Responde Tolerancia
Continuación de la conferencia titulada "La tolerancia" para ver hacer CLICK aquí
P.- Maestro, desde hace mucho, vemos que existen oraciones que tienen el propósito de traer la paz entre dos individuos que estén discutiendo. ¿Un estudiante de Esoterismo, es lícito que intervenga de alguna forma, ya sea por medio de la oración o de algún rito?
R.- Cada cual es cada cual, la discordia existirá mientras cada sujeto cargue dentro de sí mismo, en su psiquis, los elementos que produzcan conflictos.
Obviamente mientras exista la discordia en nosotros mismos, existirá fuera de nosotros también, entonces resulta inútil porque llevan la discordia dentro.
Es absurdo que apelemos nosotros por medio de procedimientos ocultos y mágicos, a que dos personas dejen de pelear, no servirá de nada, pues podría dejar de pelear en el momento y después continuar haciéndole.
La verdad es que nosotros debemos ser nosotros, debemos ser más auto reflexivos, más individuales, no identificarnos con tales escenas, vivir auto descubriéndose en sí mismos, eso es lo importante.
P.- No sería una actitud hasta cierto punto egoísta, porque de discutir esos dos señores en ese momento podrán hasta matarse y la intervención de otra persona podría evitar eso.
R.- Nuestra intervención muchas veces puede servir y otras no, la cruda realidad de los hechos es que la disputa, la discordia, existe en cada uno y mientras continúe existiendo, continuarán los conflictos.
Nadie nos ha convertido a nosotros en policías, para ir a disolver tumultos ajenos, como están las cosas lo único que debe hacer es velar por nosotros mismos, eliminar nuestros propios errores, no podemos eliminar los errores de los demás, cada uno es cada uno, no podemos cambiar a nadie, podríamos amonestar, pero eso no es suficiente para que otros cambien.
Por ejemplo, estoy aquí hablándoles, pero yo no podría cambiarles, tienen que hacer auto esfuerzos propios, hace falta un súper esfuerzo para poder cambiar yo no podría cambiarlos, tienen que cambiar por sí mismos, así también nosotros no podemos servir de policías aquí, allá, y acullá. Cada cual tiene que responder por sus propios actos.
P.- En cuanto se refiere al afecto, es algo que todos los seres de la naturaleza, (que aparte de que son capaces de entregar la vida por un ser querido) tienen también medios de expresión para demostrar su afecto, su amor. ¿No es lícito que existan estos pequeños actos con los hijos, entre esposos?
R.- El amor es grandioso, pero reza un dicho español: Obras son amores y no buenas razones. Yo he conocido hogares muy afectuosos, que se han desintegrado de la noche a la mañana; hace poco conocí uno, aparentemente muy feliz, todos los hijos de aquél hogar eran afectuosos con sus padres.
Ese hogar ya tenía un vicio el hombre se divorció de su mujer y la mujer de su hombre, y los hermanos andan uno por un lado y otros por otro, algunos de ellos ni siquiera se hablan y eran muy afectuosos, por lo común los afectos degeneran en lujuria, de nada sirven; no olviden Uds. que el corazón también es un centro erótico; lo mejor es el amor y el amor no acepta afectos, es puro, hermoso, bello y desinteresado, se confirma por las obras, por los hechos, de que sirve que un hombre le esté diciendo a la mujer "te quiero, te adoro" y no le dé ni siquiera para el diario.
¿De qué sirven tantos besuqueos, tantos abrazos y cosas por el estilo? Y el hombre no se preocupa digamos porque la mujer tenga que comprarse un par de medias porque tiene que vestirse; ¿eso es amor?
En vez de tanto besuqueo, de tantas caricias, abrazos, es bueno que le dé sus vestidos, que le compre sus medias, que le pague sus rentas, es decir que le dé para todas las cosas de su vida, que cumpla con sus deberes como es debido, que no la trate mal, que no le pegue, que no le hale sus cabellos, que no le haga mal.
Obras son amores y no buenas razones. Indudablemente está malo ser hastío, como tener espinazo de goma, está bien que el hombre sea muy natural con su mujer, y la mujer muy natural con su hombre; pero todos esos hogares donde existen tantos y tantos besos y abrazos y cosas así por el estilo, tantos afectos en una palabra, terminan mal, y eso ya lo hemos evidenciado en la práctica.
He visto hogares donde todo era afecto y hoy en día ya se acabaron; y he visto hogares, donde el hombre no es así, tampoco tiene espinazo de goma, no es duro de corazón; no es afectuoso, pero sabe cumplir con sus deberes, su amor lo demuestra con los hechos, con sencillez y con tacto; esos hogares llegan a muy viejos, no se acaban jamás, los destruye la muerte, es natural.
Vigilemos nuestros propios actos. ¿De dónde nacen los afectos y qué cosa son los afectos? Los afectos tienen por basamento la lujuria, son vicios, el corazón también es un centro erótico, que conduce inevitablemente al abuso sexual, todos esos sentimentalismos de hombres y mujeres degeneran en fornicación, en lujuria, en morbosidad, de manera que los afectos son el resultado, el producto de la lujuria.
El amor es lo más bello, lo más puro, es como un niño recién nacido, no desea nada para sí, sino todo para el ser que ama; no incluye afecto, pero sabe cumplir con su deber. Se demuestra con sus hechos y no simplemente con vana palabrería insustancial, de charla ambigua.
Aquel que le promete a la pobre dama de sus ensueños todas las riquezas del mundo aunque no las tenga, le baja el cielo y se lo pone a sus pies por lo común resulta totalmente falso, pero esos hombres que no prometen mucho a las mujeres pero que sí le cumplen, que velan por ellas, que no las abandonan indubitablemente resultan magníficos.
Lo mismo sucede en cuanto a la mujer, aquellas que son muy cariñosas, muy zalameras, pues en fin que viven llenas de afectos, casi siempre le ponen al pobre marido sus buenos cuernos.
Las mujeres aquellas que no son afectuosas cumplidoras de sus deberes, que hacen todos sus quehaceres con mucho juicio diariamente, que ven por sus hijos, que atienden a su marido, indudablemente resultan magnificas esposas, fieles y sinceras, incapaces de traicionar; pero las muy zalameras, sentimentales, llenas de afectos, terminan poniendo al pobre hombre un buen par de cuernos.
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