Responde Pendular

Samael 228Continuación de la conferencia "La conducta pendular"

Discípulo. Maestro, cuando se está enamorado, pues, es bello; y si uno recibe una desilusión, pues, se torna feo aquello bello, para los dos pretendientes. Para mí, pues, ahí hay...  ...pero hay que buscar... 

Maestro. A ver... D. Siempre se a relacionado la belleza con el amor, y lo feo con la antítesis del amor. Ésos son aspectos psicológicos, porque nuestras abuelitas, por los menos, cuando nos hablaban de las Hadas, nos las pintaban por ser buenas, bellas, y cuando nos hablaban de los ogros, por ser malos, nos los pintaban feos. Entonces creo que está, más allá de esos conceptos.

M. Están buenas las respuestas. Mas debe hacerse una diferencia entre lo que es bello y lo que es el Amor. De manera que no está muy completa la cuestión. Haber quién otro da una respuesta.

A ver tú... D.  ...Presiento que el Amor está más allá de ese par de opuestos; trasciende lo bello y lo feo; está más allá.

M. La respuesta está muy interesante. A ver, dime, hermano...

D. El Amor es inefable porque no es una cuestión intelectiva; es una emoción que podríamos llamar sublime.

M. Esa respuesta está más trascendental.

D. Maestro, yo considero que el Amor es indescriptible; cuando uno siente Amor, pues, no se puede manifestar con palabras.

D. Se es en el Amor... D. Maestro, yo diría que para nosotros es muy difícil decir si el Amor es bello o feo, porque nosotros no conocemos el Amor. Estamos en vías de conocer el Amor. Sólo un Ser superior conoce lo que es Amor

M. Bueno, a ver, la última de las respuestas.

D. Pienso que desde el punto de vista de nuestra humana Personalidad...  ...todo es relativo, todo depende de las circunstancias. Profundizando e interiorizando dentro de nosotros mismos, pienso que se escapa de lo nuestro. Eso ya pertenece, realmente, al Ser, y no a la humana personalidad. Si a nosotros nos interesa, es bueno; sino nos interesa es malo, es decir, es cuestión de ponerse en el intermedio... 

M. Te hemos escuchado. ¿Quién más va a decir algo? A ver, Shepard...

D. El Amor es como el Ser; la única razón del Amor, es él mismo.

M. A ver, hermano...

D. Yo conceptúo que el Amor consiste en armonizar con todo y con todos...

M. Está bien... Pero en realidad de verdad, que la Pitonisa aquella de Delfos, que habló a Sócrates, insinuó prácticamente una verdad: EL AMOR MÁS ALLÁ DE LO BELLO Y DE LO FEO. Que la belleza deviene del Amor, es otra cosa. Por ejemplo, cuando el Ego es disuelto, queda en nosotros la Belleza Interior, y de esa belleza deviene eso que se llama Amor.

De manera que, entonces, el Amor, en sí mismo, está más allá de los conceptos que se tienen sobre la fealdad y sobre la belleza. No se puede definir, porque si se define se desfigura. ¿Tendría entonces razón o no, la Pitonisa? Sí la tiene: Está más allá de los conceptos de fealdad y de la belleza, aunque del Amor devenga la belleza, resulte la belleza. Donde existe el verdadero Amor, existe la Belleza Interior; eso es obvio.

Así que, hermanos, entre la Tesis y la Antítesis, siempre hay una SÍNTESIS que coordina y reconcilia los opuestos. Veamos esto. Sabemos que existe la gran batalla entre los Poderes de la Luz y los Poderes de las Tinieblas. EN EL MISMO ESPERMA SAGRADO, EXISTE UNA LUCHA entre los Poderes Atómicos de la Luz y los Poderes Atómicos de las Tinieblas. En todo lo creado, existe esa gran lucha; las columnas de Ángeles y de Demonios se combaten mutuamente, en todos los rincones del Universo.

Cuando uno no tiene todavía la Piedra Filosofal, ve como imposible la RECONCILIACIÓN DE LOS OPUESTOS (LUZ y TINIEBLAS) dentro de uno mismo. Más cuando uno logra la Piedra de los Filósofos, la Piedra de la Serpiente (a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios), entonces, mediante la misma, logra reconciliar los opuestos, y los reconcilia en sí mismo, porque reconoce que todo en la Creación tiene doble cara; y sólo mediante una tercera posición, es decir, sólo mediante el Tao (en el centro del Círculo Mágico), sólo mediante la SÍNTESIS, podemos reconciliar los opuestos dentro de nosotros mismos; eso es obvio.

Así que se hace necesario que aprendamos a reconciliar los Opuestos, se hace necesario que nos libertemos nosotros de la Ley del Péndulo y que vivamos mejor dentro de la LEY DEL CÍRCULO. Uno se liberta de la Ley del Péndulo cuando se coloca en la Ley del Círculo, cuando se coloca el Tao, que está en el centro del Círculo Mágico. Porque entonces, a su alrededor de uno, todo pasa; por todo el rededor de la Consciencia de uno, en círculo; por la CONSCIENCIA REDONDA de uno, ve como pasan los distintos aconteceres, con sus dos caras; con sus cosas, con sus dos posiciones, las circunstancias, etc., los triunfos y las derrotas, el éxito y el fracaso.

Todo tiene dos caras, y uno, ubicado en el centro, reconcilia los opuestos, ya no teme  a un fracaso económico, ya no sería capaz de “volarse la tapa de los sesos” porque perdió su fortuna de la noche a la mañana, como han hecho muchos jugadores del Casino de Montecarlo: pierden su fortuna y se suicidan; ya no van a sufrir por las traiciones de sus amigos, se hace invulnerable al placer y al dolor.

¡Vean ustedes lo extraordinario, lo maravilloso! Pero si nosotros no aprendemos a vivir dentro del círculo, si no nos ubicamos exactamente en el del Tao (punto central del Círculo Mágico), continuaremos como estamos: Expuestos a la Ley trágica y cambiante del Péndulo, que es completamente mecanicista en un ciento por ciento, dolorosa. Así, mis queridos amigos, debemos aprender a vivir inteligentemente, conscientemente; eso es obvio. Desgraciadamente, toda la humanidad está sometida a la Ley del Péndulo. Miramos cómo la Mente pasa de un lado a otro. ¡Eso es fatal!

Yo he visto, pues, que no hay nadie, en realidad de verdad, que no esté sometido a la cuestión esa de las OBJECIONES. Llegará alguno y nos dice una cosa, alguna frase. ¿Qué es lo primero que se nos ocurre? ¡Objetar, poner tal o cual objeción! Es la Ley del Péndulo: Dime que yo te diré, me derribas y yo te derribo después. Conclusión: Dolor. ¡Vale más que no, eso es terrible! ¿Por qué tenemos que estar poniendo objeciones, hermanos?

Me viene en este momento a la Mente, un caso interesante. Hace mucho, pero muchísimos años, hallándome en el Mundo Astral (en Hod, en el Sephiroth HOD, internado en ese Sephiroth), hube de invocar a un Deiduso, Ángel o Elohim (como ustedes quieran denominarlo), o Deva. Algo me dijo aquel Deiduso y de inmediato objeté y saqué a relucir la antítesis. En forma muy vulgar les diría a ustedes que refuté.

Yo esperaba que el Deiduso aquél discutiera conmigo también, mas no sucedió así. Aquella Seidad me escucho con infinito respeto y profunda veneración. Aduje muchísimos conceptos y cuando concluí (que pensaba que iba a tomar la palabra para rebatirme), con gran asombro vi que hizo este signo, se inclinó reverentemente, dio la espalda y se fue, dio media vuelta y se fue.

Me dio una lección extraordinaria; no objetó nada. Obviamente, aquel Deiduso había pensado más allá de las objeciones. Sí, es indubitable que las objeciones pertenecen a la Ley del Péndulo. Mientras uno esté objetando, está sometido a la Ley del Péndulo.

Todo el mundo tiene derecho a emitir sus opiniones, cada cual es libre de decir lo que quiera. Nosotros debemos, sencillamente, escuchar al que está hablando, con respeto. ¿Terminó de hablar? Nos retiramos... Claro, algunos no proceden así, o no procederán en esa forma. Por orgullo dirán: Yo no me retiro. Yo tengo que darle en la torre. He ahí el orgullo supino, intelectualoide. Si nosotros no eliminamos de sí mismo el Yo del orgullo, es obvio que tampoco lograremos jamás la Liberación Final.

Lo mejor es que cada cual diga lo que tiene que decir y NO LE PONGAMOS OBJECIONES, porque cada cual es libre de decir lo que quiera, sencillamente. Pero uno siempre vive poniendo objeciones: Se las pone al interlocutor y se las pone así mismo también. Claro, esto no significa que no exista el agrado o el desagrado; es obvio que existe. Supongamos que a cualquiera de nosotros se nos pone a limpiar una pocilga, donde viven los cerdos (creo que éste no sería, precisamente, un trabajo muy agradable).

Tendríamos derecho a que no nos pareciera agradable, pero una cosa es que no nos parezca agradable (tal trabajo) y otra cosa muy diferente es que nosotros pongamos objeciones, que empecemos a protestar: “¡Qué porquería ésta, Dios mío; nunca creí que yo fuera a caer tan bajo! ¡Ay de mí, desgraciado de mí (etc., etc.), limpiando una pocilga de cerdos! ¡En lo que vine a parar!” Bueno, con eso lo único que uno consigue es fortificar completamente, pues, los Yoes de la ira, del amor propio, del orgullo, etc.

También, está el caso de una persona que, en principio, nos desagrada: ¡Es que me cae tan gorda esa persona!... Pero una cosa es que nos desagrade, en principio, y otra cosa es que nosotros estemos poniendo objeciones, que estemos protestando contra esa persona: “Pero es que tal persona me cae mal, esta persona es un problema”, y que estemos buscando subterfugios para apuñalarla, para eliminarla.

Con las objeciones, lo único que conseguimos es MULTIPLICAR LA ANTIPATÍA en nosotros, ROBUSTECER EL YO del odio, robustecer el Yo del egoísmo, el Yo de la violencia, del orgullo, etc. ¿Cómo hacer, en este caso en que una persona no nos es grata? Es que todos nos debemos de conocer a sí mismos, para ver por qué no nos es grata esa persona. Podría suceder que esa persona esté exhibiendo algunos de los defectos que nosotros poseemos.

Uno tiene el Yo del amor propio, adentro, y si alguien exhibe algunos de esos defectos interiores, pues obviamente, ese alguien “nos cae mal”. De manera que, en vez de nosotros estar poniendo objeciones sobre esa persona (protestando, riñendo), mas bien debemos AUTOEXPLORARNOS, para conocer cuál es ese elemento psíquico que cargamos interiormente y que origina esa antipatía. Pensemos que si nosotros descubrimos tal elemento y lo disolvemos, la antipatía cesa. Pero si nosotros, en vez de investigarnos a sí mismos ponemos objeciones, protestamos, tronamos”, relampagueamos contra ese alguien, robusteceremos el Yo; eso es indubitable.

Dentro del mundo del intelecto, no hay duda que siempre estamos poniendo objeciones. Esto produce la DIVISIÓN INTELECTUAL: Se divide la Mente entre TESIS y ANTÍTESIS, se convierte en un campo de batalla que DESTROZA EL CEREBRO. Observen ustedes como esas gentes que se dicen “intelectuales”, están llenas de extrañas manías: Algunos se dejan el pelo alborotado, se “rascan” espantosamente, etc., hacen cincuenta mil payasadas; claro, producto de una Mente más o menos deteriorada, destruida por el batallar de las antítesis.

Si a todo concepto le ponemos una objeción, termina nuestra Mente riñendo sola. Como consecuencia, vienen las enfermedades al cerebro, las anomalías psicológicas, los estados depresivos de la Mente, el nerviosismo, que destruye órganos muy delicados, como los del hígado, corazón, páncreas, bazo, etc. Pero si nosotros aprendemos a no estar haciendo objeciones, sino que cada cual piense como le venga en gana, que cada cual diga lo que quiera, terminarán esas luchas dentro del intelecto y en su reemplazo vendrá una Paz verdadera.

La Mente de las pobres gentes está riñendo a todas horas: Riñe entre sí, espantosamente, y eso nos conduce por un camino muy peligroso, camino de enfermedades al cerebro, de enfermedades a todos los órganos, DESTRUCCION DE LA MENTE: Muchas células son quemadas inútilmente. Hay que vivir en santa paz, sin poner objeciones; que cada cual diga lo que quiera y piense lo que le venga en gana. Nosotros no debemos poner objeciones, que así marcharemos como debe ser: Conscientemente.

Así que hay que aprender a vivir. Desgraciadamente no sabemos vivir, estamos metidos dentro de la Ley del Péndulo. Ahora que sí yo reconozco aquí, platicando con ustedes, que no es cosa fácil no poner objeciones. Salimos nosotros aquí, agarramos nuestro carrito; de pronto, más adelante, alguien nos rebasa por la derecha, se nos atraviesa. Bueno, si no decimos nada, por lo menos tocamos el claxon en señal de protesta. Aunque sea haciendo sonar el claxon, pero protestamos. Que alguien nos dice algo en un momento en que abandonamos la guardia y seguro que protestamos, ponemos objeciones.

Es muy difícil, espantosamente difícil no poner objeciones. En el mundo Oriental, esto se ha reflexionado profundamente; también en el mundo Occidental. Yo creo que hay veces en que hay necesidad de apelar a un Poder que sea superior al de nosotros, si es que queremos libertarnos de esa cuestión de las objeciones. En cierta ocasión, en que iba un monje budista caminando, por allá por las tierras esas del mundo Oriental, en un invierno espantoso, lleno de hielo y de nieve y de bestias salvajes (claro, esto le proporcionaba sufrimientos al pobre monje), naturalmente protestaba, ponía sus objeciones.

Pero tuvo suerte el pobre: cuando estuvo desmayándose, en Meditación se le aparece AMITABHA (es decir, Amitabha, en realidad de verdad, es el DIOS INTERNO de GAUTAMA, el Buddha, Sakyamuni) y le entregó un mantram para que pudiera, pues sostenerse fuerte y sin hacer objeciones; algo que le ayudase para no estar protestando, a cada rato, contra sí mismo, contra la nieve, contra el hielo, contra el mundo.

Ese mantra es utilísimo; se los voy a vocalizar bien para que los graben en su memoria y para que quede grabado también en estas cintas que traen ustedes aquí, en sus grabadoras: GAAAAATEEEEE, GAAAAATEEEEE, GAAAAATEEEEE. Mejor es que se los deletree: G-A-T-E. Ese mantram, tengo entendido que le permitió, a aquél monje budista, abrir el OJO DE DANGMA, y eso es interesante. Se relaciona con la ILUMINACIÓN INTERIOR PROFUNDA y con el VACÍO ILUMINADOR...

Hubo necesidad de esa ayuda, pues, porque no es tan fácil dejar de poner objeciones. Un momento que descuide uno la guardia, y está poniéndole objeciones a todo: A la vida, al dinero, a la inflación, al frío al calor, etc., etc., etc. Muchos protestan porque está haciendo frío, protestan porque está haciendo calor, protestan porque no tienen dinero, protestan porque los picó un mosquito; por todo están protestando. Cuando uno en realidad en verdad, vive haciendo objeciones, se perjudica horriblemente, porque LO QUE HA GANADO UNO POR UN LADO, DISOLVIENDO EL EGO, POR OTRO LO ESTA DESTRUYENDO CON LAS OBJECIONES.

Si uno está luchando por no sentir ira, pero sí está poniendo objeciones, pues vuelve y coge fuerza el demonio de la ira. Que está haciendo uno la lucha terrible por eliminar el demonio del orgullo, pero sí pone objeciones a la mala situación, a esto o aquello, pues vuelve a fortificar ese demonio. Que está haciendo unos esfuerzos para acabar con la abominable lujuria, pero sí pone objeciones en un instante dado: “Que porque la mujer no quiere tener relaciones sexuales con él”, o la mujer que porque el hombre no la busca, y cincuenta mil objeciones así por el estilo, pues, está fortificando el demonio de la lujuria.

De manera que si por un lado estamos luchando por eliminar los agregados psíquicos y por el otro lado los estamos fortificando, sencillamente NOS ESTANCAMOS. Así que si ustedes quieren, en realidad en verdad, desintegrar los agregados psíquicos tienen que terminar con esa cuestión de las OB-JE-CIO-NES. Si no proceden en esa forma, se Estancan inevitablemente, no progresarán en modo alguno. Quiero, pues, que comprendan de una vez.

Bueno hasta aquí por hoy la cátedra que hemos dado. Sin embargo, dejaremos abierta la puerta, para las preguntas que los hermanos tengan que hacer... A ver, habla hermano... Discípulo. Maestro, se dice que “el silencio es la elocuencia de la Sabiduría”. Muchas veces, se dice, “es tan malo callar cuando se debe hablar, como hablar cuando se debe callar”. Y hay veces que es necesario hablar, tal vez en momento de defensa, cuando lo están atacando, tal vez injustamente. Quisiera que me aclarara, pues, este aspecto.

Maestro. Uno tiene derecho a hablar, porque no es mudo ni nadie le ha asistido a uno la lengua. Pero lo que no es conveniente jamás, para nuestro propio bien, es estar haciendo objeciones, estar protestando, “tronando” y “relampagueando”, porque está haciendo calor, porque está haciendo frío, disgustado con todo. Eso nos conduce, naturalmente, al fracaso. Necesitamos, repito, no hacer objeciones.

Uno debe decir lo que tiene que decir: La verdad y nada más que la verdad, y dejar a los otros libertad para que opinen como les venga en gana, porque cada cual es libre de decir lo que quiera. Si uno no procede así, si a todas horas está haciendo objeciones, destruye su Mente, destruye su propio cerebro y se ocasiona mucho daño a sí mismo. Además, fortifica el Ego en vez de disolverlo. ¿Hay alguna otra pregunta?

D. Hay personas que viven, muy pero muy convencidas de que a un momento de alegría le sucede uno de tristeza. Es decir, se programa en este sentido, no se colocan dentro del Círculo Protector. Evidentemente a esas personas le sucede eso, pero de una manera infalible, matemática. Tanto es así, que no disfrutan de los momentos de alegría porque ya, fatalmente, están temiendo el momento de tristeza. Quisiera que nos aclarara un poquito esto.

M. Esas personas se dan cuenta, realmente, que todo en la vida tiene dos caras, pero desafortunadamente no se colocan en el Centro del Círculo, no se colocan en el Tao. Cuando uno está en el Tao, sabe que va a pasar alrededor de sí mismo, alrededor de su propia Consciencia (dentro de sí mismo), todos los acontecimiento de la vida con sus dos caras, y sabe que son pasajeros.

Obviamente, entonces no se identifica ni con una cara ni con la otra: Reconcilia los opuestos mediante la síntesis. Tengamos el caso de que alguien, por ejemplo, está en una gran fiesta (muy contento, muy alegre). Pero a ese alguien sabe que a todo momento de alegría, le sucede uno de dolor. Más si esa persona está ubicada en el Centro, en el Tao, entonces reconcilia los opuestos dentro de sí mismo, en su propio Ser, en su propia conciencia. Dice: “Se que a toda alegría le sucede una tristeza, más a mí nada de esto me afecta, porque todo es pasajero, todo pasa: las personas pasan, las cosas pasan, las ideas pasan, todo pasa”...

Por lo tanto, puede perfectamente vivir ese acontecer, como debe ser. Una reflexión así, le permitirá a tal persona, estar en el evento sin preocupación alguna: Está consciente, sabe que está en un momento pasajero, no lo alude, lo entiende, conoce sus dos caras. Sencillamente, vive a Conciencia. Al reflexionar una persona así, actúa en la misma forma en que actúa el corazón, cuando en el diástole se abre y recibe, acumula, organiza, elabora, para luego entrar en actividad con el sístole.

Samael Aun Weor

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