El superhombre
Distinguidos caballeros, damas: vamos a dar esta noche comienzo a nuestra disertación. Ciertamente, dentro de cada uno de nosotros hay un enigma que debe ser conocido; ¿de dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cuál es el objeto de nuestra existencia? ¿Por qué existimos? ¿Para qué?
Esos interrogantes nos invitan a la reflexión, si nos llegásemos a conocer a sí mismos, conoceríamos al mundo y al Universo. Es pues necesario cumplir con la máxima de Tales de Mileto, “nosce te ipsum”: “hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”.
En la sabiduría de Anahuac se habla sobre Omeyocan, el lugar dos, donde todo es dos, para hacerse uno y saberse dos. Cuando uno investiga algo sobre eso que llama Omeyocan, llega incuestionablemente al ombligo del Universo. En realidad de verdad, todo lo que surge del Omeyocan aparece en forma de esfera.
Las esferas se desdoblan hacia afuera y luego se reinvierten hacia adentro, hasta el punto de partida original, hacia el Omeyokan. Son revertibles las esferas, como bien dijera el licenciado presidente José López Portillo en su magistral obra titulada “Don Q.”. Las esferas se multiplican hacia afuera, hacia adentro y hacia los lados.
Dice el ciudadano presidente López Portillo y así es, y así será, se desdoblan hacia fuera para luego recogerse en sí mismas y regresar, y disolverse en el Omeyocan. Este nuestro mundo Tierra surgió del Omeyocan como una esfera meramente mental; se desdobló hasta aparecer en la forma física actual. Mucho más tarde en el tiempo, como quiera que las esferas son reversibles, nuestro mundo se recogerá hasta disolverse en el Omeyocan, así lo enseña la doctrina de Quetzalcoatl, así lo comenta el ciudadano presidente José López Portillo en su magistral obra titulada “Don Q.”.
Conviene que nosotros analicemos estas cuestiones antes de entrar en el tema trascendental del Super-Hombre. Partiendo de afirmaciones tan trascendentales, llegaremos a conclusiones maravillosas. Obviamente nuestro mundo antes de aparecer en forma sensible, existió en las dimensiones superiores de la Naturaleza y del Cosmos.
Incuestionablemente, todo lo que es, ha sido y será incluyendo el organismo humano, hubo de procesarse en dimensiones superiores de la Naturaleza, antes de hacerse sensible en este mundo tridimensional de Euclides. Esto es precisamente lo que molesta tanto a la antropología materialista. No quieren entender los secuaces de Darwin y Engels, de Haeckel y de Marx, que el mundo tridimensional de Euclides no es todo.
Obviamente, el punto matemático al moverse se convierte en línea, la línea al entrar en acción, al correrse a sí misma se convierte en superficie; la superficie al girar sobre sí misma se convierte en sólido; el sólido a su vez se transforma en hipersólido.
Es un razonamiento correcto que molesta a los fanáticos de la dialéctica materialista, el punto matemático nos permite el razonamiento objetivo, más si reemplazamos el punto matemático por el querido “yo”, entonces no comprenderemos el misterio de la Creación. El “yo” nos vuelve torpes, y hasta espantosamente ridículos. El “yo” no es más que una suma de pasiones, odios, egoísmos, teorías, apetencias y temores, lujuria, ira, etc.
Necesitamos en verdad ser sinceros en el análisis, buscar el camino de la Verdad cueste lo que cueste: si aceptamos una tierra protoplasmática surgiendo entre el caos, estamos en buena posición para conocer eso que es la Verdad. Obviamente, antes de que este mundo existiera como un simple protoplasma, hubo de desenvolverse en las dimensiones superiores del Universo.
Este mundo tridimensional de Euclides no es todo. Si nosotros nos concretamos únicamente al mundo tridimensional de Euclides, caeríamos en la falsedad, quedaríamos embotellados en la dialéctica materialista. Aunque los chinos califiquen a los rusos de revisionistas, la cruda realidad de los hechos es que en Rusia, ya la dialéctica de Marx resulta extemporánea, pasó de moda; ahora se investiga mejor.
Se ha llegado a descubrir el fondo vital del organismo humano, se ha podido evidenciar claramente que el cuerpo físico no es todo. Tenemos un doble organismo, a este se le ha denominado con el título muy especial: “Cuerpo Bioplástico”, ese es su nombre. Se le ha fotografiado, ya en relación con el organismo vivo, ya fuera del organismo vivo se está estudiando, y como consecuencia o corolario, la dialéctica materialista cayó hecha polvo ante el veredicto solemne de la conciencia pública.
Amigos: preparando pues el tema para el Super-Hombre, prosigo. La primera raza que apareció sobre la faz de la Tierra fue la Raza Protoplasmática. En materia de antropología, nosotros aceptamos el protoplasma, no la física aquella de sal, de Haeckel, buena como para un Moliere y sus caricaturas, nosotros aceptamos el protoplasma radial, la Raza Protoplasmática Polar que otrora viviera en el casquete polar del Norte.
Entonces la fisonomía geológica de nuestro mundo era diferente, los polos estaban en la zona ecuatorial, y el Ecuador en los polos. Puede que esto moleste demasiado a los fanáticos del materialismo ateo, pero está debidamente comprobado hasta la saciedad gracias a ciertos cálculos matemáticos exactos. Y es que en estos momentos con horror están viendo los secuaces del materialismo cómo se derrumban sus utopías, cómo caen hecha polvo, como las torres aquellas de sus opiniones se vuelven cenizas, y sufren demasiado porque adoran al dios materia.
Ha llegado la hora en que nosotros reflexionemos profundamente. Incuestionablemente, los Hombres Protoplasmáticos eran diferentes; sería absurdo suponer que tuviesen la consistencia física actual. Si dijésemos que eran más bien de una sustancia gelatinosa protoplasmática, estoy seguro de que no mentiría. Que tuviesen otra forma de multiplicación de la especie, lo demuestra el organismo humano, bien sabemos que las células se multiplican en nuestro organismo mediante la división celular; de alguna parte tuvimos que heredar ese sistema de multiplicación celular.
Sí, en realidad no podemos negar, lo heredamos de la Raza Protoplasmática. Aquellos organismos se dividían en uno o dos, hasta tres vástagos, que podían seguir alimentándose con los pechos del padre-madre absurdo dirían, bueno, van a tener que decirle absurdo a la célula viva que se multiplica de esa manera.
Mucho más tarde en el tiempo surgieron los Hiperbóreos, raza que se multiplicó mediante el sistema de brote o retoñación. Cualquier brote del organismo humano surgía en determinado instante, y este seguía viviendo del padre-madre.
Al fin apareció la Raza Lemúrica en el continente Mú o Lemur, aceptado por Mr. Darwin. Dicho continente existía en las procelosas aguas del Pacífico. La Raza Lemúrica era hermafrodita, ¿pruebas, demostraciones? Las tienen ustedes mis queridos amigos en su mismo organismo. Bien sabemos nosotros que las tetillas del varón son glándulas mamarias atrofiadas; bien sabemos que el clítoris en la mujer es un phalus atrofiado y recogido con ligamentos nerviosos, ¿quieren más pruebas? Sería absurdo exigir más pruebas, cuando las cargamos en el organismo humano. En el tiempo suceden cosas extraordinarias, que se haya dividido la raza humana en sexos opuestos antes de la desaparición del Continente Lemúrico, es algo que no podríamos en modo alguno rebatir.
Las mismas escrituras hebraicas nos dicen que Adán vivía solo en el paraíso terrenal. Ese Adán de la mitología hebraica es tan solo un símbolo, se refiere a la humanidad antigua. Antes de que la humanidad se hubiese dividido en sexos opuestos existía el Adán Solus, más en verdad Eva fue sacada de la costilla de Adán. No pensemos en una Eva antropomórfica, en una extraña mujer, no, pensemos en el eterno femenino. Incuestionablemente, a través del tiempo los sexos se fueron dividiendo poco a poco.
¿Que la reproducción en la Lemuria era por gemación? Es cierto; incuestionablemente el óvulo expedía siempre un huevo, era siempre expedido del ovario, era un huevo perfecto, cuando se abría, surgía de ahí una nueva criatura que tenía el poder de moverse de inmediato, el poder de caminar. Sin embargo, a través del curso de los siglos fueron naciendo niños con un sexo más desarrollado que otro, y pasaron edades enteras antes de que los sexos se hubiesen dividido.
Cuando la humanidad se dividió en sexos opuestos, entonces fue necesaria la cooperación para crear. Antes de que se hubiesen dividido en sexos opuestos, es obvio todo el mundo lo puede entender, que el óvulo aquel que salía del ovario de la Raza Lemúrica, devenía fecundado maravillosamente, puesto que había salido de un organismo hermafrodita; pero cuando la humanidad se dividió en sexos opuestos, ese óvulo ya salía sin fecundación, entonces se hizo necesaria la cooperación sexual para crear y volver nuevamente a crear.
Por aquella época el sexo se consideraba sagrado, la raza humana realizaba larguísimos viajes por el Continente Lemúrico, guiada por sus dirigentes espirituales, hacia los templos donde debía recibir el sacramento sexual. Hombres y mujeres se apareaban en los patios sagrados de los templos de misterios y el acto sexual se verificaba bajo la dirección de los sabios lemures. Nadie se hubiera atrevido en aquella época a realizar el acto sexual fuera del templo.
La primera, la segunda y la tercera raza en realidad fueron razas de Hombres en el sentido más trascendental de la palabra. El ser humano parlaba en el idioma universal, y platicando en ese idioma realizaba prodigios. Mediante el poder del verbo dominaba el fuego, al aire, a las aguas y a la tierra. Los sentidos de percepción no se habían atrofiado, cuando el Hombre levantaba la vista para mirar a las estrellas, veía los mundos rodeados de una aureola muy especial, y también veía a otras humanidades planetarias con las cuales se comunicaba telepáticamente.
En aquella edad, todo ser humano podía percibir totalmente casi la totalidad de un “holtapamnas”. Un holtapamnas equivale a cinco millones y pico de tonalidades de color. Los oídos percibían sonidos que hoy para nosotros son inaudibles, se usaban muchas vocales y consonantes. Viejas tradiciones que hemos encontrado, todas antiquísimas, nos dicen que los lemures usaban 300 consonantes y 51 vocales, es decir, poseían un poder hablativo superior; también tenían indudablemente sentidos desarrollados millones de veces mejor que nosotros.
La Raza Lemúrica era perfecta en el sentido más completo de la palabra. Esa capacidad hablativa lemur se perdió a través de los siglos, a medida que el ser humano se fue degenerando. Cuando los antropólogos materialistas dicen que nosotros hemos llegado al máximun de la perfección en estos instantes, mienten de verdad, se ve que no saben nada de antropología, que no han estudiado a fondo las piedras antiguas, los viejos manuscritos, las antiguas pirámides, nichos, sepulcros, etc., que existen por todas partes.
Hay piedras como la que se encontró en cierto lugar del Perú, donde está demostrado hasta la saciedad, de que existieron civilizaciones millones de veces más poderosas que la nuestra, y en los tiempos mesozoicos. ¿Esto, aceptarlo la antropología materialista? ¡Jamás! Ellos no darían su brazo a torcer así porque sí, pero hechos son hechos, y ante hechos tenemos que rendirnos cueste lo que cueste.
Hay procesos evolutivos e involutivos. Si dijéramos que todo es evolución, mentiríamos, caeríamos en el dogma de la evolución. Existen también procesos involutivos ¿demostraciones? Muchas; el germen que evoluciona está claro, y vemos nosotros como el tallo se va levantando milímetro a milímetro, cómo se va desenvolviendo, cómo echa ramas, hojas, eso es evolución, mirémoslo cuando da fruto, ¡cuánta belleza! He ahí la evolución, pero más tarde el árbol se marchita, van cayendo las hojas, las flores se desvanecen como si fuesen tan solo un sueño, y al fin, el árbol se convierte en un montón de leños, eso es involución. Querer acomodar a la fuerza los procesos involutivos dentro de nuestro tan querido dogma de la evolución, es un absurdo. Necesitamos de una mente elástica, dúctil, capaz de pensar con claridad. Más no nos alejemos tanto del tema, volvamos al Hombre Lemur.
Dije que las tres primeras razas fueron de Hombres, esto debe invitarnos a la reflexión. Desgraciadamente en la vida suceden cosas insólitas, al final de la época lemúrica, los verdaderos Hombres se degeneraron. Antes de la degeneración repito lo que ya dije, aunque me vuelva cansón, que la reproducción se consideraba sagrada. Hombres y mujeres copulaban en los patios empedrados de los templos, sin llegar jamás a eso que en fisiología orgánica se conoce como espasmo u orgasmo, es decir, no existía la eyaculación del Ens-Séminis, porque, como dijera Paracelso; “dentro del Ens-Séminis está contenido todo en Ens-Virtutis del fuego”.
Cualquier zoospermo maduro se escapaba de las glándulas endocrinas para realizar una fecundación. Así se reproducían los seres humanos reales, los Hombres verdaderos antes de su degeneración. ¿Cómo lo sabemos nosotros? Por tradición, a través de los siglos heredamos este conocimiento gnóstico, ¿no se había publicado? Lo estamos publicando; que no lo acepte la humanidad actual es apenas normal, porque ese sistema de reproducción solo era utilizado por verdaderos seres humanos que han existido sobre la faz de la tierra.
Amigos: no se escandalicen, esta noche pienso hablarles a ustedes cosas terribles, pero les ruego tengan paciencia, sepan escuchar, estamos entre hombres y mujeres cultas. Creofirmemente que nos hemos reunido aquí con un sólo propósito: saber algo, sí, y esta noche se va a saber, cueste lo que cueste.
Los verdaderos seres humanos repito, los de la Lemuria, degeneraron al final de la última raza, entonces se mezclaron con bestias horrible, pero cierto, así nos lo dicen los viejos códices antiguos. Hay tradiciones del Tíbet, de la China, de la India; hay piedras, hay monolitos, hay códices que nos lo están afirmando, y nosotros como estudiantes de antropología, no podemos callarlos. ¿Qué se mezclaron los Hombres y las bestias? Fue verdad, esto sucedió naturalmente en épocas muy arcaicas de nuestro mundo, en el continente Lemúrico.
No es cuestión del hombre paleolítico, no, era más bien del hombre plioceno, el resultado de tales cruzas, de Hombres reales con bestias de la naturaleza. La Civilización Atlante fue poderosa, creció, los hombres hablo esta vez en forma convencional, tuvieron aviones atómicos, cohetes que dirigieron a la Luna. Mucho antes de que nuestros astronautas pisaran la Luna, ya los atlantes lo habían hecho, no es la primera vez que los seres humanos llegan a la Luna, ya llegaron en el pasado, y si creemos ser los primeros, estamos ciertamente equivocados.
El Continente Atlante surgió después de la Lemuria, y se hundió entre las embravecidas olas del océano que lleva su nombre. La Lemuria todavía fue más grande que la Atlántida, ocupó todo el océano Indico y la Malasia, y llegó hasta la misma Australia, y por el sur avanzó hasta cerca de donde hoy es Sudamérica, pero desapareció entre el fondo de las olas a través de diez mil años de terremotos incesantes.
Cuando la Atlántida surgió del fondo del océano, ya la Lemuria estaba terminando. Amigos: los atlantes que siguieron a los lemures ya no fueron humanos en el sentido más completo de la palabra, fueron simplemente animales intelectuales y de ellos venimos nosotros. Se hundió la Atlántida debido a una revolución de los ejes de la Tierra, después de haber tenido una civilización poderosa. Tuvieron automóviles movidos por energía atómica; anfibios que así como podían navegar, también podían deslizarse sobre la tierra o flotar en la atmósfera. Movían sus industrias con la fuerza nuclear; aprendieron a manejar la energía solar y tuvieron barcos volantes.
En algunas piedras que se han encontrado en el Perú se ha podido evidenciar por los testimonios de las mismas, que conocieron la ciencia de los trasplantes, lograron hasta trasplantar cerebros; también trasplantaron con éxito corazones, riñones, hígados, etc., y no fallaron en sus trasplantes. Nosotros, los arios no hemos ido tan lejos hasta ahora, los trasplantes no han sido un verdadero éxito, sobre todo los trasplantes de corazón, no han dado el resultado apetecido, pocos son los que han podido sobrevivir algunos años después de tales trasplantes; pero los atlantes no solamente trasplantaron corazones, sino hasta cerebros, alturas a las cuales todavía no hemos llegado nosotros, y sin embargo, creemos que somos el centro de todas las civilizaciones pasadas y futuras, cuán equivocados estamos.
Nosotros en realidad de verdad, tenemos una civilización que ni es la última, ni será tampoco la primera. Obviamente, debemos ser más revolucionarios en nuestra forma de pensar. Eso de creer que nuestra civilización es la más poderosa, resulta falso, todavía a estas horas de la vida nos estamos transportando en carritos movidos por gasolina, y nos creemos supercivilizada. Vale la pena que reflexionemos un poco.
Somos descendientes de los atlantes, los atlantes a su vez fueron descendientes de la mezcla de Hombres y bestias. Hijos: resulta un poco crudo esto que estoy diciendo, y a muchos no les gusta estas crudezas, pero más vale ser franco, se ha engañado a la raza humana. Se le ha hecho un daño espantoso al decírsele que ya llegó al estado del Hombre. En verdad, yo grito con todas las fuerzas de mi alma, ¡que el Hombre todavía no existe! Y no soy el único en gritar, lo gritan los mayas, y allá pusieron sus escritos, hasta sobre los mismos mármoles invictos del museo de antropología en México, D. F.
Recordemos a la obra magistral de López Portillo; aquel pasaje precioso, cuando las gentes se dirigieron a Quetzalcóatl diciéndole: “Señor, Quetzalcóatl se acaba; Quetzalcóatl se acaba”. Recordemos ese otro pasaje extraordinario y formidable que está escrito en la obra de López Portillo, cuando alguien hablando en pleno juicio contra Quetzalcóatl, dice: “Quetzalcóatl no quiere a Tula, Quetzalcóatl quiere a los Hombres, y los Hombres no existen”. Eso se dice en plena época de los Toltecas, y quedó escrito en los códices para siempre; por eso lo comenta también en su magistral obra el señor presidente José López Portillo.
En realidad de verdad, los Hombres no existen, estoy de acuerdo con lo que se dijo en aquella época: ahora existe el animal intelectual, pero el animal intelectual no es el Hombre. Si colocáramos a un Hombre frente a un animal intelectual, los veremos físicamente parecidos, pero observemos sus procesos psicológicos, son diferentes. Una cosa son los procesos psicológicos del Hombre, y otra cosa son los procesos psicológicos del animal intelectual, equivocadamente llamado hombre.
En la facultad de medicina, un profesor dijo: “Nosotros somos mamíferos intelectuales”, los alumnos no protestaron, yo tampoco; estoy de acuerdo con lo que dijo el profesor. Si fuéramos Hombres, no estaríamos matándonos unos a otros en los campos de batalla. Si fuéramos Hombres, no estaríamos asesinando a los delfines entre las borrascosas olas del océano. Si fuéramos Hombres, no existirían los cazadores que se internan en las montañas para acabar con las criaturas de la Naturaleza. Si fuéramos Hombres, no seríamos ateos materialistas, enemigos del Eterno. Si fuéramos Hombres de verdad, en el sentido más completo de la palabra, no seríamos borrachos, ni adúlteros, ni fornicarios, ni asesinos, ni perversos.
El Hombre, es el Hombre. El Hombre es el rey de la Creación, y si nosotros no somos reyes de nosotros mismos, mucho menos podemos ser reyes de la Creación. No es concebible un rey que no sea rey de verdad; no es posible concebir un rey de la Naturaleza que no sea rey de sí mismo. Si no somos capaces de manejar a los elementos; si no somos capaces de ordenar al fuego de los volcanes o a los huracanes, o a las aguas tormentosas del océano; si no somos capaces de dominar los terremotos, no somos Hombres. Porque el Hombre es el rey de la Creación.
Así pues, somos reyes o no somos; hasta ahora hemos demostrado que somos víctimas de las circunstancias. No somos reyes de la Creación, tampoco somos reyes de sí mismos; por lo tanto, el Hombre como dicen los viejos códices de Anawak, todavía no existe. Sin embargo, el Sol en estos instantes está realizando una maravilloso experimento en el tubo de ensayo de la Naturaleza: quiere crear Hombres.
Durante la época de Adán, cierto grupo de Hombres fueron creados. Durante los primeros ocho siglos del cristianismo, hubo una cosecha de Hombres. En estos instantes de crisis mundial, de bancarrota de todos los principios, en estos instantes en que nos encontramos enfrentados ante el dilema del Ser y no ser de la filosofía, el Sol está haciendo un nuevo ensayo en el tubo del laboratorio de la Naturaleza: quiere crear Hombres, ese es el objetivo de toda raza.
El Sol ha creado toda raza para hacer su famoso experimento, más cuando una raza ya no sirve para tal experimento, es destruida de inmediato. Esta raza nuestra se ha vuelto terriblemente atea, materialista, fornicaria, espantosamente perversa y por lo tanto va a ser destruida cueste lo que cueste.
En realidad de verdad ha llegado el momento en que nosotros debemos cooperar con el Sol, para que surja el Hombre de nosotros. Ante todo necesitamos de la disponibilidad al Hombre. Es necesario, que el Hombre se forme dentro de nosotros, como la mariposa dentro de la oruga. Tenemos los gérmenes para el Hombre, están depositados en nuestras glándulas sexuales, si nosotros cooperamos con el Sol, esos gérmenes se desarrollarán y dentro de nosotros mismos, en las profundidades de nuestra psiquis, nacerá el Hombre de verdad.
Ante todo, si queremos que surja el Hombre en nosotros, si queremos que esos gérmenes del Hombre se desarrollen en nuestra constitución biológica y psicosomática, se hace necesario que aceptemos el sistema sexual de los Hombres, el sistema de Kriya Shakti, ese que tanto odian las escuelas de tipo pseudo-esotérico y pseudo-ocultista, eso que tanto abominan algunos místicos equivocados.
El sistema de reproducción humana como ya dije, es grandioso. Leía yo por ahí algo en “Don Q.”, la obra extraordinaria de nuestro señor Presidente López Portillo, decía lo siguiente: “¡Qué doloroso es el camino que conduce a la fecundación, perder o consumir tantos millones de zoospermos para una sola fecundación!”
En verdad yo creo que entre el derroche, precisamente, y la avaricia de fuerzas o poderes, debemos meter la Ley de la Balanza. Eso hacían los lemures: nunca llegaban a la eyaculación seminal. Repito, cualquier zoospermo podía escaparse en forma automática para hacer fecunda una matriz; entonces, como resultado, existía el Hombre verdadero con poderes sobre el fuego, sobre los aires, sobre las aguas y sobre la perfumada tierra, parlaban el verbo de luz que como un río de oro corre siempre bajo la selva espesa del Sol.
Esa era una época distinta, esa era la edad de los Titanes, esos eran los tiempos en que los ríos de agua pura de vida manaban leche y miel. En esa época no existía ni “lo mío” ni “lo tuyo”; todo era de todos y cada cual podía comer del árbol del vecino sin temor ninguno. La humanidad era inocente y perfecta: platicaba con los Dioses de la Aurora y podía mandar a los elementos; entonces las tempestades servían de alfombra para aquellos colosos que se movían imponentes sobre la faz de la Tierra.
Esa era la Edad de Oro, la Edad de la Luz, la Edad del Amor. En esa época no había guerras, odios y perversidades, como las hay ahora. En esa época, el Sol de la Verdad resplandecía en todas las mentes y las rosas del Espíritu se mostraban galantes y bellísimas en la vera del camino. Todo estaba perfumado con la espiritualidad, no había aparecido –sobre este mundo desafortunado–, el materialismo ateo, ni el crimen, ni el delito, ni todas esas monstruosidades que hoy se ven por todas partes, por aquí, por allá y acullá.
Era la época de los Titanes; era la época de los Edenes, era la época de la verdadera felicidad auténtica, no existían fronteras, no existía el odio, todo era amor y se reverenciaba al Sol por el poder que tiene de darnos la vida, se reverenciaba en la misma forma en que Zaratustra le adoraba, se reverenciaba en la misma forma que los Hijos de la Arcadia acostumbran a reverenciar los poderes creadores del Universo.
Era una época distinta, mis queridos amigos. Había verdadera dicha en todos los corazones porque el Hombre mandaba los elementos, vivía en los ricos palacios y no había hambre entre las multitudes. Era la Edad de los Edenes milenarios. Mas cuando el ser humano comió del fruto prohibido, que se le dijo: “No comeréis”, entonces se perdieron sus preciosas facultades, se encorvó, se volvió miserable, tuvo que andar de “pródigo” de ciudad en ciudad. Abandonó el “Jardín de las Hespérides”, la simbólica “Tule”, el Edén hebraico, y vino por todas partes sufriendo terriblemente, hasta nuestros días. Por eso en la mitología hebraica se dice: “trabajareis con el sudor de tu frente para sostener a tu mujer y a tus hijos”. Y a ella se le dice: “Pariréis tus hijos con dolor”.
¡Grave fue la degeneración del hombre cuando derramó el “Vaso de Hermes Trismegistro”, cuando cayó en la “generación animal”, cuando devino como un monstruo de perversidad! Si aceptamos el sistema de reproducción de Kriya Shakty, el de los Hombres reales, el de los Hombres verdaderos que en el mundo han sido, se desarrollarán los “gérmenes” del Hombre Real dentro de nosotros mismos y nos convertiremos en Hombres.
Por ahí leyendo un códice de Anawak, leí una frase que decía: “Los dioses crearon a los hombres de madera, y después de haberlos creado los fusionaron con la Divinidad”. También añade: “No todos los hombres logran fusionarse con la Divinidad”. Esto me recuerda a José y María en el Bíblico Evangelio Crístico, él como un carpintero para ganarse la vida, esto me recuerda a muchos otros carpinteros de distintas mitologías.
Ciertamente se necesita ser un maestro de artes, un maestro de la Gran Obra, un Hombre que de verdad esté dispuesto a sacrificarse, renunciando a los placeres de la bestialidad para que pueda llegar un día a la unión con lo Divinal. Cuando hablo de lo divinal, no quiero referirme a un Señor allá, detrás de una nube lanzando rayos y centellas contra este triste hormiguero humano. Cuando hablo de lo divinal, quiero referirme a un Quetzalcóatl, al Logos, Unidad Múltiple Perfecta, a los Principios Inteligentes que gobiernan todo lo que es, ha sido y será.
Obviamente, podemos integrarnos con lo Divinal si eliminamos de sí mismos el Ego animal. En verdad que el Ego animal existe dentro de cada uno de nosotros. Vuelvo a decir lo que antes dijera: es un manojo de odios, pasiones, iras, envidias, celos, etc., eso es el yo. Si en verdad nosotros cometemos el error de reemplazar el “punto matemático” de la creación por el “querido Ego”, obviamente ya no entenderíamos repito, lo que es la Creación. Necesitamos nosotros eliminar el Ego, el “yo”, el “mí mismo”, acabar con nuestros defectos de tipo psicológico, si es que queremos algún día integrarnos con la Divinidad.
Primero hay que crear al Hombre dentro de nosotros mismos y más tarde debemos crear dentro de nosotros mismos al Super-Hombre. El Super-Hombre es terriblemente divino, está más allá del bien y del mal. Federico Nietzche, hablando sobre el Súper-Hombre, dijo: “Ha llegado la hora del Súper-Hombre, el hombre no es más que un puente tendido entre el animal y el Súper-Hombre, un peligroso bache en el camino, un peligroso mirar atrás; todo en él es peligroso, ha llegado la hora del Súper-Hombre”.
El Súper-Hombre, en realidad de verdad, está más allá de todos los códigos morales. Bien sabemos que la moralidad es hija de las costumbres y de los tiempos. Lo que en un tiempo fue moral, en otra época es inmoral, lo que en un país puede ser “moral”, en otro país no lo es. Así pues que la moral es meramente convencional. Necesitamos de una ética revolucionaria, necesitamos de la ética del Súper-Hombre.
El Hombre, después que se integra con lo divinal, indubitablemente adquiere los poderes que antes tuvieran los lemures. Cuando el Hombre se integra con lo divinal, puede mandar al fuego, al aire, a las aguas y la tierra; cuando el Hombre se integra con lo divinal, empuña la espada de la Justicia Cósmica para gobernar todas las fuerzas de la Naturaleza.
En el mundo han existido verdaderos Súper-Hombres, todos presentimos, en el fondo de nuestro corazón, que algún un día caminó sobre la faz de la Tierra el Súper-Hombre. Todos presentimos la existencia del Súper-Hombre, todos parece que lleváramos en el fondo de nosotros mismos, reminiscencias olvidadas del Súper-Hombre.
El Súper-Hombre es un Buddha, Gautama Sakya-Muni; Súper-Hombre es un Moisés, ese que pudo mandar a los elementos de la Naturaleza, ese que aterrorizó a los egipcios, ese que abrió las aguas del Mar Rojo para que los israelitas atravesaran por allí. Súper-Hombre en realidad de verdad, es un Quetzalcoatl, viva encarnación del Logos. Súper-Hombre, en realidad de verdad, fue un sabio como aquél que se conocía con el nombre de Hermes Trismegistro, el tres veces grande Dios Ibis de Thot.
Hoy por hoy seamos sinceros con nosotros mismos, somos vulnerables, débiles; hoy por hoy somos criaturas indefensas, llenos de odios, de guerras y de abominaciones. Necesitamos que surja en nosotros el Hombre, necesitamos que aparezca en nosotros el Súper-Hombre. Podemos crear primero al Hombre y mucho más tarde, con el tiempo, entonces nacerá en nosotros el Súper-Hombre. El Súper-Hombre, en realidad de verdad, tiene que llegar a dominar el Universo entero; el Súper-Hombre debe surgir en nosotros con poderes extraordinarios, como para mandar en esta creación.
Amigos: en el sexo está el camino, el camino es eminentemente sexual. Inútilmente andaremos buscando la verdad en escuelas, teorías, sectas, etc. Necesitamos aprender a manejar la energía creadora del Tercer Logos, si es que en verdad deseamos convertirnos en verdaderos Súper-Hombres, en el sentido más completo de la palabra.
Cuando un hombre y una mujer se unen, algo se crea, aunque sea una larva o un hijo. Si nosotros aprovechamos las fuerzas extraordinarias de la Creación que rodean a la pareja durante la cópula química, podemos con tales energías, transformarnos, convertirnos en Hombres verdaderos y mucho más tarde en Súper-Hombres.
Desgraciadamente la humanidad se ha metido por el camino de la degeneración sexual, hoy en día la humanidad ha llegado al máximo de la degeneración. Bien saben ustedes que hay países donde el homosexualismo y el lesbianismo están legalizados, donde los hombres se casan con los hombres y las mujeres con las mujeres. También es muy cierto y de toda verdad que la degeneración es tan grande, que hay países ya en donde se quiere legalizar hasta el mismísimo incesto. Por ese camino llegaría el día en que el padre se casará con la hija, el hijo con la madre, y el hermano con la hermana, etc. Eso llaman hoy en día, dizque emancipación, civilización y no sé que más.
Los hogares se han desintegrado, ahora la mujer anda por una parte y el hombre por la otra. Se ha perdido la unidad familiar y los vicios corroen esta raza hasta el tuétano de los huesos. La humanidad está involucionando espantosamente en estos tiempos, y no hay duda de que a medida que la humanidad involuciona, también la Tierra se precipita por el camino involutivo, descendente.
Los mares en estos momentos se hayan contaminados, multitud de especies están desapareciendo. La Tierra se está esterilizando, se está convirtiendo toda en un desierto. La atmósfera está contaminada con el abominable smog, muchas criaturas mueren diariamente debido al smog.
Por donde quiera hay hambre y desolación, son millones los seres humanos que mueren cada año. Los terremotos se multiplican espantosamente y a todas éstas, hay un monstruo que viene a devorar la Tierra. Quiero referirme a Barnard I, como lo llaman los astrónomos, o también Hercolubus. Es un mundo gigante, un mundo mucho más grande que Júpiter se calcula que es, seis veces más grande que Júpiter, el titán de los cielos. Se dirige hacia la órbita terrestre a velocidades extraordinarias.
Los astrónomos lo están estudiando detalladamente; se nos ha dicho que muy pronto llegará cerca de éste, nuestro planeta Tierra. Cuando eso sea, habrá cataclismos tan tremendos como aquellos que acabaron con la Lemuria y con la Atlántida. Con el acercamiento de “Hercólubus”, el fuego líquido del interior de la Tierra saltará a la superficie y entonces se quemará, en realidad de verdad, todo aquello que tenga vida.
En el máximun de acercamiento de “Hercólubus”, habrá una revolución de los ejes de la Tierra, los mares cambiarán de lecho, los continentes actuales, donde vive esta humanidad perversa, se hundirán entre las embravecidas olas del océano. De esta perversa “civilización de víboras” no quedará piedra sobre piedra, esta civilización será destruida. Sin embargo, en la Atlántida hubo sobrevivientes y en Lemuria también. Obviamente, de esta raza serán salvados algunos; habrán de formarse un pequeño núcleo de gentes de buena voluntad que serán llevados secretamente a determinado lugar del Pacífico, a un lugar colocado en cierta meridiano de longitud y latitud y donde nada acaecerá, porque la catástrofe no sucederá en la misma forma en todos los lugares del mundo.
Esa raza selecta, esa gente de buena voluntad tendrá que pasar por muchos procesos de purificación antes de que pueda servir de raíz para la futura gran Raza. Quiero decirles a ustedes que la futura gran Raza vivirá en tierras nuevas y bajo cielos nuevos; quiero decirles que la futura gran Raza habrá reconquistado la inocencia en la mente y en el corazón, quiero decirles que la futura gran Raza será de Hombres verdaderos, de Hombres que hayan en verdad surgido de entre los mismos “gérmenes” que llevamos en nuestras glándulas endocrinas sexuales. Virgilio, el poeta de Mantúa, dijo: “Ya llegó la Edad de Oro y una nueva progenie manda”.
Todos los libros sagrados de los tiempos antiguos nos hablan de la gran catástrofe que se avecina, todos nos dicen que esta humanidad perversa perecerá por el fuego. Leamos cuidadosamente los libros de los mayas, leamos la Biblia antigua, leamos nosotros el Corán y los libros del Asia, y podremos verificar lo que ya está profetizado.
Obviamente, lo que estoy diciendo no será aceptado jamás por el Anticristo de la falsa ciencia. En verdad que el Anticristo no es un individuo como pretenden algunos, que “viene realizando prodigios y maravillas por todas partes”. El Anticristo es el Ego, el yo, el mí mismo el sí mismo que llevamos dentro. Nosotros necesitamos eliminar al Anticristo de sí mismo para que surja en nosotros el Hombre y más tarde el Súper-Hombre.
El Anticristo de la ciencia materialista odia todas estas cosas, está llena de auto-suficiencia y orgullo, cree que ya domina el Universo, cree que ya conoce toda la Sabiduría del Infinito, más miente. Hasta aquí mis palabras de esta noche, muchas gracias
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