La ley del tres
La ley del tres o Triamazikamno. Brahma, Vishnú y Shiva. Amadísimos. Es necesario que en esta Navidad de 1965 conozcamos a fondo la Ley del Tres. Es urgente saber cual es el puesto que ocupamos en este rayo maravilloso de la Creación.
El Hijo vino al mundo para salvarnos y es necesario saber qué es el Padre, qué el Hijo y qué el Espíritu Santo. Todas las Trimurtis sagradas de todas las religiones corresponden a las tres fuerzas primarias del Universo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo constituyen una trinidad dentro de la Unidad de la Vida.
Isis, Osiris, Horus; Brahma, Vishnú y Shiva, etc., son las Trimurtis sagradas que representan siempre las mismas tres fuerzas primarias. Todos los fenómenos cósmicos, toda creación, tienen su base en las tres fuerzas primarias.
Los científicos contemporáneos, reconocen la fuerza y la resistencia, la fuerza positiva y la fuerza negativa; las células positivas y negativas, es decir, las células masculinas y femeninas, etc., pero ignoran que sin una tercera fuerza neutra es imposible todo fenómeno, toda creación. Es cierto y de toda verdad que una o dos fuerzas no pueden producir ningún fenómeno pero los científicos creen que las fuerzas positivas-negativas, pueden producir todos los fenómenos.
Si así mismo nos estudiamos profundamente, podremos descubrir las tres fuerzas en acción. La electricidad no sólo es positiva o negativa, existe la electricidad en su forma neutra. Una o dos fuerzas no pueden producir jamás ningún fenómeno y cada vez que observamos una detención en el desarrollo de cualquier cosa, podemos decir con absoluta seguridad que allí falta la tercera fuerza.
Las tres fuerzas primarias se separan y se unen nuevamente, se dividen y multiplican cósmicamente. En el Absoluto Inmanifestado, las tres fuerzas primarias constituyen una unidad indivisible y auto-consciente en forma íntegra.
Durante la manifestación cósmica las tres fuerzas primarias se separan y se unen y en los puntos donde las tres concurren, se crean fenómenos, mundos, universos, etc. Estas tres fuerzas en el Rayo de la Creación parecen tres voluntades, tres conciencias, tres unidades.
Cada una de estas tres fuerzas contienen en sí mismas todas las posibilidades de las tres, empero en su punto de conjunción, cada una de ellas manifiesta solamente un principio, el positivo, el negativo, y el neutro. Es interesantísimo ver a las tres fuerzas en acción, ellas se separan, se alejan y luego se reencuentran para formar nuevas trinidades diferentes que originan nuevos mundos, nuevas creaciones cósmicas.
En el Absoluto las tres fuerzas son el Logos Único, la variedad dentro de la unidad total, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, constituyendo un Todo Omni-consciente y Omni-misericordioso
El Maestro G., hablando a sus discípulos sobre la Ley del Tres dijo: "Imaginemos al Absoluto como un círculo en el cual hay un número de otros círculos, o sea, mundos de segundo orden, tomemos uno de estos círculos, designemos al Absoluto con el número uno porque las tres fuerzas constituyen un todo en Él; designaremos los pequeños círculos con el número tres porque en un mundo de segundo orden, las tres fuerzas están divididas.
Las tres fuerzas divididas en mundos de segundo orden crean, (fabrican), nuevos mundos, mundos de un tercer orden al juntarse en cada uno de ellos. Tomemos uno de estos mundos, los mundos de tercer orden creados, (fabricados), por las tres fuerzas que ya actúan semi-mecánicamente, dejan de depender de la voluntad única del Absoluto y pasan a depender de tres leyes mecánicas. Estos mundos fueron creados por las tres fuerzas y habiendo sido creados, manifiestan tres fuerzas nuevas y propias, así tendremos que el número de fuerzas que actúan en los mundos de un tercer orden, serán seis en total. En el diagrama se designa el círculo del tercer orden con el número seis (3+3).
A su vez, estos mundos crean nuevos mundos, mundos de un cuarto orden; en los mundos de cuarto orden actúan tres fuerzas del mundo de segundo orden, seis fuerzas de un mundo de tercer orden y tres fuerzas propias, en total son doce fuerzas. Tomemos uno de estos mundos y designémoslo con el número doce (3+6+3). Como están sujetos a un mayor número de leyes, estos mundos se encuentran aun más alejados de la voluntad del Absoluto y son aún más mecánicos.
Los mundos creados dentro de estos últimos estarán bajo el gobierno de veinticuatro fuerzas (3+6+12+3). Los mundos creados dentro de estos estarán a su vez gobernados por 48 fuerzas y esta suma resulta de lo siguiente: Tres fuerzas resultantes del mundo que sigue inmediatamente al Absoluto, el 6 del siguiente, 12 del que sigue a éste, 24 del que sigue a este otro, y 3 propias (3+6+12+24+3) o sea las 48 en total.
Los mundos creados dentro de los mundos 48, estarán bajo el gobierno de 96 fuerzas (3+6+12+24+48+3). Los mundos del siguiente orden estarán bajo el gobierno de 192 fuerzas, y así sucesivamente.
Si analizamos a fondo estos cálculos matemáticos del Maestro G., debemos comprender que el mundo de 96 leyes es el primer plano sumergido del abismo y que el mundo de 192 leyes corresponde al segundo plano sumergido del Abismo.
El abismo es el Reino Mineral y está situado bajo la superficie de la tierra. El abismo es el Tartarus griego, el Avitchi indostaní, el Averno romano, el Infierno cristiano, etc., etc., etc.
El Abismo tiene siete regiones atómicas sumergidas, estos son los Infiernos Atómicos de la Naturaleza. La Ley del Tres nos permite saber cuántas leyes gobierna a cada región sumergida del Infierno. Si en el mundo de 48 leyes que es el mundo celular donde vivimos, ya todo es mecánico y ni remotamente se hace la voluntad del Absoluto. ¿Qué diremos del reino mineral? En el reino mineral viven los perdidos, la vida en el reino mineral está muy lejos de la voluntad del Absoluto.
En el reino mineral sumergido ni siquiera se recuerda la voluntad del Absoluto. El Rayo de la Creación comienza en el Absoluto y termina en el Infierno.
El orden del Rayo de la Creación es así: 1º ABSOLUTO. 2º TODOS LOS MUNDOS. 3º TODOS LOS SOLES. 4º EL SOL. 5º TODOS LOS PLANETAS. 6º LA TIERRA. 7º EL INFIERNO.
Lamentamos tener que disentir con el Maestro G., en la cuestión aquella de la Luna, el Maestro G., cree que el Rayo de la Creación comienza en el Absoluto y termina en la luna. El Maestro G., supone que la Luna es un fragmento desprendido de la Tierra en un remoto pasado arcaico. El Maestro G. cree que la Luna es un mundo que está naciendo y que se alimenta de la vitalidad terrestre.
Quienes estuvimos activos en el pasado Día Cósmico, sabemos muy bien que la Luna fue un mundo como la Tierra, un mundo sometido a muchos procesos evolutivos e involutivos, un mundo que tuvo vida en abundancia y que ya murió, la Luna es un cadáver. La Luna pertenece al pasado Rayo de la Creación. La Luna no pertenece a nuestro actual Rayo de la Creación.
La influencia lunar es de tipo subconsciente sumergido y controla las regiones tenebrosas del abismo terrestre, por eso a dichas regiones se les llama en esoterismo, regiones sublunares sumergidas. Esas son las tinieblas de afuera donde será el lloro y el rechinar de dientes.
Nosotros vivimos normalmente en este mundo celular de las 48 leyes y es muy interesante saber que la célula germinal de la cual deviene por gestación el organismo humano, tiene 48 cromosomas. Si en el mundo y en todos los mundos de tercer orden creados por las tres fuerzas que ya actúan semi-mecánicamente, no se hace ya la voluntad del Absoluto, mucho menos se hace tal voluntad en este mundo de 48 Leyes en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser.
Un solo consuelo nos queda (aun cuando en el fondo sea terrorífico), y es que por debajo de nosotros, bajo la superficie de la tierra existen mundos de 96 y 192 fuerzas y aun muchos más y que son tremendamente más complicados y terriblemente materialistas, donde ni siquiera se recuerda que existe la voluntad del Absoluto.
El Absoluto crea su plan cósmico en el mundo de las Tres Leyes y después todo continúa mecánicamente. Nosotros estamos separados del Absoluto por las 48 Leyes Mecánicas que nos hacen la vida espantosamente mecánica y terriblemente aburridora.
Si nos fabricamos un cuerpo astral verdadero (no se confunda a este con el cuerpo de deseos de que habla Max Heindel), nos liberamos de la mitad de estas leyes y quedamos sometidos a las 24 órdenes de Leyes que gobiernan sabiamente el mundo planetario.
Fabricarse un Cuerpo Solar, es decir, un Cuerpo Astral auténtico, significa de hecho estar un paso más cerca del Absoluto. Si después de haber fabricado el Cuerpo Astral, nos damos el lujo de fabricarnos el Cuerpo Mental, (no se confunda a este con el mental que usan normalmente los vivos y los muertos que es de tipo lunar-animal) damos otro gran paso rumbo al Absoluto y quedamos sometidos a las 12 leyes solares.
Si nos fabricamos el Cuerpo de la Voluntad Consciente o Cuerpo Causal, (no se confunda a este con la esencia anímica depositada dentro de la mente lunar) entonces nos libertamos de las 12 leyes solares y quedamos sometidos a 6 órdenes de leyes cósmicas, esto significaría dar un tercer paso hacia el Absoluto.
El cuarto paso nos lleva al Absoluto mismo, al Protocosmos divino, el cual está gobernado por 3 leyes nada más. El Protocosmos es espíritu divino y se halla sumergido en el seno del Absoluto. Todos los soles y mundos del Protocosmos están constituidos por la divina sustancia del Espíritu Divino.
Nosotros podemos subir o bajar, regresar al Absoluto o descender al Reino Mineral. Las almas que entran al reino mineral quedan sometidas primero a 96 órdenes de Leyes, después a 192 y conforme van involucionando en ese reino sumergido se van complicando con mayor y mayor número de Leyes. Quienes entran al Abismo mineral involucionan, retroceden, pasando por los reinos animal, vegetal y mineral.
Cuando los perdidos llegan al estado mineral, cuando se fosilizan totalmente bajo la superficie de la tierra, entonces de hecho se desintegran, se reducen a polvo. El Abismo es el crisol de fundición, es necesario que los tenebrosos se desintegren en el Abismo para que la Esencia, el Alma, se libere y regrese a su Espíritu Divino de donde un día salió. En el crisol de fundición las almas petrificadas son fundidas por el proceso cósmico que Ibsen simbolizó como el fundidor de botones en "Peer Gynt".
Tal fundición de las formas petrificadas y rígidas que han perdido el poder de desarrollarse, es claro que lleva en sí mismo espantosos sufrimientos y terribles amarguras indescriptibles. El crisol de fundición tiene por objeto restaurar el producto psíquico defectuoso, volverlo a su estado natural de pureza primitiva y libertarlo de los cuerpos lunares después de desintegrar el Yo por medio de la involución sumergida.
En el crisol de fundición cósmica se reducen a polvo los cuerpos lunares y el Ego. Solo reduciéndose a polvo el Ego y sus cuerpos lunares, puede liberarse del Abismo la Esencia, el Alma, el principio psíquico.
Un sabio autor decía: El descenso al infierno es, por tanto, un viaje hacia atrás en la involución un hundimiento en densidad siempre creciente, en oscuridad, rigidez y en un tedio inconcebible de tiempo; una caída hacia atrás a través de las edades al caos primitivo, de donde el infinito ascenso hacia el conocimiento de Dios tiene que comenzar otra vez desde el principio".
El Libro Tibetano de los Muertos dice refiriéndose al Abismo: "Al caer ahí, tendrás que sufrir padecimientos insoportables y donde no hay tiempo cierto de escapar". Dante sitúa el infierno dentro del interior de la tierra y lo considera formado por esferas concéntricas de densidad creciente, esas esferas son de tipo sublunar. Cada una de esas esferas sumergidas está gobernada por abrumadora cantidad de leyes que pueden empezar por 96, continuar con 192 y multiplicarse sucesivamente de acuerdo con la Ley del Tres.
Un Maestro hablando del infierno decía: "Este es el Naraka hindú situado debajo de la tierra y debajo de las aguas. Este es el Aralu babilónico. La tierra del no retorno, la región de la oscuridad, la casa en la que el que entra no sigue adelante, el camino del que el viajero nunca regresa, la casa cuyos habitantes nunca ven la luz, la región donde el polvo es su pan y el lodo su alimento. Este es el Tártarus griego al que conducía la boca de la tierra donde fluye una cantidad de fuego, y hay enormes ríos de fuego y muchos ríos de lodo; una caverna en la tierra, que es la más grande de todas ellas, y además, atraviesa toda la tierra".
"Aquellos considerados incurables son arrojados por el ángel en el Tártarus y de ahí no salen más. Es el Amenti egipcio representado en el plano cósmico de la gran pirámide por una cámara pétrea oscura a cien pies bajo la superficie, cuyo piso se dejó informe y de la cual un pasadizo final conduce a ninguna parte".
Infierno viene de la palabra latina "Infernus", y esta palabra significa región inferior. La región inferior no es la región celular en que vivimos, la región inferior es el Submundo, el Reino Mineral sumergido bajo la superficie de la corteza terrestre. El Infierno es pues, un submundo con siete regiones dentro de la tierra. La Litosfera es el reino de los minerales y la Barisfera es el reino de los metales.
Todos los seres humanos un poco más tarde, un poco más temprano, se identifican con el reino mineral por su persistencia en el crimen y terminan por entrar al reino mineral para correr la suerte de los minerales. Los procesos geológicos y el tiempo geológico, son espantosamente lentos y dolorosos. Raros son los seres humanos que se resuelven a libertarse de las 48, 24, 12 y 6 leyes para entrar al Absoluto.
La humanidad en su conjunto prefiere siempre pasar de las 48 leyes a las 96. Es más fácil entrar en el mundo de las 96 leyes que libertarse de las 48 y la humanidad prefiere siempre lo más fácil. A la humanidad le encanta tener corazón de pedernal, corazón de piedra, etc., etc. A la humanidad le encanta identificarse con el reino mineral y compartir la suerte del mineral.
Todos los infiernos religiosos son símbolos del reino mineral, los Infiernos Atómicos de la Naturaleza constituyen el Submundo Mineral. Lo normal, lo natural, es que la humanidad en su casi totalidad entre en el reino mineral. Lo extraño, lo revolucionario, es que algunos se auto-realicen y después de libertarse de todas las leyes entren al Absoluto.
Libertarse de las 48 leyes, de las 24, de las 12 y de las 6, significa hacer tremendos súper-esfuerzos y a la gente no le gustan esos súper-esfuerzos. La gente quiere siempre lo más cómodo, lo más fácil y por eso es que casi todos los seres humanos un poco más tarde o un poco más temprano, dejan de nacer para entrar al Submundo de las 96 leyes.
Sólo por medio de la Revolución de la Conciencia podemos libertarnos de las 48 leyes, de las 24, de las 12, y de las 6, pero a la gente no le gusta la Revolución de la Conciencia. Las gentes prefieren bailar, beber, fornicar, adulterar, emborracharse, conseguir mucho dinero, etc., etc. Esto es para las gentes, más cómodo que la Revolución de la Conciencia.
La Revolución de la Conciencia tiene tres factores que no les gusta a las gentes, 1º Nacer; 2º Morir; 3º Sacrificio por la humanidad
A las gentes se les hace muy difícil esto, raro es aquel que quiere morir, es decir, desintegrar su querido Yo. Raro es aquel que de verdad se resuelve a efectuar la conexión sexual sin eyaculación del semen con el propósito de fabricarse el legítimo Cuerpo Astral, el auténtico Mental y el verdadero Causal o Cuerpo de la Voluntad Consciente.
Raro es aquel que esté resuelto a sacrificarse por la salvación del mundo. Las gentes prefieren gozar los placeres de la tierra y entrar luego al Submundo Mineral para correr la suerte de los minerales; eso es más fácil, más cómodo, más suave. La Revolución de la Conciencia requiere tremendos súper-esfuerzos y a las gentes no les gusta nada que le incomode.
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