuarta vertical. Muchas son las anécdotas relacionadas con esa isla misteriosa. Después del siglo XVIII la citada isla se perdió en la eternidad, nadie sabe nada sobre la misma.
En las épocas del Rey Arturo y de los caballeros de la mesa redonda, los elementales de la Naturaleza se manifestaron por doquiera, penetrando profundamente dentro de nuestra atmósfera física. Son muchos los relatos sobre duendes, genios y hadas que todavía abundan en la verde Erim, Irlanda; desafortunadamente todas estas cosas inocentes, toda esta belleza del alma del mundo, ya no es percibido por la humanidad debido a las sabihondeces de los bribones del intelecto y al desarrollo desmesurado del Ego animal. Hoy en día los sabihondos se ríen de todas estas cosas, no las aceptan aunque en el fondo ni remotamente hayan logrado la felicidad.
Si las gentes entendieran que tenemos tres mentes, otro gallo cantaría, posiblemente hasta se interesarían más por estos estudios. Desgraciadamente los ignorantes ilustrados metidos en el recoveco de sus difíciles erudiciones, ni siquiera tienen tiempo para ocuparse de nuestros estudios seriamente.
Esas pobres gentes son autosuficientes, se hallan engreídas con el vano intelectualismo, piensan que van por el camino recto y ni remotamente suponen que se encuentran metidas en un callejón sin salida. En nombre de la verdad debemos decir que en síntesis, tenemos tres mentes: a la primera podemos y debemos llamarla Mente Sensual, a la segunda la bautizaremos con el nombre de Mente Intermedia, a la tercera la llamaremos Mente Interior.
Vamos ahora a estudiar cada una de estas tres mentes por separado y en forma juiciosa. Incuestionablemente la Mente Sensual elabora sus conceptos de contenido mediante las percepciones sensoriales externas. En estas condiciones la Mente Sensual es terriblemente grosera y materialista, no puede aceptar nada que no haya sido demostrado físicamente.
Como quiera que los conceptos de contenido de la Mente Sensual tienen por fundamento los datos sensoriales externos, indubitablemente, nada puede saber sobre lo real, sobre la verdad, sobre los misterios de la vida y de la muerte, sobre el Alma y el Espíritu, etc. Para los bribones del intelecto atrapados totalmente por los sentidos externos y embotellados entre los conceptos de contenido de la Mente Sensual, nuestros estudios esotéricos les son locura. Dentro de la razón de la sin razón, en el mundo de lo descabellado, ellos tienen razón debido a que están condicionados por el mundo sensorial externo. ¿Cómo podría la Mente Sensual aceptar algo que no sea sensual?
Si los datos de los sentidos, sirven de resorte secreto para todos los funcionalismos de la Mente Sensual, es obvio que estos últimos tienen que originar conceptos sensuales. Mente Intermedia es diferente, sin embargo tampoco sabe nada en forma directa sobre lo real, se limita a creer y eso es todo. En la Mente Intermedia están las creencias religiosas, los dogmas inquebrantables, etc. Mente Interior es fundamental para la experiencia directa de la verdad. Indubitablemente la Mente Interior elabora sus conceptos de contenido con los datos aportados por la Conciencia Superlativa del Ser.
Incuestionablemente la Conciencia puede vivenciar y experimentar lo real. No hay duda de que la Conciencia sabe de verdad. Sin embargo para la manifestación, la Conciencia necesita de un mediador, de un instrumento de acción y éste en sí mismo es la Mente Interior. La Conciencia conoce directamente la realidad de cada fenómeno natural y mediante la Mente Interior puede manifestarla.
Abrir la Mente Interior sería lo indicado a fin de salir del mundo de las dudas y de la ignorancia. Esto significa, que sólo abriendo la Mente Interior nace la fe auténtica en el ser humano. Mirada esta cuestión desde otro ángulo, diremos que el escepticismo materialista es la característica peculiar de la ignorancia. No hay duda de que los ignorantes ilustrados resultan ciento por ciento escépticos.
La fe es percepción directa de lo real; sabiduría fundamental; vivencia de eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente. Distíngase entre fe y creencia. Las creencias se encuentran depositadas en la Mente Intermedia, la fe es característica de la Mente Interior. Desafortunadamente existe siempre la tendencia general a confundir la creencia con la fe. Aunque parezca paradójico enfatizaremos lo siguiente: «El que tiene Fe verdadera no necesita creer». Es que la fe auténtica es sapiencia vívida, cognición exacta, experiencia directa.
Sucede que durante muchos siglos se ha confundido a la fe con la creencia y ahora cuesta mucho trabajo hacerles comprender a las gentes que la fe es sabiduría verdadera y nunca vanas creencias. Los funcionalismos sapientes de la Mente Interior, tienen como resortes íntimos todos esos datos formidables de la sabiduría contenida en la Conciencia.
Quien ha abierto la Mente Interior recuerda sus vidas anteriores, conoce los misterios de la vida y de la muerte, no por lo que haya leído o dejado de leer, no por lo que otro haya dicho o dejado de decir, no por lo que se haya creído o dejado de creer, sino por experiencia directa, vívida, terriblemente real.
Esto que estamos diciendo no le gusta a la Mente Sensual, no puede aceptarlo porque se sale de sus dominios, nada tiene que ver con las percepciones sensoriales externas, es algo ajeno a sus conceptos de contenido, a lo que le enseñaron en la escuela, a lo que aprendió en distintos libros, etc., etc., etc.
Esto que estamos diciendo tampoco es aceptado por la Mente Intermedia porque de hecho contraría a sus creencias, desvirtúa lo que sus preceptores religiosos le hicieron aprender de memoria, etc. Jesús el Gran Kabir advierte a sus discípulos diciéndoles: «Cuidaos de la levadura de los saduceos y de la levadura de los fariseos». Es ostensible que Jesús El Cristo con esta advertencia se refirió a las doctrinas de los materialistas saduceos y de los hipócritas fariseos.
La doctrina de los saduceos está en la Mente Sensual es la doctrina de los cinco sentidos. La doctrina de los fariseos se halla ubicada en la Mente intermedia, esto es irrefutable, irrebatible. Es evidente que los fariseos concurren a sus ritos para que se diga de ellos que son buenas personas, para aparentar ante los demás, más nunca trabajan sobre sí mismos. No sería posible abrir la Mente Interior si no aprendiéramos a pensar psicológicamente. Incuestionablemente cuando alguien empieza a observarse a sí mismo, es señal de que ha comenzado a pensar psicológicamente.
En tanto uno no admita la realidad de su propia Psicología y la posibilidad de cambiarla fundamentalmente, indubitablemente no siente la necesidad de la auto-observación psicológica. Cuando uno acepta la Doctrina de los Muchos y comprende la necesidad de eliminar los distintos yoes que carga en su psiquis con el propósito de liberar la Conciencia, la Esencia, indubitablemente de hecho y por derecho propio inicia la auto-observación psicológica. Obviamente la eliminación de los elementos indeseables que en nuestra psiquis cargamos origina la apertura de la Mente Interior.
Todo esto significa que la citada apertura es algo que se realiza en forma graduativa, a medida que vayamos aniquilando los elementos indeseables que llevamos en nuestra psiquis. Quien haya eliminado los elementos indeseables en su interior en un cien por cien, obviamente también habrá abierto su Mente Interior en un cien por cien. Una persona así poseerá la fe absoluta. Ahora comprenderéis las palabras del Cristo cuando dijo: Si tuvieseis fe como un grano de mostaza moveríais montañas.
A través de la experiencia hemos podido comprobar que es imposible comprendereso que se llama Amor hasta que hayamos comprendido en forma íntegra el complejo problema de la mente. Quienes suponen que la mente es el cerebro están total mente equivocados. La mente es energética, sutil, puede independizarse de la materia, puede en ciertos estados hipnóticos o durante el sueño normal transportarse a sitios muy remotos para ver y oír lo que está sucediendo en esos lugares.
En los laboratorios de parapsicología, se hacen notables experimentos con sujetos en estado hipnótico. Muchos sujetos en estado hipnótico han podido informar con minuciosidad de detalles sobre acontecimientos, personas y situaciones que durante su trance hipnótico se estuvieron sucediendo a remotas distancias.
Los científicos han podido verificar después de esos experimentos la realidad de esas informaciones. Han podido comprobar la realidad de los hechos, la exactitud de los acontecimientos. Con estos experimentos de los laboratorios de parapsicología está totalmente demostrado por la observación y la experiencia que el cerebro no es la mente. Realmente y de toda verdad, podemos decir que la mente puede viajar a través del tiempo y del espacio, independientemente del cerebro, para ver y oír cosas que se suceden en lugares distantes.
La realidad de las extrapercepciones sensoriales está ya absolutamente demostrada, y sólo a un loco de atar o a un idiota podría ocurrírsele negar la realidad de las extrapercepciones. El cerebro está hecho para elaborar el pensamiento, pero no es el pensamiento. El cerebro tan sólo es el instrumento de la mente. No es la mente. Nosotros necesitamos estudiar a fondo la mente si es que de verdad queremos conocer en forma íntegra eso que se llama Amor.
Los niños y los jóvenes, varones y mujeres, tienen mentes más elásticas, dúctiles, prontas, alertas, etc. Muchos son los niños y jóvenes que gozan preguntando a sus padres y maestros sobre tales o cuales cosas. Ellos desean saber algo más, quieren saber y por eso preguntan, observan, ven ciertos detalles que los adultos desprecian o no perciben. Conforme pasan los años, conforme avanzamos en edad, la mente se va cristalizando poco a poco. La mente de los ancianos está fija, petrificada, ya no cambia ni a cañonazos.
Los viejos ya son así y así mueren, ellos no cambian, todo lo abordan desde un punto fijo. La chochera de los viejos, sus prejuicios, ideas fijas, etc., parecen todo junto, una roca, una piedra, que no cambia de ninguna manera. Por eso dice el dicho vulgar: “genio y figura hasta la sepultura”. Se hace urgente que los maestros y maestras encargados de formar la personalidad de los alumnos y alumnas, estudien muy a fondo la mente a fin de que puedan orientar a las nuevas generaciones inteligentemente.
Es doloroso comprender a fondo cómo a través del tiempo se va petrificando la mente poco a poco. La mente es el matador de lo real, de lo verdadero. La mente destruye el Amor. Quien llega a viejo ya no es capaz de amar porque su mente está llena de dolorosas experiencias, prejuicios, ideas fijas como punta de acero, etc.
Existen por ahí viejos verdes que se creen capaces de amar todavía, pero lo que sucede es que dichos viejos están llenos de pasiones sexuales seniles, y confunden la pasión con el Amor. Todo viejo verde y toda vieja verde pasan por tremendos estados lujuriosos pasionales antes de morir, y ellos creen que eso es Amor. El Amor de los viejos es imposible porque la mente lo destruye con sus chocheras, ideas fijas, prejuicios, celos, experiencias, recuerdos, pasiones sexuales, etc., etc., etc.
La mente es el peor enemigo del Amor. En los países súper civilizados el Amor ya no existe, porque la mente de las gentes sólo huele a fábricas, cuentas de banco, gasolina y celuloide. Existen muchas botellas para la mente, y la mente de cada persona está muy bien embotellada. Unos tienen la mente embotellada en el abominable comunismo, otros la tienen embotellada en el despiadado capitalismo.
Hay quienes tienen la mente embotellada en los celos, en el odio, en el deseo de ser rico, en la buena posición social, en el pesimismo, en el apego a determinadas personas, en el apego a sus propios sufrimientos, en sus problemas de familia, etc., etc., etc. A la gente le encanta embotellar la mente. Raros son aquellos que se resuelven de verdad a volver pedazos la botella. Necesitamos libertar la mente, pero a la gente le agrada la esclavitud.
Es muy raro encontrar a alguien en la vida que no tenga la mente bien embotellada. Los maestros y maestras deben enseñar a sus alumnos y alumnas todas estas cosas. Deben enseñar a las nuevas generaciones a investigar su propia mente, a observarla, a comprenderla. Sólo así, mediante la comprensión de fondo, podemos evitar que la mente se cristalice, se congele, se embotelle.
Lo único que puede transformar el mundo es eso que se llama Amor; pero la mente destruye el Amor. Necesitamos estudiar nuestra propia mente, observarla, investigarla profundamente, comprenderla verdaderamente. Sólo así, sólo haciéndonos amos de sí mismos, de nuestra propia mente, mataremos al matador del Amor, y seremos felices de verdad.
Aquellos que viven fantaseando a lo lindo sobre el Amor, aquellos que viven haciendo proyectos sobre el Amor, aquellos que quieren que el Amor opere de acuerdo a sus gustos y disgustos, proyectos y fantasías, normas y prejuicios, recuerdos y experiencias, etc., jamás podrán saber realmente lo que es Amor. De hecho, ellos se han convertido en enemigos del Amor. Es necesario comprender en forma íntegra lo que son los procesos de la mente en estado de acumulación de experiencias.
El maestro, la maestra, regañan muchas veces en forma justa, pero a veces, estúpidamente y sin verdadero motivo, sin comprender que todo regaño injusto queda depositado en la mente de los estudiantes. El resultado de semejante proceder equivocado suele ser la pérdida del Amor para el maestro, para la maestra.
La mente destruye el Amor y esto es algo que los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades no deben olvidar jamás. Es necesario comprender a fondo todos esos procesos mentales que acaban con la belleza del Amor. No basta ser padre o madre de familia; hay que saber amar. Los padres y madres de familia creen que aman a sus hijos e hijas porque los tienen, porque son suyos, porque los poseen como quien tiene una bicicleta, un automóvil, una casa. Ese sentido de posesión, de dependencia, suele confundirse con el Amor, pero jamás podría ser Amor.
Los maestros y maestras de nuestro segundo hogar que es la escuela, creen que aman a sus discípulos, a sus discípulas, porque les pertenecen como tales, porque los poseen, pero eso no es Amor.
El sentido de posesión o dependencia no es Amor. La mente destruye el Amor y sólo comprendiendo todos los funcionalismos equivocados de la mente, nuestra forma absurda de pensar, nuestras malas costumbres, hábitos automáticos, mecanicistas, manera equivocada de ver las cosas, etc., podemos llegar a vivenciar, a experimentar de verdad eso que no pertenece al tiempo, eso que se llama Amor.
Quienes quieren que el Amor se convierta en una pieza de su propia máquina rutinaria, quienes quieren que el Amor camine por los carriles equivocados de sus propios prejuicios, apetencias, temores, experiencias de la vida, modo egoísta de ver las cosas, forma equivocada de pensar, etc., acaban de hecho con el Amor porque éste jamás se deja someter. Quienes quieren que el Amor funcione como “yo quiero”, como “yo deseo”, como “yo pienso”, pierden el Amor porque Cupido, el dios del Amor, no está dispuesto jamás a dejarse esclavizar por el yo.
Hay que acabar con el “yo”, con el Mí Mismo, con el Sí Mismo para no perder el Niño del Amor. El yo es un manojo de recuerdos, apetencias, temores, odios, pasiones, experiencias, egoísmos, envidias, codicias, lujuria, etc., etc. Sólo comprendiendo cada defecto por separado, sólo estudiándolo, observándolo directamente no sólo en la región intelectual sino también en todos los niveles subconscientes de la mente, va desapareciendo cada defecto, vamos muriendo de momento en momento.
Así, y sólo así, logramos la desintegración del yo. Quienes quieren embotellar el Amor dentro de la horrible botella del yo, pierden el Amor. Se quedan sin él, porque el Amor jamás puede ser embotellado.
Desgraciadamente la gente quiere que el Amor se comporte de acuerdo con sus propios hábitos, deseos, costumbres, etc. La gente quiere que el Amor se someta al “yo”, y eso es completamente imposible porque el Amor no le obedece al “yo”. Las parejas de enamorados, o mejor dijéramos apasionados, suponen que el Amor debe marchar fielmente por los carriles de sus propios deseos, concupiscencias, errores, etc., y en esto están totalmente equivocados.
“¡Hablemos de los dos!”, dicen los enamorados o apasionados sexualmente, que es lo que más abunda en este mundo. Y luego vienen las pláticas, los proyectos, los anhelos y suspiros. Cada cuál dice algo, expone sus proyectos, sus deseos, su manera de ver las cosas de la vida, y quiere que el Amor se mueva como una máquina de ferrocarril por los carriles de acero trazados por la mente.
¡Cuán equivocados andan esos enamorados o apasionados! ¡Qué lejos están de la realidad! El Amor no le obedece al yo, y cuando quieren los cónyuges ponerle cadenas al cuello y someterlo, huye dejando a la pareja en desgracia. La mente tiene el mal gusto de comparar. El hombre compara una novia con otra. La mujer compara un hombre con otro. El maestro compara a un alumno con otro, a una alumna con otra, como si todos sus alumnos no mereciesen el mismo aprecio. Realmente toda comparación es abominable.
Quien contempla una bella puesta de Sol y la compara con otra, no sabe realmente comprender la belleza que tiene ante sus ojos. Quien contempla una bella montaña y la compara con otra que vio ayer, no está realmente comprendiendo la belleza de la montaña que tiene ante sus ojos.
Donde existe comparación no existe el Amor verdadero. El padre y la madre que aman a sus hijos de verdad, jamás los comparan con nadie, les aman y eso es todo. El esposo que realmente ama a su esposa, jamás comete el error de compararla con nadie, la ama y eso es todo. El maestro o la maestra que aman a sus alumnos y alumnas, jamás los discriminan, nunca les comparan entre sí, les aman de verdad y eso es todo.
La mente dividida por las comparaciones, la mente esclava del dualismo, destruye el Amor. La mente dividida por el batallar de los opuestos no es capaz de comprender lo nuevo, se petrifica, se congela. La mente tiene muchas profundidades, regiones, terrenos subconscientes, recovecos, pero lo mejor es la Esencia, la Conciencia, y está en el centro.
Cuando el dualismo se acaba, cuando la mente se torna íntegra, serena, quieta, profunda, cuando ya no compara, entonces despierta la Esencia, la Conciencia, y ése debe ser el objetivo verdadero de la Educación Fundamental. Distingamos entre objetivo y subjetivo. En lo objetivo hay conciencia despierta. En lo subjetivo hay conciencia dormida, subconciencia. Sólo la conciencia objetiva puede gozar el conocimiento objetivo. La información intelectual que actualmente reciben los alumnos y alumnas de todas las escuelas, colegios y universidades es subjetiva ciento por ciento.
El conocimiento objetivo no puede ser adquirido sin conciencia objetiva. Los alumnos y alumnas deben llegar primero a la autoconciencia y después a la conciencia objetiva. Sólo por el camino del Amor podemos llegar a la conciencia objetiva y el conocimiento objetivo. Es necesario comprender el complejo problema de la mente si es que de verdad queremos recorrer el camino del Amor.
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